XXXV

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—Oye Wonwoo —dijo Minghao, desde el volante—¿De verdad crees que podamos hacer algo? Es decir... —frunció el ceño —... cuando estábamos del otro lado, en el Infierno, y nos enfrentamos a esa cosa...

—No —respondió Wonwoo, sentado en el asiento del copiloto—, no tenemos posibilidades. Pero no podemos quedarnos de brazos cruzados.

—Lo sé —dijo Minghao.

Sí, lo sabía, ambos lo sabían. Esa noche, sería la última vez que lucharían juntos. Hubo un minuto de silencio mientras avanzaban hacia la catedral, el lugar donde pensaban estaba el portal. Tras ellos, iba un segundo auto, conducido por el chico Kelpie, acompañado de los otros dos híbridos.

—Supongo que es mejor morir peleando que sentado tras un escritorio —comentó Woozi, desde atrás.

Wonwoo sonrió. Se sintió como en los viejos tiempos, cuando vivían en el orfanato, y Jeonghan cuidaba de ellos. Eran una familia en ese entonces, y a pesar de que Woozi los dejara, seguía siendo parte de ellos. Si tenían que morir, sería luchando uno al lado del otro. Para ese entonces, la noche ya había caído por completo, y el aroma a huevos podridos era tan intenso, que se había impregnado en sus ropas. De pronto, el auto que conducía el Kelpie fue impactado en el costado del copiloto por algo invisible, y salió volando por los aires. Un segundo después, el auto conducido por Minghao chocó contra un muro incorpóreo, que logró volcarlos también.

—¡¿Están bien?! —exclamó Wonwoo, cuando pudo reaccionar.

Estaban de cabeza dentro del vehículo.

—Sí —confirmó Minghao.

Un gruñido desde la parte posterior les informó que Woozi aún vivía.

—Hay que salir de aquí —dijo Wonwoo.

Quitó su cinturón de seguridad, y puso los pies sobre el techo del auto. Su mano derecha se convirtió en enormes garras, y de un sólo golpe, rompió la puerta.

—¡Vamos! —dijo, arrastrándose al exterior. 

Minghao quitó su propio cinturón, y salió tras él, mientras Wonwoo arrancaba la puerta trasera para que Woozi pudiera salir. El otro auto se encontraba a cincuenta metros de ellos. La zona del impacto estaba destrozada, más sus ocupantes no parecían haber sufrido daños.

—¡¿Qué carajos fue eso?! —exclamó Woozi, enfadado.

No tuvo que esperar por la respuesta. Frente a ellos, se dibujó una figura humanoide transparente, que poco a poco adquirió forma corpórea. Tenía el cuerpo completamente cubierto por una especie de armadura blanca. Su cabeza era larga y desproporcionada, y una enorme lengua salía de su boca dentada. Dos par de alas emergían de su espalda, y portaba una lanza en su mano. Una segunda figura identica apareció unos metros más allá, luego otra, y otras más. Minghao y Wonwoo las reconocieron de inmediato. Eran las mismas cosas que habían enfrentado en el Purple Rose, y luego en la cueva bajo la catedral.

—Mierda —murmuró Wonwoo.

Estaban rodeados. Las criaturas seguían apareciendo una tras otra, con claras intenciones de atacar. Los chicos se prepararon para hacerles frente de inmediato: ambos brazos de Wonwoo se convirtieron en grandes garras, y tanto Woozi como Minghao, sacaron encendedores de sus bolsillos, y crearon bolas de fuego entre sus manos. Del otro lado, los brazos de Hoshi sufrieron una transformación muy similar a la de Wonwoo, pero con forma garras felinas a rayas. A su lado, Jun empuñaba sus espadas de samurai, mientras un par de alas negras crecían desde su espalda. El Kelpie por su parte, adoptó una postura defensiva. Sus manos estaba cubiertas por lo que parecían pequeñas escamas que brillaban con la luz de los faros del auto. Permanecieron en posición de ataque durante un par de minutos, más las criaturas no se movieron. De pronto, un par de rayos cruzaron el cielo. Un sonido similar al de una trompeta retumbó en el aire, y una figura humana apareció frente a ellos. Tenía el cuerpo cubierto por una armadura plateada, y dos alas grises en su espalda. En su mano derecha portaba una enorme lanza roja como la sangre, larga y delgada, con dos largos dientes en su punta. Un nuevo rayo cruzó el cielo cuando el sujeto puso los pies en el suelo. Observó a Wonwoo, lo apuntó con la lanza, y gesticuló, aunque ningún sonido salió de su boca.

—Dice que no intervengamos —murmuró Wonwoo, el único con oídos tan poderosos, como para oír el susurro del recién llegado —, que no tenemos oportunidad.

—¡Eso ya lo sabemos! —protestó Woozi —. Además ¿Quién es él para decirnos qué debemos hacer?

—Es el Arcángel Gabriel —respondió Wonwoo, arrugando el ceño—. Dice que si luchamos, sus ángeles nos destruirán también.

—¿Cómo piensa derrotar a Lilith? —preguntó Minghao.

Gabriel volvió a mover los labios.

—Con la Lanza de Longinus —dijo Wonwoo, concentrándose para oír mejor —, la misma que mató a Jesucristo. Con ella destruirá el cuerpo de Lilith, y su alma regresará al Infierno. Luego obligará al Ángel de la Muerte a cerrar el portal para que no pueda escapar de nuevo.

—¿Qué hay de Jeonghan? —murmuró Woozi.

Wonwoo abrió los ojos y la boca, más no respondió. Un nuevo rayo cruzó el cielo, y la trompeta sonó otra vez. Minghao alzó la vista. Sobre ellos habían miles de esas criaturas, a las que el hombre de la catedral llamaba ángeles. Gabriel se elevó en el aire, y sus alas se desplegaron. Voló sobre ellos, y luego, hacia la catedral. Las criaturas se elevaron y fueron tras él. Un nuevo rayo iluminó el cielo, después se hizo el silencio.

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DEVIL SIDE [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora