XXIII

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Una hora después, y cuando Woozi estuvo satisfecho con la información extraída al sujeto de la catedral, decidieron emprender rumbo al parque.

—¿Y esos? —preguntó Woozi, al ver a Seungcheol sentado en la parte trasera del auto, junto a la señorita Kim, y a Mingyu en el asiento del piloto —¡No querrán que vayan con nosotros! —exclamó.

Su mirada estaba clavada sobre Seungcheol, con una mueca de asco indiscutible en el rostro, en parte porque era humano, en parte por la historia relatada por Wonwoo.

—Asumo que no te refieres a mí —dijo Mingyu, alzando una ceja.

—Es difícil deshacerse de las garrapatas —gruñó Woozi —, en especial de una tan pegajosa como tú —sentenció, girando los ojos, con lo que Mingyu sonrió satisfecho —. Pero ellos —continuó —, no tienen que ver con esto.

—Woozi... —comenzó a hablar Wonwoo, más fue interrumpido por Seungcheol.

—Yo si voy —dijo, serio.

—¿Tú? —se burló Woozi, y de inmediato soltó una carcajada —¿Para qué? ¡No eres más que un simple e inútil humano! ¡Ni siquiera sé por qué están aquí!

—Vine por Jeonghan —respondió Seungcheol.

—¿Por Jeonghan? —repitió Woozi —¡Já! ¿Qué asuntos puede tener él con un ser miserable como tú?

—Eso no te incumbe —dijo Seungcheol, entrecerrando los ojos —, pero si quieres saberlo, él me importa tanto como a ti.

El rostro de Woozi se deformó al oírlo. Cogió a Seungcheol por el cuello del abrigo, tiró de él lo suficientemente fuerte para sacarlo del auto, y lo estampó contra el suelo, logrando que el resto se sobresaltara, y que la señorita Kim soltara un grito.

—¡ESCÚCHAME, HIJO DE PUTA! —rugió Woozi, apretado el cuello del muchacho —¡¿QUÉ SABES TÚ DE ÉL?! ¡NADA! ¡NO SABES NADA!

—Sé lo suficiente como para que me importe —murmuró Seungcheol, intentando quitárselo de encima.

—¡ASQUEROSO HUMANO! —gritó Woozi, presionando aún más la garganta de su presa —¡Voy a desollarte!

Las cosas se hubieran puesto realmente feas si Wonwoo y Minghao no intervienen. Entre ambos, lograron alejar a Woozi del cuello de Seungcheol.

—¿Estás bien? —preguntó Mingyu, quién se había bajado del automóvil y, ahora cogía Seungcheol por el brazo para ayudarlo a incorporarse.

—Sí, estoy bien... —respondió este, tomando una gran bocanada de aire.

Unos metros más allá, los dos híbridos se debatían en una mini batalla para calmar al tercero, que seguía soltando improperios. Tuvieron que contenerlo por varios minutos antes de que dejara de maldecir.

—Jihoon... —dijo Wonwoo, un momento después, pero fue interrumpido por el aludido.

—¡NO ME LLAMES DE ESE MODO! —rugió el chico.

—A Jeonghan se lo permites —intervino Minghao.

—Tú no eres él... —dijo Woozi, enfurecido.

—¡Exacto! —respondió Wonwoo —No soy él. Por eso estamos aquí. Sé que no te gustan los humanos, y tampoco nosotros. Pero en realidad, lo único que importa ahora, es que encontremos a Jeonghan con vida. Hannie nos necesita, y tus ataques de celos no ayudan en absoluto. Así que más vale que te controles.

Woozi lo observó un segundo, como si hubiera recibido una bofetada en pleno rostro. Luego arrugó el ceño y apretó los dientes mientras bajaba la mirada derrotado. Mingyu sonrió al ver la escena.

—Y es por eso que lo amo —murmuró con la vista fija en el chico lobo.

—Bien —continuó este último —, dado que Seungcheol dejó en claro sus intenciones, irá con nosotros. Sin embargo, Señorita Kim —dijo, dirigiéndose hacia la mujer —, me temo que tendrá que quedarse. Esto será en extremo peligroso.

Al oírlo, la mujer comenzó a temblar.

—No se preocupe —la tranquilizó Minghao —. Se quedará en la casa de Woozi. Es el lugar más seguro en el que puede estar.

Aquellas palabras reavivaron las fuerzas del chico.

—¡¿QUÉ?! ¡¿POR QUÉ EN MI CASA?! —protestó.

—Porque es cómoda —bromeó Mingyu, con lo que sólo logró enfurecerlo aún más, y recibir una mirada reprobatoria de Wonwoo de paso.

—Porque tu sistema de seguridad es el mejor —dijo este último —. Si un gusano quisiera atacarla, podrán protegerla.

—¡No! ¡Me niego a dejar que una humana se inmiscuya! —bociferó Woozi.

—Es eso o llevarla con nosotros —dijo Minghao, alzando una ceja.

—¡¿Y por qué carajos tenemos que hacernos cargo de ella?! —siguió protestando Woozi.

—Porque está marcada —explicó Wonwoo —. Y Hannie no nos perdonaría si algo le sucede.

Eso fue suficiente para apaciguar los ánimos de Woozi de nuevo.

—Por eso odio a los humanos ¡Son tan débiles! —murmuró unos segundos después —¡Bien! ¡Pero la mataré si llega a tocar algo! —advirtió.

La señorita Kim sintió un enorme escalofríos al ver la mirada de odio que le dirigió Woozi. La chica entendió que no le quedaba más remedio que obedecer, y a regañadientes, se bajó del auto y se instaló en la oficina.

—Tome —dijo Wonwoo, entregándole una manta —. Aquí estará segura. Intente descansar.

Los chicos estaban a punto de dejar la habitación, cuando la profesora se incorporó de un salto y cogió a Seungcheol por el abrigo.

—¡Por favor! ¡No me deje! —suplicó.

—No se preocupe señorita Kim —la tranquilizó Seungcheol, cogiéndole la mano —. Regresaré por usted.

—¡Ah! ¡Que fastidio! —murmuró Woozi, al ver la escena.

Terminado el asunto, se montaron en el coche y Woozi los guió hasta una plaza de contenedores. Buscó el suyo, y al abrirlo, encontraron una enorme cantidad de armas de distintos tipos y tamaños. Unos minutos después, y habiendo cargado el automóvil con una cantidad espeluznante de objetos que iban desde pequeñas dagas hasta un gran rifle de asalto, partieron hacia el parque, el mismo en el que Seungcheol había descubierto unos días atrás que su guapo vecino escondía más que un par de secretos.

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DEVIL SIDE [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora