DEVIL SIDE [TERMINADA]

VII

Jeonghan intentó dormir, más le fue imposible. No por dolor, sino porque no comprendía qué hacía un nido de gusanos tan cerca de la superficie. Eso no era normal. Algo sucedía en esa ciudad, y debía averiguar de qué se trataba lo más pronto posible. Se incorporó.

—Tu amigo dijo que debes descansar —oyó la voz de Seungcheol a su lado. 

Había olvidado que estaba allí. Jeonghan lo observó, enojado. Su presencia le molestaba, no tanto por como lo miraba, o por su rostro enrojecido, sino porque sabía que lo que ese humano pudiera sentir por él, no era real.

—No tengo tiempo para perder en estupideces —gruñó, incorporándose. 

Más sólo logró dar un par de pasos antes de perder el equilibrio e irse a tierra. Seungcheol lo atrapó justo antes de que cayera.

—¿Estás bien? —preguntó, preocupado.

Jeonghan lo miró nuevamente. El rostro de Seungcheol se puso colorado como un tomate.

—Lo que sientes no es real —dijo Jeonghan.

Seungcheol quedó helado ¿Acaso el chico sabía lo que provocaba en él?

—¿De qué hablas? —murmuró, cohibido.

—Por eso odio a los humanos —dijo Jeonghan, sentándose en la orilla de la cama.

Quitó la venda que cubría su abdomen, y Seungcheol pudo ver su torso y su vientre blancos y trabajados. Realmente parecía un ser de otro mundo.

—Está tardando demasiado —murmuró Jeonghan para sí, al ver que aún sangraba.

Seungcheol cogió un trozo de venda que había en la mesa de noche y lo aplicó sobre la herida del otro casi por reflejo. No fue consciente de lo que hizo hasta que se dio cuenta de que Jeonghan lo observaba.

—¿No sientes miedo? —preguntó el chico, desconcertado.

—¿Miedo de qué? —dijo Seungcheol, alzando las cejas.

—De todo esto —respondió Jeonghan —... de mí.

—Bueno, debo reconocer que el sólo recuerdo de esa cosa, hace que quiera llorar —dijo Seungcheol —. Pero no tú... 

En ese instante, un extraño impulso nació en su estómago. Alargó su mano, y acarició el rostro del chico con sus dedos. Su piel era suave, igual que el terciopelo. Sus ojos se encontraron con los de Jeonghan, y se perdió en ellos. Estaba totalmente hechizado por ese hermoso ser que tenía en frente, y por un segundo, se olvidó del mundo. La situación también tomó por sorpresa a Jeonghan. Estaba desconcertado. No entendía cómo ese humano, que acababa de presenciar algo que dejaría en shock a cualquiera, podía estar frente a él sin sentir miedo, y además, tratarlo con ternura. Cuando Seungcheol al fin se dio cuenta de lo que estaba haciendo, se retiró la mano de su rostro, y se incorporó.

—¡Iré por ropa limpia! —exclamó demasiado rápido, y acto seguido, salió de la habitación.

Una vez en el pasillo, apoyó su espalda en el muro y deslizó ambas manos sobre su cabello. Había estado a punto de besar a Jeonghan.

—¡¿Qué me sucede?! —dijo para sí.

Estaba cada vez más confundido, no sólo por los acontecimientos ocurridos esa noche, sino también por sus sentimientos hacia el chico. El contacto con su piel había despertado algo más en él, algo que jamás había sentido antes. A esas alturas, era mucho más que sólo atracción física. Negó con la cabeza. Si seguía así, terminaría volviéndose loco, estaba seguro. Suspiró, y caminó en dirección a lo que parecía un guardarropa, pero no alcanzó a dar con él, pues alguien cubrió su boca, y lo arrastró dentro de un lavabo.

—No te muevas —susurró la voz de Jeonghan.

Seungcheol tragó saliva. Yoon estaba semidesnudo, y tan cerca de él, que sentía el calor que desprendía de su cuerpo. El chico lo observó. Parecía divertido.

—En otras circunstancias, tal vez te habría ayudado con tu problema —susurró, mirando el bulto que crecía en la entrepierna del humano —. Pero ahora no tenemos tiempo para eso. Nos encontraron.

En efecto, mientras Seungcheol intentaba poner sus pensamientos en orden, un par de gusanos se colaron en la bodega que Minghao utilizaba como su hogar. 

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