XXII

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—Woozi, soy Hao —dijo Minghao —¡Espera, no cuelgues! Se trata de Jeonghan. Está en problemas.

—¡¿QUÉ HICIERON MALDITOS BASTARDOS?!

La voz del chico se oyó tan alto desde el otro lado del auricular, que Minghao tuvo que alejar el móvil de su oído, e incluso el resto de los presentes pudo oírlo.

—¡No fue nuestra culpa!

—¡¿ENTONCES DE QUIÉN?! —gritó Woozi, pero Wonwoo tomó el móvil y lo cortó en seco.

—Tus gritos no ayudan en absoluto —lo reprochó —. Además, no es algo que podamos hablar por teléfono. Iremos a tu oficina —agregó, antes de colgar.

—¡Me encanta cuando se encabrona! —murmuró Mingyu, girando los ojos —¿Realmente es necesario ir?

—Sí —confirmó Wonwoo —. Es nuestra mejor alternativa. Aunque no sé si ustedes deban —dudó, observando a Mingyu y a Seungcheol.

—¡Yo voy! —dijo el último, de inmediato —No me quedaré aquí sin hacer nada.

Wonwoo arrugó el ceño, preocupado. Estaba a punto de negar la petición de Seungcheol, cuando Mingyu lo interrumpió.

—Yo también voy —dijo.

—Mingyu... —murmuró Wonwoo, seriamente —. Sabes que es complejo.

—Por favor... —suplicó el aludido —. Podemos esperar en el auto.

Miró a Wonwoo, quién vio en sus ojos la misma angustia que lo embargaba desde que desapareció Jeonghan.

—De acuerdo —cedió Wonwoo, finalmente —. Si ese es el caso, tendremos que llevar a la señorita Kim con nosotros.

La chica abrió profirió un gemido al oírlo. No estaba segura de soportar otra incursión con ese extraño grupo, pero le daba aún más miedo tener que quedarse sola sabiendo que esos monstruos estaban por ahí afuera, de modo que no pudo oponerse.

—¿Qué hacemos con él? —preguntó Minghao, apuntando al sujeto de la catedral.

—También viene —dijo Wonwoo —. Seguro Woozi querrá hablar con él.

Esta vez utilizaron un solo auto. Mingyu conducía con Wonwoo de copiloto. Minghao, Seungcheol, y una asustada señorita Kim ocupaban el asiento de atrás. El hombre de la catedral iba en el maletero, firmemente atado.

—¿Quién es ese Woozi? —preguntó Seungcheol, mientras avanzaban por las calles de la ciudad.

La duda había rondando en su cabeza desde que oyó la conversación por teléfono. El sujeto se había alterado mucho, lo que indicaba cuán importante era Jeonghan para él. ¿Eran cercanos? Probablemente, y no podía mantenerse ajeno a eso.

—Era parte del equipo —explicó Minghao —. Pero se marchó cuando Wonwoo y Mingyu decidieron mudarse juntos.

—¡¿Otra vez culpándome?! —protestó el último —¡No es mi problema que sea un resentido!

Wonwoo soltó una carcajada.

—Tranquilo —dijo, acariciando el muslo del chico —, nadie te culpa. Todos sabemos que es temperamental.

Luego se volteó hacia Seungcheol

—Crecimos juntos —dijo —. Hannie, Woozi, Hao y yo, nos conocimos en el Centro de Entrenamiento. Los cuatro teníamos historias parecidas: abandonados por nuestras madres, secuestrados por tipos como Bin, huérfanos, odiados por el mundo. Y de alguna forma, todos llegamos a entrenar al mismo lugar ¡Era realmente duro! Hannie es el mayor, así que siempre cuidó de nosotros. Robaba comida de la bodega del centro de entrenamiento para alimentarnos cuando nos encerraban sin bocado. Supongo que por eso nos apegamos tanto a él, en especial Woozi. Siempre fue bajito y los demás chicos lo molestaban. Hannie lo defendía. Después de que lo conoció, Woozi no volvió a separarse de él, y tampoco nosotros.

DEVIL SIDE [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora