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Luego de salir del alcantarillado, los dos humanos y el híbrido caminaron sigilosamente a través del pasillo que comunicaba con el sótano, con el lobo a la cabeza, seguido de Mingyu y con Seungcheol al final.

—¿Cuál es el plan? —preguntó este último.

—Encontrar a Jeonghan y traerlo de regreso —dijo Mingyu.

—¡Ya lo sé! —se quejó Seungcheol, tratando de mantener el volumen de su voz lo más bajo posible —. Pero ¿Cómo lo haremos?

—Esperaba que tú me lo dijeras —respondió Mingyu.

—¿Yo? —murmuró Seungcheol, confundido.

—Bueno, eres el único que lo ha visto después de que desapareció —explicó Mingyu —, o al menos el único que ha visto su cuerpo desde entonces.

—¡Mingyu, era él! —insistió Seungcheol —... es decir... algo se apoderó de su cuerpo... —observó sus manos, como si allí estuviera la respuesta —... pero estoy seguro que en alguna parte, estaba él.

El miedo se apoderó de nuevo de su mente ¿Y si se equivocaba? ¿Y si no podía recuperarlo? Pensaba en eso, cuando un aroma putrefacto penetró su nariz.

—Huele horrible —murmuró, haciendo un gesto de asco—, casi tan mal como cuando estábamos en el Infierno.

—Bueno, técnicamente seguimos en el Infierno —respondió Mingyu en un murmullo también.

—Tienes razón —dijo Seungcheol —. Había olvidado que...

No alcanzó a terminar la frase, pues algo desconocido golpeó su estómago y lo lanzó contra una pared. Cayó pesadamente contra el suelo, inconsciente. Mingyu hubiera sufrido la misma suerte de no ser por los rápidos reflejos del hombre lobo, quién lo empujó hacia un lado y recibió el ataque del demonio en su lugar. También dio contra la pared, pero, a diferencia de Seungcheol, logró mantenerse en pie. No tuvo tiempo para verificar si Mingyu estaba bien, pues un ser del tamaño de un humano y medio le cerró el paso. Tenía las manos y los pies palmeados, labios espantosamente gruesos y fofos, vidriosos ojos saltones, dedos terminados en inmensas garras que arrastraba por el suelo, y un color verde musgo en la piel. El monstruo alzó su mano y sus afiladas uñas se enterraron en la pared, ahí donde Wonwoo había estado parado hace un segundo. Saltó por el aire y logró esquivarlo, sólo para ser atacado por un segundo monstruo con el aspecto de un cadáver disecado, carente tanto de su mano como de su ojo izquierdo, el cual parecía incrustado en su mano derecha, cuyo dedo índice (y al igual que el primer monstruo) terminaba en una enorme garra. El arañazo desgarró parte del costado del chico lobo, ya herido por las batallas anteriores. Soltó un gruñido, y antes de que pudiera reaccionar, lo atacó un ser reptiliano de dos cabezas y cuellos de serpientes, con tentáculos en vez de brazos. Uno de ellos lo cogió y lo lanzó del otro lado del sótano. Esta vez sí golpeó la pared y cayó pesadamente al suelo. Tosió, y escupió sangre, que formó un charco en el piso. Rápidamente el primer monstruo, ese con cabeza de pez deformada, se lanzó sobre él y enterró sus garras en la panza del lobo, que soltó un alarido.

—¡Wonwoo! —exclamó Mingyu, desde el suelo.

Si continuaba de ese modo, el híbrido moriría irremediablemente. Sin pensarlo dos veces, Mingyu cogió la automática que llevaba bajo su pantalón, y la descargó en dirección al ser.

—¡Hey! ¡Hey! ¡Por aquí, pedazo de mierda! —gritó, tratando de llamar la atención del demonio sobre sí.

Disparó hasta que ya no quedaron balas en la recámara, así que tomó un segundo cargador, y volvió a disparar. Estaba tan concentrado intentando alejar el monstruo que atacaba a Wonwoo, que no notó cuando el ser de una sola mano se movió hasta él, y sólo fue consciente cuando sintió un agudo e intenso dolor en el abdomen. El demonio lo había atravesado con su largo dedo índice. Mingyu observó su playera, que poco a poco comenzaba a tornarse marrón producto de la sangre que escurría por la herida. Tenía menos de veinte segundos antes de entrar en shock, lo suficiente para efectuar un par de disparos más. Apuntó directamente a la cabeza del demonio pez, quién mantenía la mano en alto sobre el cuerpo del chico lobo, y apretó el gatillo. Logró darle en uno de los ojos saltones, que reventó cual globo lleno de agua. El monstruo emitió un sonido desgarrador y llevó sus manos a la zona malograda, de donde escurría un líquido viscoso y horadante. Mingyu apuntó a su otro ojo, pero las consecuencias de su propia herida comenzaron a hacerse notar. Sus manos perdieron fuerzas y el arma resbaló al suelo. Su visión se tornó borrosa, y su cuerpo se fue a tierra, quedando tirado sobre el piso.

—¡Mingyu!

Seungcheol había recobrado la consciencia justo en el instante en que Kim fue atacado. Un segundo después oyó el disparo, y lo siguiente que vio, fue al chico en el suelo. Wonwoo también lo vio. Incluso cuando estaba mortalmente herido, ver a Mingyu en ese estado le dio fuerzas suficientes para incorporarse y atacar. Saltó sobre el monstruo cara de pez y mordió su cara, arrancando el ojo que le quedaba y parte de sus gruesos labios. El demonio aulló y cayó de rodillas. Acto seguido, el chico lobo se lanzó sobre él demonio manco, derribándolo. Nuevamente se enzarzaron en una feroz batalla, en la que ambos atacaban al otro con todas sus fuerzas. Unos metros más allá, el tercer monstruo, ese con tentáculos en los brazos, se preparó para atacar al chico lobo. Seungcheol lo observó. Wonwoo parecía tener oportunidad contra el ser manco, pero defintivamente no podría hacer frente a dos de ellos. Se incorporó de inmediato, desenfundó su propia arma y trató de darle, mas ni siquiera estuvo cerca. Este se giró hacia él, y al verlo, sus dos cabezas gruñeron. En menos de un segundo, el monstruo enredó sus tentáculos en el cuello de Seungcheol y lo elevó por los aires, cortándole la respiración. Intentó aflojar el agarre de su captor con las manos, pero sólo consiguió ser estrangulado con mayor fuerza. Mingyu seguía inconsciente en el suelo, y un charco de sangre se formaba lentamente bajo su cuerpo. Un poco mas allá, el chico lobo seguía debatiéndose a muerte con la criatura sin una mano. Ninguno de los dos podría ayudar a Seungcheol, que estaba a punto de desmayarse por la falta de oxígeno en su cerebro. Iba a morir. El recuerdo de Jeonghan durmiendo en sus brazos vino a su memoria.

Lo lamento. No pude salvarte.

Su nombre fue lo último que salió de su boca. De pronto, algo salpicó en su cara, y los tentáculos se aflojaron, dejándolo caer sobre el piso. Seungcheol tosió. Mientras recuperaba el aire perdido, la cabeza del demonio cayó junto a él, cercenada. El cuerpo del monstruo también cayó al suelo, inerte. Y al mirar hacia arriba, vio un rostro familiar. Era el Ángel de la Muerte.

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DEVIL SIDE [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora