XIV

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—Te dije que te mantuvieras alejado de mi —susurró Jeonghan.

Seungcheol pestañeó, y en un segundo, lo ojos del chico habían recuperado su hermoso color castaño. Sin embargo aquella sensación no desapareció de su cuerpo. Temblaba de pies a cabeza y no podía moverse. Jeonghan pareció notarlo, porque lo cogió de la mano y lo arrastró hasta la salida. Cuando llegaron al auto, los demás ya estaban allí. Jeonghan empujó a Seungcheol dentro, y se subió del otro lado, dejando a Minghao en medio de ambos. Aún así, Seungcheol no dejó de temblar.
Nadie dijo palabra durante el camino de regreso. En su vida de cazadores, habían visto muchas cosas extrañas. Pero eso, esas criaturas, jamás.

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—Toma, bebe esto. Te hará sentir mejor —dijo Mingyu, entregándole una taza con lo que parecía té.

—Gracias —balbuceó Seungcheol.

Bebió un sorbo y casi lo devolvió. Estaba tan dulce que parecía caramelo. Mingyu soltó una sutil carcajada.

—Lo lamento —se disculpó —. Le puse mucha azúcar. Creí que la necesitarías.

Seungcheol le devolvió la sonrisa.

—Definitivamente —murmuró.

Medio metro más allá, Minghao era atendido por Wonwoo. Tenía un corte en el costado del hombro.

—No parece estar envenenada —dijo, luego de examinar la herida —. Con esto debería bastar.

Wonwoo escurrió lo que parecía solución estéril y luego aplicó una compresa. En el sillón de enfrente, Jeonghan observaba el techo del apartamento, con la cabeza apoyada en el respaldar. Su cabello caía libremente hacia los costados. Tenía varios cortes en la mano derecha, y algunas partes de las prendas que llevaba estaban rotas. La mejilla había dejado de sangrar. Seungcheol lo observó por el rabillo del ojo. Nuevamente lucía hermoso y surreal. Sus labios apretados parecían una fresa madura, y su cuello, desde aquel ángulo, se apreciaba en todo su esplendor ¿Realmente era el mismo Jeonghan que había aniquilado a la mitad de esas criaturas? ¿El mismo que, con una mirada le hizo sentir el miedo más profundo, terrible y desolador que jamás imaginó pudiera existir? Parecía alguien completamente diferente. Jeonghan lo observó de pronto, también por el rabillo del ojo. Al notarlo, Seungcheol desvío rápidamente su mirada, sin saber si lo hacía para evitar ser sorprendido espiando, o porque aún tenía miedo.

—Listo —anunció Wonwoo —, ya está.

Había terminado de vendar el brazo lastimado de Minghao.

—Hannie, tu turno —dijo, volteando hacia el otro —. Deja que vea tu mano.

—No te preocupes —respondió este, incorporándose —, mañana ni siquiera lo recordaré. Tomaré un baño. Ustedes vayan a dormir. Yo haré guardia esta noche.

—¿Tú solo? —dijo Minghao —¡También necesitas descansar!

—Al parecer, soy el único que puede verlos —dijo Jeonghan —. No hay mucho que discutir.

Los demás no lo contradijeron, pues sabían que Jeonghan estaba en lo cierto.

—Vayan a dormir —repitió el chico, saliendo por la puerta rumbo al lavabo.

Seungcheol frunció los labios ¿Fue impresión suya o Jeonghan lo estaba mirando? Solo duró una fracción de segundo, pero Seungcheol pudo ver sus ojos sobre su propio rostro mientras hablaba, estaba seguro. Era cierto que Jeonghan era el único que podía ver a aquellas criaturas. Aún así, Seungcheol se preguntó si era posible que decidiera hacer guardia para evitar que tuvieran que compartir habitación.

—Ya escucharon —dijo Wonwoo, incorporándose también.

Los demás le siguieron. Seungcheol se dirigió a la habitación y se acostó sobre la cama. La almohada aún conservaba el aroma de Jeonghan. Su piel se erizó con sólo oler su perfume. La imagen de aquellos ojos llenos de oscuridad parecía tan lejana, como si fuera el recuerdo de una pesadilla. Estuvo recostado al menos una hora sin poder conciliar el sueño antes de mirar el reloj y descubrir que eran las cuatro de la mañana.

—Mierda...

Necesitaba verlo. Se incorporó y caminó hasta el salón. Jeonghan estaba recostado a lo largo del sillón, con el brazo derecho sobre sus ojos. Parecía dormir. La herida de la mano ya no tenía tan mal aspecto como hacía una hora atrás. Su poder de curación era impresionante, así como también era impresionante su belleza. Seungcheol quedó hipnotizado nuevamente con sus hermosos labios. Estuvo parado allí varios minutos antes de oír su voz.

—¿Cuánto tiempo estarás observándome como idiota? —dijo Jeonghan, sin moverse.

Seungcheol se sorprendió. Así que estaba despierto.

—Lo lamento —balbuceó —. No puedo evitarlo...

Jeonghan no respondió. Se incorporó un segundo después y se paró frente a Seungcheol.

—Ya no tiemblas —dijo.

—No —respondió Seungcheol, intentando mantener la compostura.

Estaban tan cerca, que sentía el calor que despedía el cuerpo del otro.

—Eso no significa que no vuelva a ocurrir —murmuró Jeonghan, mirándolo a los ojos.

Seungcheol volvió a perderse en aquella mirada, tan profunda como el desierto. Sin ser dueño de su cuerpo, llevó una mano hasta el rostro de Jeonghan. Este cogió su muñeca antes de que tocara su mejilla, más Seungcheol continuó.

—Lo sé —dijo, acariciando su piel —. Pero estoy dispuesto a correr el riesgo —añadió antes de besarlo.

Para su sorpresa, Jeonghan no lo detuvo.

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DEVIL SIDE [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora