XVII

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Habían pasado solo tres días desde que estuvo en el apartamento por última vez, y sin embargo parecía tan lejano. Seungcheol se bajó del automóvil y observó el edificio, y luego a la gente que transitaba por la calzada, sin otra preocupación más que llegar temprano al trabajo ¿Cómo podían seguir con sus vidas tan tranquilamente, habiendo enormes monstruos con colmillos afilados, demonios que lanzan fuego y seres alados capaces de rebanar a una persona en un segundo? Parecía como si acabara de salir de una dimensión paralela. Pero era entendible. Hasta hace tres días, él mismo no tenía idea de la existencia de aquel mundo. Suspiró.

—Se siente extraño ¿Verdad? —Oyó la voz de Mingyu a su lado.

—Sí ... —murmuró Seungcheol.

—No te preocupes —lo consoló Mingyu —, te acostumbrarás —dijo mientras caminaba hacia la puerta.

Seungcheol lo siguió, meditando sus palabras. "Te acostumbrarás" ¿Qué querría decir con eso? ¿Que no volvería a vivir normalmente, como las personas que caminaban por la calzada? Aunque, pensándolo bien, si tenía que elegir entre continuar con su vida mundana y rutinaria como profesor de primaria, o quedarse en ese extraño mundo, dónde corría el riesgo de ser devorado por un enorme gusano, o cortado en dos por un ser con traje de metal, si podía permanecer al lado de Jeonghan para siempre, elegiría lo segundo sin pensarlo dos veces. Sí, definitivamente cualquier cosa valdría la pena con tal de estar junto a él. Incluso si tenía que seguirlo hasta el mismísimo Infierno, lo haría con gusto y sin dudarlo.

—¡Buenas tardes! —saludó el nuevo recepcionista.

—Buenas tardes —saludó Mingyu.

Seungcheol lo imitó. Aparentemente el chico nuevo no conocía al antiguo dueño de su puesto.

—¿Hacia dónde se dirigen? —preguntó el chico.

—Al piso diez —respondió Mingyu.

—¡¿Piso diez?! —exclamó.

El chico abrió los ojos desmesuradamente. De pronto se había puesto pálido

—Ese piso... —tartamudeó —Me dijeron que...

—¡Choi Seungcheol! —dijo de pronto el pelinegro —Vamos a mi apartamento, el número cinco.

—¡Ah! ¡Es cierto! Hay otro inquilino —dijo el recepcionista, aliviado.

Así que el chico nuevo también había sido advertido respecto a Jeonghan. Era de esperarse. Mingyu sonreía divertido a su lado. El recepcionista confirmó la identidad de Seungcheol y dejó pasar a ambos hacia el ascensor.

—Su reputación es innegable —dijo Mingyu, encogiéndose de hombros.

Ambos soltaron una carcajada y siguieron riendo hasta que llegaron a su destino. Sin embargo, antes de que se abrieran las puertas del ascensor, Mingyu pulsó el botón de detención de emergencia. Había perdido su sonrisa.

—¿Sabes usarla? —preguntó, sacando una Colt 45 de uno de los bolsillos de su abrigo.

Sí, sabía usarla. Su padre le había enseñado cuando era adolescente, aunque nunca llegó a utilizar una. Así se lo hizo saber a Mingyu, mientras cogía el arma con una mano temblorosa, y la metía en su pantalón.

—No te preocupes —dijo Mingyu —. Es solo por precaución. Espero que no tengamos que usarlas

Mingyu pulsó el botón para abrir la puerta, y ambos bajaron. El plan era ir en primer lugar hasta el apartamento de Jeonghan, coger algo de ropa, ponerlas en un bolso, y luego ir al apartamento de Seungcheol por lo que él considerara indispensable. Todo debía ser rápido y preciso. No podían correr el riesgo de que alguien, o más bien algo, los atacara de improviso. Caminaron lentamente por el pasillo hacia el apartamento de Jeonghan, atentos a cualquier sonido que pudiera alertarlos sobre algún intruso, más el camino estaba libre. Mingyu sacó la llave de su bolsillo, abrió la puerta y entró, con Seungcheol siguiéndolo detrás. Dentro todo era misteriosamente normal, y a la vez misteriosamente llamativo. Estaba amoblado en tonos negros, rojos y blancos, y olía dulcemente a vainilla, un aroma que se acercaba mucho al aroma de la piel de Jeonghan. A Seungcheol se le revolvió el estómago al ver el sillón de cuero en el cual había visto al chico demonio desnudo por primera vez. Quizás Mingyu notó su sonrojo, pues lanzó una carcajada malévola.

DEVIL SIDE [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora