—Al fin has regresado, mi Ángel de la Muerte...
La voz conocida resonó en su cabeza. Poco a poco, su mente se conectó con la realidad. Sintió el aire entrar a sus pulmones, el frío que quemaba su rostro, el suelo duro bajo sus piernas, y el dolor que cubría su espalda. Jeonghan (o lo que alguna vez fue su cuerpo), abrió los ojos. Estaba de rodillas. En el suelo rocoso, habían algunas plumas negras, brillantes, y empapadas en sangre, probablemente restos de sus propias alas recién nacidas desde su adolorida espalda, que ahora se extendían sobre la roca, como si fuera una hermosa alfombra de oscuro terciopelo. Alzó su mano, y la observó, analizando cada detalle en ella. Movió los dedos, y luego tocó su rostro. Era real ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde la última vez que fue corpóreo? ¿Milenios? ¿Eones? No lo sabía, pero sin duda alguna, le pareció una eternidad. Porque el Ángel de la Muerte, el ser a quién Dios encomendó custodiar la Llave del Infierno, fue despojado de su cuerpo mortal, y su existencia permaneció dormida, hasta que fue despertado para que cumpliera con su última misión.
—Mi amado Ángel... —dijo una voz junto a él.
Jeonghan alzó la vista. Una criatura de apariencia femenina lo observaba muy de cerca.
—...es hora —susurró la mujer.
Tras ella, una horda de horrendos demonios se reunían, esperando el momento de ser liberados sobre la Tierra Humana.
Sí, es hora...
El Ángel de la Muerte cerró los ojos y posó sus manos en el suelo. Luego pronunció las palabras que rompían las cadenas del Infierno. Lilith sonrió. El momento que había esperado eternamente, al fin había llegado.
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Los chicos caminaban de regreso al parque cuando algo completamente inesperado sucedió: un auto salió de la nada y casi los atropella.
—¡Cuidado! —gritó Wonwoo.
Cogió a Mingyu por el brazo y tiró de él, apartándolo del camino. Minghao hizo lo mismo con Seungcheol. Woozi en tanto, saltó un par de metros, y al igual que los otros, logró esquivar el auto.
—¿Están bien? —preguntó el chico lobo.
—¡Sí! —respondió Minghao, desde el otro lado de la acera.
—¡¿Qué fue eso?! —exclamó Mingyu, un tanto asustado.
—Creo que... hemos regresado —murmuró Wonwoo, observando a su alrededor, pasmado.
Mingyu lo imitó. Efectivamente, el paisaje había cambiado. Ya no era gris y terroso, como cubierto de una espesa niebla o cenizas, y tampoco olía a huevos podridos. Parecía otra simple noche en algún lugar de la ciudad.
—¿Qué sucedió? —preguntó Seungcheol, confundido, luego de cruzar la calle y reunirse con los otros.
—No tengo la menor idea —respondió Wonwoo, serio.
—Tal vez a esto se refería el hombre de la catedral cuando dijo que Jeonghan abriría las Puertas del Infierno —comentó Minghao.
—Eso no suena bien —dijo Seungcheol.
—Estoy de acuerdo —confirmó Wonwoo —. Será mejor que volvamos a casa de Woozi lo antes posible.
Todos asintieron. Mingyu observó el lugar, como buscando.
—Denme un segundo —dijo.
Dio media vuelta y caminó hacia la derecha. Unos metros más allá, había un auto estacionado. Mingyu se acercó a la ventana, sacó un fino y largo gancho, lo metió en la cerradura, abrió la puerta, y subió en él.
—¡¿Qué esperan?! —gritó a los demás —¡No tenemos todo el día!
Los otros obedecieron. Montaron el auto, y partieron rumbo a la casa de Woozi. A esas alturas, ya comenzaba a amanecer, y los primeros rayos de luz se vislumbraban en el horizonte. No había rastro de otros demonios.
La mansión de Woozi continuaba tal cual la habían dejado la noche anterior. La señorita Kim dormía en el mismo sillón en el que se había sentado, en tanto el sujeto de la catedral, permanecía bien atado en el sótano. Mingyu y Seungcheol se quedaron junto a la chica, mientras los demás interrogaban al prisionero. También se había dormido.
—¡Oye escoria! —exclamó Woozi —¡Despierta!
El hombre abrió los ojos, y su rostro se deformó de terror al ver quién le hablaba.
—Eres un cruzado ¿Verdad? —preguntó Wonwoo.
El sujeto asintió. Su cuerpo temblaba de pies a cabeza.
—Jamás pensé que diría esto pero, necesitamos tu ayuda —suspiró Wonwoo.
—¡¿Qué quieren de mi!? —gimió, asustado.
—Necesitamos contactar a Gabriel —explicó el chico lobo —. Es urgente.
El hombre tardó sólo un segundo en comprender lo que sucedía. Si al comienzo estaba asustado, ahora parecía como si hubiera visto el mismísimo Infierno.
—Las abrió ¿Verdad? —murmuró en un susurro apenas audible —Ese monstruo... abrió las Cadenas del Infierno ¡Debieron dejar que lo matáramos cuando aún era posible! —gritó —¡Ahora nada ni nadie podrá detener el Apocalipsis!
—De acuerdo, ya estoy harto —dijo Woozi.
Acto seguido, cogió al hombre por las ropas y lo estampó contra la muralla. Una bola de fuego amenazaba con quemar el rostro del sujeto.
—Tienes tres segundos para hablar —murmuró Woozi —, y más vale que digas la verdad.
—¡El Santo Pontífice! —gritó el hombre, de inmediato —¡Él es el único que puede contactarlo! ¡Es la verdad, lo juro!
Woozi arrugó el ceño.
—No tenemos tiempo para eso —dijo Wonwoo —. Así que piensa en otra cosa que nos sirva.
El sujeto hizo silencio, así que Woozi acercó aún más la bola de fuego a su rostro.
—¡No hay nada que puedan hacer! —gimió el hombre —Si es cierto que el engendro ese abrió las Puertas del Infierno, entonces los demonios ya están sobre la Tierra Humana —respondió el hombre —. No se atreverán a salir mientras haya luz. Pero cuando caiga la noche, esto será un hervidero de demonios ¡Estamos tan jodidos! —dijo con una risa torcida.
Había perdido la cordura.
—No si podemos evitarlo — murmuró Woozi, entornando los ojos.
Soltó al hombre y lo dejó caer.
—¡Muévanse! —exclamó, mirando a los otros, quienes lo observaban sorprendidos —¡Tenemos trabajo que hacer! ¡No voy a permitir que destruyan mi casa! —dijo —Además... debemos rescatar a Jeonghan.
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DEVIL SIDE [TERMINADA]
FanfictionChoi Seungcheol es un profesor de primaria que acaba de mudarse a la ciudad. Adaptarse a su nueva vida ha sido sencillo, hasta que conoce a su guapo, misterioso, y extremadamente sexy vecino. ⚠️Contiene referencias sobre as3s*natos, s*xo expl*cito...