Dentro de la catedral, Lilith permanecía sentada en el asiento que solía usar el sacerdote cuando auspiciaba la misa. A su derecha, de pie, permanecía el Ángel de la Muerte, cuyo nombre dado por Dios era Samael. Observaban la batalla que se llevaba a cabo fuera del edificio a través de lo que parecía un espejo formado por trozos irregulares de cristal que flotaban frente a ellos. Allí se veía claramente cómo el ejército de ángeles atacaba incesantemente al demonio que custodiaba la entrada. De pronto, un rayo violeta cruzó los aires e hirió el ojo del enorme monstruo, quién chilló de dolor, instante que los ángeles aprovecharon para atacar con mayor fuerza. De seguir así, acabarían con él. Lilith frunció el ceño.
—Es tu turno, querido mío —dijo, cogiendo la mano de su hijo —. Acaba con ellos.
Este no respondió. Sólo desapareció en el aire, y un segundo después, su figura se vislumbró en el espejo. Como era de esperarse, el Ángel de la Muerte acabó rápidamente con el ejército. Su madre sonrió complacida. En ese instante, ocurrió algo inesperado: alguien pronunció el nombre de quién alguna vez custodió el cuerpo de Samael. Era un humano. El Ángel de la Muerte lo observó, y rapidamente se movió junto a él, dispuesto a asesinarlo. Alzó su espada para clavarla en su corazón, pero antes de lograr su cometido, se detuvo. Había duda en su rostro, algo que Lilith pudo ver claramente. Un segundo después, el Ángel de la Muerte desapareció del espejo mágico. No regresó al salón principal de la catedral. El rostro de Lilith se contrajo de ira. Su Angel había dudado, y todo por causa de un simple humano ¿Era posible que aún existiera rastros del antiguo ser que ocupaba el cuerpo de su vástago? De ser así, representaba una enorme amenaza. Debía deshacerse de ese humano cuanto antes.
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—¿Qué es esto? —preguntó Seungcheol.
Luego de recorrer algunas manzanas, se detuvieron frente a las ruinas de un edificio.
—Una antigua fábrica de carbón —dijo Mingyu.
Metió su mano en uno de los tantos bolsillos que tenía y extrajo un papel doblado, algo que le había entregado Wonwoo antes de iniciar el viaje. Lo desdobló. Era un mapa de la ciudad, pero no el actual. De hecho lucía bastante antiguo.
—Según esto, el sótano del edificio conecta con el antiguo acueducto de la ciudad. A través de él deberíamos llegar a la Catedral.
Los dos humanos y el lobo ingresaron en el lugar y caminaron escaleras abajo hasta el sótano. Mingyu encendió la linterna. Estaba derrumbado.
—Tendremos que limpiar para encontrar la entrada —comentó Seungcheol, cogiendo un trozo de muro caído.
No fue necesario que continuara, pues los colmillos de Wonwoo fueron más rápidos. Tras el muro de escombros se escondía una antigua puerta de hierro que se mantenía cerrada con cadenas. Wonwoo la arrancó con un solo zarpazo e ingresó en él.
—Vamos —dijo Mingyu —. Seungcheol, ten lista tu arma —agregó.
Seungcheol asintió. Allí abajo olía realmente mal, una mezcla entre cloaca sin ventilación y cadáver en descomposición. Por supuesto, no se comparaba con el aroma del Infierno, algo que Seungcheol jamás olvidaría. De todas formas, era asqueroso. Las ratas se amontonaban en las orillas de los muros, peleándose por la carne de otras ratas muertas, y del techo caían gotas viscosas de vaya a saber Dios qué. Avanzaron durante largos minutos siguiendo las instrucciones de Mingyu. Cada cierto tanto, las paredes retumbaban a causa de la guerra que se llevaba a cabo sobre sus cabezas, y aumentaban en periodicidad y fuerza a medida que caminaban. Una de ellas resquebrajó un muro y un trozo de piedra cayó justo al lado de Seungcheol.
—Creo que estamos cerca —dijo Mingyu.
Tenía razón. Unos metros más adelante, los muros estaban completamente agrietados y
en algunas zonas habían colapsado.—Esa debería ser la entrada a la Catedral —dijo Mingyu, apuntando una escotilla sobre ellos —. Seungcheol, ayúdame con esto.
Seungcheol asintió. Entrelazó sus manos y Mingyu apoyó su pie derecho en ellas y el otro en el hombro sano de Seungcheol.
—Aguanta un segundo —dijo Mingyu mientras giraba la rueda que servía como cerrojo.
Le llevó algo de tiempo, pues estaba oxidada, más finalmente lo logró. La escotilla se abrió haciendo un leve chirrido. Mingyu asomó la cabeza, pistola en mano. Era un cuarto oscuro. Alumbró con la linterna y reconoció el lugar de inmediato: estaban en el sótano de la Catedral. Unos metros más allá estaba la entrada a la caverna en donde había desaparecido Jeonghan la primera vez. Mingyu subió por completo y revisó cada rincón, buscando rastros de demonios, sin embargo, el lugar estaba completamente vacío.
—¡Es seguro! —anunció.
Se quitó el abrigo y lo lanzó por la escotilla. Abajo, Wonwoo había regresado a su forma humana, pues su cuerpo demonio no podría atravesar el reducido agujero. Seungcheol hizo palanca nuevamente, y con esfuerzo y ayuda de Mingyu, el chico lobo logró subir e inmediatamente se volvió a su forma híbrida. Seungcheol fue el último en dejar la cloaca.
—Ya estamos aquí —dijo —¿Ahora qué?
—Vamos a encontrar a Jeonghan —respondió Mingyu.
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Un piso más arriba se encontraba un confundido Ángel de La Muerte.
¡Jeonghan!
La voz del humano llamándolo no dejaba de sonar en su cabeza. No reconocía al chico, y tampoco ese nombre, sin embargo algo lo atormentaba. Observó sus manos. Temblaban.
¡Jeonghan!
Una punzada de dolor atravesó su cabeza, que intentó aplacar cogiéndola con sus manos, pero no se detuvo.
¡Jeonghan!
El Ángel de la Muerte soltó un grito silencioso mientras caía sobre sus rodillas. Los muros junto a él se resquebrajaron. De pronto, otra voz resonó en su cabeza.
—Regresa, hijo mío.
Incluso cuando el dolor no lo abandonaba, se incorporó de inmediato y acudió al llamado. Un segundo después, estaba de regreso junto al trono de su madre. Se arrodilló frente a ella. Lilith dejó su puesto, cogió la barbilla del Ángel de la Muerte y alzó su rostro sudoroso. Acto seguido besó sus labios, y lo cogió entre sus brazos. La voz que atormentaba a quién alguna vez fue el cuerpo de Jeonghan se acalló, el dolor desapareció, y su mirada volvió a perderse en la oscuridad. Lilith sonrió.
—Así está mejor —murmuró.
Unos instantes después, el espejo (que en ese minuto mostraba la batalla fuera de la Catedral) dibujó una nueva imagen: dos humanos y un lobo deambulaban por el pasillo que llevaba al sótano. Reconoció a uno de ellos como el humano que había confundido a su hijo mientras luchaba con los ángeles.
—Parece que tenemos compañía —murmuró Lilith.
Hizo una seña, e inmediatamente tres demonios se presentaron frente a ella.
—Mátenlos —ordenó.
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DEVIL SIDE [TERMINADA]
FanficChoi Seungcheol es un profesor de primaria que acaba de mudarse a la ciudad. Adaptarse a su nueva vida ha sido sencillo, hasta que conoce a su guapo, misterioso, y extremadamente sexy vecino. ⚠️Contiene referencias sobre as3s*natos, s*xo expl*cito...