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Rose.

Abro mis ojos sobresaltada al recordar que fue lo último que ocurrió. Gabi está enfrente de mí, sentado en el suelo mirándome.

Miro a mi alrededor, ya no estoy sentada en el pasto con el cuerpo de nana en mi regazo.

Imágenes se vienen a mi mente y con eso el dolor. Desearía que todo fuera un sueño o una mala broma. Oculto el dolor y guardo las imágenes del cuerpo sin vida de nana en una caja en lo más profundo de mi mente llena de cerraduras que la mantendrán segura y que evitara que los recuerdos me vuelvan a asechar.

Estoy en lo que parece una celda la cual tiene rejas que me mantienen encerrada.

- ¿Dónde estamos? – Pregunto.

- No sé. – Gabi responde. Él está sentado en el suelo, recostado a la pared, con una mirada de cansancio en su rostro.

Me levanto y trato de romper la barras de hierro usando toda mi fuerza, pero es inútil; no sé si es porque las barras están muy bien puestas o porque no tengo suficiente fuerza.

Me iré por la segunda debido a que me siento débil.

- Ya lo intente, es inútil. – Me dice Gabi.

Yo no me rindo y decido seguir intentando.

Intento crear una bola de energía usando magia para lanzarla contra las barras y así poder escapar, pero miro mis manos extrañada al ver que nada sucede.

- Icaeus. – Digo el hechizo, esta vez usando palabras creyendo de que quizás nada ocurre porque no estoy diciendo las palabras pero aun así nada sucede.

- Eso también lo intente. – Dice Gabi

- Necesitaba intentarlo. – Dejo de intentar para acercarme a Gabi y sentarme junto a él.

- Esto parece está rodeado de algún tipo de magia que está bloqueando nuestros poderes. – Comenta Gabi.

- Esto es nuevo. – Me refiero a la situación en la que estamos metidos. Es la primera vez que me secuestran.

- E interesante. – Dice Gabi. Tiene razón. Siempre me imagine como seria cuando me secuestraran, sé que no es normal preguntarme aquello, pero cuando naces en mi mundo esa es una de las ideas que siempre cruzan mi cabeza.

Recuesto mi cabeza en el hombro de Gabi rendida.

- ¿Cómo te sientes? – Me pregunta Gabi.

- Prefiero no hablar sobre el tema.

- Si, yo tampoco. – Comenta. – ¿Ahora qué hacemos? – Pregunta Gabi luego de un largo silencio.

- Supongo que esperar. – Digo.

Estamos sentados en el suelo sumidos en un silencio, en donde cada quien está metido en sus propios pensamientos, cuando escucho unos pasos acercarse, de al menos unas 5 personas.

Gabi se levanta tan rápido como escucha los pasos, en cambio yo me quedo sentada, estoy tan cansada que no me puedo ni mover.

- Déjennos ir. – Demanda Gabi tan rápido como aquellas personas se posan enfrente de nosotros.

Al verle sus rostros, los reconozco.

Es el consejo, y los mismos que intentaron meterse en mi cabeza. Al verlos pienso en lanzármeles encima y darle una paliza a cada uno de ellos, pero me intriga saber por qué ellos nos tienen a los dos aquí, como prisioneros.

- Nunca creí que los volvería a ver. – Lanzo una indirecta. Todos se miran confundidos. Yo les doy una inocente sonrisa. Se lo que está pasando por la mente de cada uno. Todos están serios, al parecer mi comentario no les causo gracia.

La Reina Trihíbrida #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora