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Rose.

- No tenías derecho de hacer eso. – Digo enojada. – Yo no soy como tus guardias, a los cuales les dices que hacer y esperas que lo hagan sin rechistar.

- No es para tanto que te pongas dramática. Te hice un favor, después de todo solo es ropa. – Dice quitándole importancia. Me siento indignada al escucharlo decirme aquello. Me doy cuenta que a este punto él cree que él está bien y yo estoy mal y no hay nada que pueda cambiar su mentalidad.

- ¿Dramática? ¿Favor? – Me ofendo. Llevo mis manos a la cabeza, meto mis dedos entre mi cabello y jalo de este sin pudor para así evitar perder el control. – Tú no tienes el derecho para venir a mi habitación, tomar toda mi ropa y tirarla a la basura para cambiarla por ropa de tu agrado sin siquiera consultármelo a mí. – Digo. – Esta mal, ¿Por qué no puedes verlo? – Me frustro.

- Es solo ropa, si no te gusta podemos ir a comprar más y olvidarnos de este mal entendido. – Este cambia su tono a uno dulce y comprensible. Actúa como si todo estuviera bien y todo quedo en el pasado.

Cansada de ver la ignorancia de Axel me dirijo hacia la puerta para salir de la habitación y no escuchar o ver el rostro de Axel.

- ¿A dónde vas? – Este sonríe y rueda los ojos como una forma de burlarse de mí. – Estas actuando como loca. Es solo ropa.

- Yo iré a ver si mi antigua ropa aún está en algún lugar de la casa y tú mientras te quedaras aquí solo, con tus pensamientos y no saldrás de esta habitación hasta que te des cuenta de lo que estás haciendo no importa cuánto te tome. – Digo para seguir con mi camino.

- Rose. – Me llama.

- Ni siquiera te inmutes en hablarme porque no te escuchare, a menos que sea para disculparte. – Digo para cerrar la conversación.

- Rose. – Lo escucho llamarme, pero lo ignoro. - ¡Rose! – Grita mi nombre, pero ni siquiera me inmuto.

Axel cree que solo me enoje por la ropa, es más que eso; yo jamás perdería el control por unos atuendos, los cuales me puedo volver a comprar. Es más que eso.

Axel desde el principio me ha estado manipulando, poniendo ideas en mi cabeza o haciéndome creer que yo estoy mal y el bien. Él siempre se sale con la suya, porque lo dejo, siempre deje que su voz suave, sus besos o cariñitos me distrajeran, pero ya no más.

Si él se da cuenta de lo que está haciendo y no intenta corregirlo, no tengo idea de hacia dónde ira nuestra relación. Solo espero que despierte e intente hacer algo, porque no me gustaría arruinar lo que tenemos.

Voy a la habitación de nana, algo me dice que busque ahí.

Abro la puerta y esta abrumadora energía me llega.

Su olor aún se mantiene en el lugar. La cama está perfectamente ordenada, a una esquina de la cama están sus chancletas, las mismas que usaba todo el día en la casa. Creo que esas chancletas son más viejas que yo.

En su mesita de noche esta un libro, el cual le faltan menos de 30 páginas para terminar.

Se llama "mujercitas". He visto ese libro repetidas veces en la mini biblioteca que tenemos, siempre tengo intención de leerlos, pero cuando llega el momento me daba pereza y lo olvidaba.

Nana cada día leía un libro, cuando terminaba uno, leía otro, a veces ni siquiera esperaba, tan rápido como terminaba uno, iniciaba otro, en varias ocasiones repetía libros, porque le gustaron. En una semana ella leía tres libros, a veces hasta cuatro. Desde que tengo memoria, nana siempre tenía un libro en la mano.

Ella tiene un estante en donde tiene perfectamente acomodada todas sus cremas y perfumes. Su canasta de ropa sucia está vacía y su ropa está perfectamente doblada.

La Reina Trihíbrida #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora