9.

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Rose.

Siento la luz del sol reflejarse en mi rostro, me resulta incómodo y molesto.

Sentir la luz del sol en mi rostro es mala señal, significa que no escuche la alarma sonar, y si no la escuche significa que estoy tarde a mi entrenamiento y que nana me matara; aunque viéndolo desde otro punto yo nunca escucho mi alarma sonar, porque nana siempre me despierta.

Acaso significa que ella y Gabi fueron a entrenar sin mí, lo cual es raro.

Aun no abro mis ojos, me doy un momento más, primero estiro mis piernas y noto que la espalda me duele horrible por que estoy recostada en una superficie dura.

Por un segundo pienso que me caí de la cama de nuevo y ni cuenta me di, eso me pasa muy seguido; recuerdos de la noche me llegan. Abro mis ojos alterada, y veo a Axel recostado junto a mí.

Miro el lugar, y noto que aún estamos en el lago.

Tengo la tentación de irme y dejar a Axel aquí sin decirle que me voy, pero yo no soy tan mala así, decido despertar a Axel.

- Despierta. – Muevo su cuerpo, pero no hay reacción por su parte. - ¡Despierta! – Grito en su oído, ahora si se despierta. Se despierta alterado mirando para todos lados.

- Parece que nos quedamos dormidos. – Dice él con una voz ronca y con los ojos medio abiertos, aún acostumbrándose a la luz.

- ¿Eso crees? – Uso un tono irónico.

- ¿Qué hora es? – pregunta.

- No tengo ni idea. – Me levanto del suelo y sacudo mi pantalón y camisa, para sacar cualquier rastro de polvo u hojas de árbol, que se pegaron a mi ropa. – Pero me tengo que ir, o nana me matara. – empiezo a caminar alejándome de Axel, adentrándome a los árboles, pero antes me detengo. – Te veo luego, Williams. – Me despido.

- Y yo a ti Luna. – Él me sonríe. Yo le sonrió de vuelta antes de empezar a correr tan rápido como puedo de camino al cementerio.

Nana me matara cuando me vea.

Al llegar al cementerio veo a Gabriel salir de este, con la ropa llena de sudor. Parece que ya se acabó la práctica.

Me escondo entre los árboles, para evitar que Gabriel me vea.

Una vez que desaparece de mi campo de visión procedo a caminar en dirección al cementerio.

Al llegar ahí esta nana está recogiendo unas cosas dándome la espalda.

Me le acerco.

La maleta que estaba levantando la deja en el suelo y se voltea, para poder mirarme.

- Lo siento mucho, salí a correr en la noche y... - Nana me pide que me detenga antes de que pueda terminar de explicar.

- Solo ven aquí, es hora de entrenar. – La miro al rostro, buscando algún indicio de que ella está enojada conmigo o siente ganas de matarme pero no hay nada. Mantiene el mismo rostro de siempre. - ¿Qué esperas? – Me acerco a ella. – Empieza.

Y así es como empezamos, una larga tarde de entrenamiento, en el proceso morí dos veces, temporalmente, obviamente.

Miro la hora en el reloj de nana y son alrededor de las 5 de las tarde. Pronto anochecerá y yo aún sigo aquí.

Cada vez que creo que voy a lograrlo, las cosas se ponen peor, lo cual me ha llevado a la muerte en ya 4 ocasiones, desde que llegue.

-No puedo. – Digo frustrada.

- Si puedes, solo necesitas practicar un poco más, ya casi lo tienes. – Me da palabras de aliento.

- No, no puedo y no creo que nunca podré controlarlo. – Hago una pausa. – Yo tengo un límite, ya no puedo más.

La Reina Trihíbrida #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora