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Y es así como Lucía llegó -con mucha cautela- hasta la puerta principal y salió sin ser vista por nadie, su sorpresa fue verlo recostado sobre su auto con una sonrisa triunfante:

-Lucía: -Acercándose a él- Debes estar loco por hacer esto.

-Joaquín: Sí, loco por ti -coloca sus manos en la cintura de ella y le da un beso rápido-

-Lucía: No sé que quieres pero dímelo ya, que debo regresar a la fiesta -susurrando-

-Joaquín: No vamos a regresar a la fiesta ahora, primero quiero darte algo muy especial pero tendremos que ir en el auto para que sea más rápido, ven vamos -la toma por la mano llevándola hacia el auto-


En ese momento, se dejó llevar por esos sentimientos que ella estaba empezando a sentir hacia él, accede ir donde él quiera ir y se sube. No era tan lejos apenas a 5 minutos de sus casas, era dentro de la zona exclusiva donde ambos vivían pero por ser cerca de la medianoche, no había una sola alma. Se bajan del auto y él le coloca algo para tapar su vista, hecho que la toma por sorpresa. Sin decir nada, se deja conducir por él, caminan unos veinte pasos hasta que él se coloca detrás de ella, se apoya suavemente en el hombro izquierdo de ella, la abraza por detrás -susurrándole-

-Joaquín: Todo esto es para ti y porque quiero que te des cuenta que eres muy importante para mi -y desata la venda-

-Lucía: -apenas abrió sus ojos se sorprendió al ver todo- ¿Qué es todo esto?


Y es que realmente era una maravillosa vista, estaban en un espacio que tenía un grupo de árboles que simulaban un bosque y había muchas velas que formaban un corazón grande y en el medio habían muchos pétalos de rosas rojas y blancas. Él la llevó hasta el centro, se puso frente a ella y acariciaba sus mejillas, eran tantas las sensaciones que de manera automática se empezaron a besar, como si no hubiera mañana, el deseo era más que evidente y no lo podían negar más.

Joaquín la pegó totalmente a su cuerpo y sus manos comenzaron a explorar con deliciosas caricias sus glúteos y Lucía emitió un gemido que fue directo a su oído, elevando su nivel de excitación y provocando que su miembro tuviera una erección muy notoria, que no pasó desapercibida por Lucía y lejos de molestarla, hizo que se desinhibiera sacando su lado pasional, empezando a acariciarle el pene por encima del pantalón.

Entonces Joaquín la sostuvo entre sus brazos de manera que la fue acostando sobre los pétalos. Él quedó sobre ella y sus besos los fue bajando lentamente por el cuello hasta llegar a la zona de sus pechos, aquí se encontró con un nudo el cual al desatarlo le dejó a su disposición aquella ropa interior de randa que dejaban todas sus curvas en el lugar correcto. Delicadamente se deshizo del corpiño e inmediatamente posó su boca en uno de sus pezones dándole lamidas y mordidas que sólo provocaban que Lucía gimiera más alto.

Luego de deleitarse con esos maravillosos senos, fue bajando camino hacia la intimidad de Lucía acariciando la parte externa de las piernas, aquello hizo que de manera intuitiva, ella abriera sus piernas y sin perder tiempo le sacó la prenda que falta y empezó a darle placer en aquel punto de Aquiles llamado clítoris. Él saboreaba -alternándose- entre los labios mayores y menores y aquel botón que iba adquiriendo mucha sensibilidad.

Lucía sólo podía disfrutar de lo que estaba sintiendo y de las estrellas del firmamento que estaban a su vista, de repente sólo atinó a cerrar sus ojos ya que la lengua de Joaquín había penetrado en su vagina y ella sólo pudo colocar sus manos en el cabello de él, para hacerle saber que no quería que abandonara lo que estaba haciendo. Él siguió estimulando su clítoris con una de sus manos mientras que con su lengua la penetraba hasta que Lucía llegó a su primer orgasmo y derramó todos sus jugos en la boca de Joaquín, quien sólo pudo sonreír de satisfacción al ver lo que había logrado.

Se separó de Lucía -mientras ella se recuperaba- y empezó a desvestirse para quedar a la par de su amada. Ella sólo podía deleitarse al ver tremenda anatomía pero sobretodo, aquel miembro vigoroso -con el que se había imaginado en más de una noche, mientras usaba el consolador- ahora lo tenía muy cerca y no iba a desaprovechar la oportunidad de sentir su sabor en la boca, antes de sentirlo dentro de su intimidad. Era su turno de ser agradecida y antes de que aquel Adonis pudiera proseguir, ella se arrodilló frente a él quedando su boca muy cerca del miembro. Está demás decir que está acción tomó por sorpresa a Joaquín, quien no se movió de donde estaba, pues en el fondo deseaba lo que iba a suceder -tantas noches soñando que esos magníficos labios acariciaran todo su pene- le parecía surreal.

Lucía se acercó a tomarlo con su mano derecha lo agarró con firmeza desde la base y primero le pasó la punta de su lengua alrededor del glande lentamente y al alzar su mirada pudo ver que Joaquín estaba totalmente excitado, pues estaba jadeando y sus ojos los tenía cerrados y su nombre salía entre jadeo y jadeo -Lu..ucíaa, Luucíaaa- se animó en adentrarlo totalmente en su boca dando paso a las succiones que eran el preludio de lo que sería la unión de ambos sexos. Lo sacaba despacio y lo volvía a introducir con cierta rapidez, este acto lo repitió un par de veces y fue suficiente para que él fuera hasta su cabello, lo recogiera en una coleta y comenzara a darle profundidad a ese oral que lo estaba llevando al cielo.

En el momento en que Joaquín sentía que estaba por eyacular, salió inesperadamente dejando a Lucía preguntándose si lo habría hecho mal para que se apartara de esa forma. Pero le regresó la calma cuando repitió lo que había realizado instantes atrás, otra vez quedaba debajo de él, pero esta vez ambos estaban desnudos y mirándose a los ojos se hicieron uno sólo y era como si desde siempre se conocían.

Sus cuerpos se adaptaron -perfectamente- las caricias mutuas y el movimiento de sus sexos hacían que el clima del momento llegara a las más altas temperaturas que el mundo pudiera sentir en los días de verano. -Èl enlazó sus manos con las de ella y le decía: Te Amo Lucía... Te Amo, ella oía esas palabras y sentía como su cuerpo convulsionaba aún más, por eso de manera natural sus caderas se empezaron a mecer al ritmo de las estocadas de Joaquín -una forma de hacerle saber que estaba siendo bienvenido a su vagina- y él a su vez aferraba posesivamente las manos a las caderas de ella, y Lucía envolvía sus manos en el cuello de él; ambos se besaban con desesperación -sus lenguas danzaban y luego se mordían los labios- sus cuerpos estaban bañados en sudor y la naturaleza era la principal testigo.

Lucía quería sentir lo que era cabalgar tremendo potro, en un movimiento rápido hizo que Joaquín quedara bajo su mando y comenzó a subir y bajar de aquel miembro que estaba muy duro, él le acariciaba la espalda hasta bajar sus manos a las nalgas. Ya no podían más con tanta pasión, se habían entregado completamente, al punto que llegaron juntos al más explosivo orgasmo. Ella pegó su frente a la de él y se quedaron fijamente observando, hasta que ella decidió decir:

-Lucía: Esto parece un sueño y me da miedo despertar.

-Joaquín: Es real y no tenemos que despertar -acariciando la mejilla- luego hablaremos de nuestros sentimientos, por el momento debemos regresar a mi casa.

En mutuo acuerdo, se vistieron y regresaron lo más pronto posible. Ella entraría por la puerta principal y él por la puerta secreta que daba a un lado del patio. En el momento que Lucía entraba y al mirar hacia al frente se encontró con la mirada de quien menos imaginaba, que hizo que su semblante feliz cambiara y solo dijo:

¡AL-BER-TO!


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Dedicado a las primeras reinas que leí:  

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