Capítulo 22 (Bruno)

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Los días van pasando y no tengo ninguna noticia de Lola. Estoy a punto de volverme loco. Por más que me digo que no la tengo que llamar, cada vez me cuesta más controlar el impulso de hacerlo.

Más de una vez tuve la intensión de llamarla, aunque sea para saber cómo está y ver cómo termino todo con Alan. Pero no sé si es mi orgullo macho o si es que quiero darle espacio para que arregle todo este asunto con su hijo; pero la verdad, no quiero ser yo el que dé el primer paso de llamar.

Si, ya lo sé, es una estupidez. Pero estoy en ese tironeo entre lo que quiero y... ya ni se bien contra que estoy luchando.

Como era de esperarse, Barbi me está volviendo loco desde la charla de aquella noche, para que la llame a Lola y arregle todo esto. ¡No sé para qué le conté! La última vez que me llamo, me amenazo con que se iba a plantar en la puerta de su trabajo e iba a hablar con Lola.

Lo único que le dije, es que me deje en paz, que no se meta, que quería darle tiempo para que se apacigüen las aguas y recién ahí ver que vamos a hacer nosotros dos. No me contestó nada y me colgó. Eso en ella, no es una buena reacción.

Aparte yo también necesito tiempo, todavía resuena esa palabra en mi cabeza "prostituto". Fue como un cachetazo escucharla en su boca.

Con respecto al Golden todo está más que tenso, Mauro está haciendo todo lo posible para que cambie de idea. No me quiere dejar ir bajo ningún punto de vista. Según él, yo soy el que coordina todos los shows y que si me voy no hay nadie que lo pueda hacer. Cosa que no es verdad, todo se organiza en equipo, así que si no estoy yo los chicos se van a poder arreglar perfectamente sin mí.

Lo que Mauro no entiende, es que es una decisión tomada y que no hay forma que cambie de opinión. Obviamente, todo lo que pasó con Lola fue el detonante para que tome esta decisión, de algo que ya estaba pensado desde hace mucho tiempo.

Cuando llega el lunes y por ende, mi día libre ya que cambie mi franco del sábado a uno de los chicos que lo necesitaba. Yo ya estoy caminando por las paredes. Quiero llamar a Lola. A estas alturas ya no me importa nada de todo eso que me vengo planteando, de los tiempos y de esperar.

Miro el reloj en mi celular y es casi la hora que sale de la editorial. Tengo el impulso de subirme a mi moto e ir a esperarla. Pero no, no es buena idea. Lo mejor va a ser que me tranquilice y espere.

Cuando me quiero dar cuenta, estoy con mi celular en la mano y la estoy llamando.

El teléfono suena y ella no atiende. Siento como me voy desinflando de a poco. Entiendo el mensaje fuerte y claro. Simplemente la perdí. Y eso me hace sentir un vacío en el pecho terrible y una bronca bárbara de que todo se haya terminado y que no hice nada para que eso pase.

Cuando estoy por cortar escucho la voz de ella que atiende:

—Hola Bruno.

Se la escucha nerviosa. No es la misma Lola que conozco, está como apagada.

—Hola. Pensé que no me ibas a atender.

—Me sorprendió tu llamada. No pensé que lo ibas a hacer. —dice dubitativa.

—Estuve esperando que me llames. —le contesto sin pensarlo. Ya no me importa. El solo hecho de escuchar su voz, para mí, es la gloria.

Lola se queda muda y luego me dice:

—Pensé que no querías hablar conmigo después de lo del otro día... Y con justa razón.

—La verdad que me choco que me dijeras "Prostituto" —le suelto de repente. Ella se queda en silencio por un momento y luego casi en un susurro me contesta:

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