Como habíamos quedado nos encontramos en un bar cerca del local donde él trabaja.
Debo decir que me sorprendió lo puntual que es, no es por nada en participar, simplemente pensé que era de esos tipos que se pasan horas frente a un espejo, como se les dice: un "metrosexual". Yo que sé, ideas mías. Digamos que un prejuicio equivocado. Mal por mi...
Al entrar en el bar me lo encuentro sentado en una de las mesas del fondo del local tomándose un café mientras que lee el diario. Se lo ve sumamente concentrado en lo que está leyendo, inclusive hace un pucherito muy tierno cuando está concentrado. Tiene unos labios carnosos muy mordibles... Grrr.
Aprovecho estos segundos para observarlo y hacer notas mentales -todo sea por el artículo-. Está vestido sencillo, remera blanca ajustada al cuerpo, que le marca todo el torso musculoso -ya estoy babeando de nuevo... Perdón-, un jean celeste gastado y con cortes en las rodillas y zapatillas de lona blancas. Tiene el pelo mojado, haciendo que parezca más negro aún.
Por todos los Santos... No voy a poder con esto, no voy a poder hacerle la entrevista sin babear como todas esas mujeres de anoche en el Golden. Creo que lo mejor va a ser que lo llame y le diga que se me murió el gato y que no voy a poder llegar...
Si, va a ser lo mejor. Pero antes que pueda darme la vuelta y huir, Bruno levanta la mirada y me ve. Y es así como muere mi posibilidad de escaparme en lugar del gato que afortunadamente no tengo...
Levanto la mano en modo de saludo, al que él devuelve con una sonrisa maravillosa. Bruno cierra el diario y lo deja sobre la mesa.
Sacudo todas esas ideas pervertidas que están cruzando mi mente y componiéndome, me acerco con mi mejor cara de "estoy acostumbrada a hacerle reportajes a tipos que están tan buenototes como vos", cosas que es total y absolutamente mentira, pero él no lo sabe ni tiene por que enterarse. Así que camino con paso seguro hasta su mesa y con mi mejor sonrisa le digo:
—¡Qué bueno que seas puntual! Odio que me hagan esperar. —lo saludo estirando la mano.
Bruno ignora mi mano y poniéndose de pie me saluda con un beso en la mejilla. Mmm que rico perfume que tiene... Siento como mueren súbitamente un manojo de neuronas en mi cabeza. Les juro que las escucho estallar en cadena como fuegos artificiales. Si empiezo así, para cuando termine de hacerle la entrevista, voy a estar en estado vegetativo.
—Sí, suelo ser muy puntual; sobre todo porque no me gusta que me hagan esperar tampoco. —dice y mirando la hora en su reloj pulsera, murmura:
—Y llegaste tarde cinco minutos...
Miro la hora en el reloj de mi celular y efectivamente llegue tarde cinco minutos. Lo odio... Sobre todo por esa sonrisita burlona que tiene en esa cara tan hermosa.
Así que le sonrió concediéndole ese punto a su favor y comienzo a sacar mis cosas de la cartera, mientras que haciéndome la simpática, le digo:
—¿Te puedo grabar, no? Así no se me escapa nada. Vos sabés...
—En realidad no sé, nunca me hicieron una entrevista. —contesta y puedo notar en su voz los nervios que está.
—Quedate tranquilo que hasta ahora nunca me comí a nadie... —le digo guiñándole un ojo mientras que me siento de la silla de enfrente de donde estaba sentado él hace un momento.
Bruno desplegando esa sonrisa baja bombacha que tiene, me contesta mientras que vuelve a sentarse en su lugar:
— Yo no puedo decir lo mismo.
¡Por todos los santos! Siento como las mejillas se me ponen de un rojo intenso y comienzo a removerme en mi silla absolutamente nerviosa y excitada. Definitivamente voy a tener que hacer algo con mi abstinencia... Maldigo en silencio a todos sus ancestros y sacando de no sé dónde todo mi autocontrol, respiro profundo y le digo:
—¿Arrancamos?
—Cuando quieras. —me dice con esa sonrisita tatuada en la cara. Sabe que me está haciendo poner nerviosa y le gusta.
Respiro profundo, enciendo el grabador y comienzo con mis preguntas. Qué sea lo que Dios quiera...
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El blog de Lola
RomanceLola se gana la vida escribiendo posteos sumamente divertidos y muchos de ellos, atrevidos en el blog de una editorial. Su vida es tranquila, a pesar de los dos demonios que tiene por hijos. Hasta que tiene que escribir una historia un tanto particu...