Bonus (Bruno)

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—Chicos, me voy a llevar a Ámbar al pediatra. No creo que vaya a volver. —me dice Barbi agarrando sus cosas.

—Dale, no te hagas problema. Nosotros terminamos todo —le digo acercándome a ella para saludarla—. Dale un beso a la enana de parte del tío.

—Le doy. Bueno, me voy, todavía la tengo que pasar a buscar por la casa de mamá y si no me apuro, llego tarde.

—Qué todo este bien. Nos vemos mañana. —la saluda Mara sentada frente a su computadora.

—Chau cuñadita. Besos a la gorda. —le grita Lola desde la oficina que tenemos en el entrepiso. Y ahora su bunker.

Barbi se va como el torbellino que fue siempre. Ni el ser madre la aplaco un poco.

Creo que lo mejor que le pudo haber pasado en la vida a mi hermana, es tener a Ámbar. Esa enana es la luz de sus ojos. Nunca pensé que podría ser la madre que resulto ser. Y me encanta verla así.

—Bruno, ¿qué te parece? —me dice Mara sacándome de mis pensamientos. Me muestra la portada de un libro que estamos editando. Este es el proyecto más grande la editorial. Publicar los libros de escritores noveles.

Me paro junto a ella. Es realmente un trabajo buenísimo, como de costumbre. La escritora va a estar feliz.

—Me encanta. Le va a gustar mucho... —le contesto poniendo mi mano en su hombro y apretándolo suavemente.

—¿Quedó bueno, no? —pregunta sin dejar de mirar la pantalla de la computadora.

Hay veces que parece que no es consciente de lo buena profesional que es.

—No está bueno, está buenísimo. Me encanta la paleta de colores que usaste y...

—Bueno, bueno... Me parece totalmente innecesario que le estés poniendo tu equipaje tan cerca de la cara. —escucho una voz, por desgracia, demasiado conocida.

Mara se da vuelta con cara de odio. Yo por mi parte ya no le doy bola. Desde que empezó Mara a trabajar conmigo, ya hace dos años, Jony se la pasa diciendo estupideces, una tras la otra. Hay momentos que parece realmente que piensa que yo ando moviendo el bulto a diestra y siniestra en la cara de su mujer. Ya ni vale la pena decirle nada. Es evidente que no va a entender.

—Hola Jony. —lo saludo sin moverme ni un solo milímetro.

—¿Hablé para adentro? —se auto pregunta.

—No amor, todas las boludeces que salen de tu boca, se escuchan fuerte y claro. —le contesta Mara.

—No parece. Digo, porque no se movieron para nada.

—Es que estoy esperando que la termine de medir. Si me muevo, va a tener que empezar de nuevo y tuvo que usar la calculadora... —le digo serio mirándolo sobre mi hombro.

Desde el entrepiso escucho a Lola que le dice aguantándose la risa:

—Doy fe que no es algo que se mida así nomás...

—No puedo creer que vos también te enganches en esas estupideces que dice. —le contesta indignado —. Estás hablando del "tobul" de tu marido.

—Ya lo sé. Con Mara tenemos confianza, no pasa nada.

Jony la mira serio, casi diría que está perdiendo los colores.

Lo más triste de todo esto, es que él lo quiere hacer parecer que es un juego, pero lo dice enserio. Todavía sigue pensando le gusto a Mara.

—Ay Jony, lo que tenés de lindo lo tenés de salame. Y te lo digo con la mejor onda... —le contesta Lola bajando las escaleras.

Jony resopla y luego le pregunta a su mujer:

—¿Te falta mucho?

—Si amor mi horario de salida es dentro de una hora.

—¿De verdad?

Mara le clava la mirada y le dice:

—Sí, de verdad. Como desde hace dos años.

—Si querés andá. No hay problema. —le digo a Mara.

—No, Bruno, tengo que terminar esto. Así mañana se lo mando a Briana; y si me da el ok, ya está y pasamos a la maquetación. No me voy a retrasar porque él este aburrido. —dice como si Jony no pudiese escuchar.

Antes de que Jony pueda decir algo, Lola se le adelanta y le dice:

—Tomemos un café, mientras que ellos terminan... ¿Cómo están las nenas? —lo agarra del brazo y se lo lleva a su oficina. Amo a esta mujer.

—Están endemoniadas... Si querés te las regalo.

—No gracias. Ya con Ethan me alcanza. —escucho que le contesta mientras se alejan. Realmente el nene esta imposible y todavía es chiquito.

—Un día de estos te juro que te la voy a medir de verdad. Ya me tiene podrida... —me dice Mara, enojada.

—¿Cuánto hace que están juntos? Ya tendrías que estar acostumbrada. Es celoso y no va a cambiar. —le digo riendo.

—Ya lo sé, pero hay momentos que te juro que tengo ganas de darle motivos para que se ponga celoso.

Mara hace un par de correcciones en la portada y luego se va con Jony, dejándome solo con Lola.

—Esos dos no tienen arreglo... —me dice Lola acercándose a donde estoy.

—Es su forma de quererse. —le digo abrazándola y pegándola a mí.

—Aja... ¿Y cuál es nuestra forma de querernos? —me provoca. Sabe que no me suelo contener mucho.

—Espera que cierro la puerta con llave y te lo muestro.

—Mmm, me intriga saber cómo será...

—Ahora te lo muestro muy lentamente...

Fin.

Fin

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