Capítulo 9 (Lola)

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Me despierto con la voz de Ricky Martin que me está cantando "La bomba". Es el sonido de llamada que me puso Kiara en el celular.

Miro la hora y son apenas las nueve de la mañana. Gruño.

El único día que me puedo quedar un rato más en la cama, ya que no están los chicos; y alguien que no puede dormir viene a molestar.

Cuando agarro el teléfono aparece la foto de Carmen. La voy a matar,

—Hola... —atiendo con la voz rasposa.

—¡Hola! ¡Buen día! —me saluda con esa energía que la caracteriza a mi amiga.

—¿Carmen, no tenés ganas de dormir un rato más?

—Definitivamente no. Me levante super temprano, me fui a la panadería caminando y compre unas facturas espectaculares. Y me dije: tenés factura ¿Cuál es la mejor combinación? Obviamente, mate. Y ¿Quién hace los mates más ricos de toda Argentina?

—No sé, no tengo idea... —le digo tratando de mantener los ojos abiertos.

—Vos tarada. Abrime la puerta.

—¿Ahora?

—No, a la tarde; me quedo esperando acá, con el paquete de factura en la puerta de tu casa, hasta la hora de la merienda. ¿Te parece? Dale despabilate y vení a abrirme. Aparte me tenés que contar y darme el dibujo que te pedí.

—Ahora voy...

Me deslizo como una babosa por la cama hasta la orilla, y me siento. ¿Cuántos años de cárcel me darán si mato a mi amiga sin querer?

Me voy al baño y después de lavarme los dientes le voy a abrir.

—Pensé que ibas a tener la piel más luminosa... Eso ya me da que no es tan bueno como pensé. —me dice entrando en mi casa.

—Todavía estoy dormida como para estar escuchando tus estupideces.

—Bueno. Andá y despabilate rápido mientras yo preparo mate.

Me arrastro escalera arriba para poder mojarme la cara con agua fría. No sé cuánto tardo, pero cuando bajo Carmen está comiendo las facturas que trajo y ya está tomando mate.

—Hola... —le saludo con un beso y luego me siento en la silla que esta frente a ella.

—Ya me saludaste. Te dejo totalmente quemada. —desliza el mate por la mesa y lo deja enfrente de mi.

—Me acosté re tarde.

—Me imagino.

Me tomo el mate en silencio. No puedo pensar todavía. Carmen esta milagrosamente en silencio. Esperando.

Unos minutos después no se aguanta más y me dice:

—No podés ser tan mala persona —me dice indignada—. Sos una muy mala amiga.

—Carmen, te juro que no me da la cabeza.

—No te estoy pidiendo que me hagas una operación matemática o que me expliques la teoría de la relatividad.

—Dame dos mates de tiempo. ¿Si?

Carmen comienza a contarme todo lo que hicieron con las chicas después de que me fui. Mucha de esas cosas va a terminar en mi blog. Estas tres no tienen remedio ni cordura.

Cuando termino ese segundo mate de tiempo que le pedí, me dice:

—Ya tenés tus dos mates. Ahora contame todo.

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