Me despierta los ladridos de un perro. ¿Pero qué...? Entonces recuerdo que no estoy en mi departamento. Miro y a mi lado está Lola durmiendo, pacíficamente. Se me dibuja una sonrisa en los labios.
Con el cabello revuelto y todo se la ve hermosa.
Tratando de no despertarla, salgo de la cama; necesito ir al baño. Así que me pongo el bóxer que esta tirado en el suelo, junto a mí ropa y salgo de la habitación tratando de no hacer ni el más mínimo ruido.
Después de lavarme la cara bajo, a la cocina; le voy a hacer algo para desayunar a Lola. No sé qué es lo que le gusta, así que voy a tener que improvisar.
Cuando voy a entrar a la cocina, suena el timbre. Dudo por un momento el ir a atender, pero no quiero que la despierten. Así que sin pensarlo más, abro la puerta.
Del otro lado hay una mujer más o menos de mi edad, que al verme me escanea sin el más mínimo disimulo.
—Hola, ¿te puedo ayudar en algo? —la saludo sonriéndole.
—Podría hacerte una lista... —dice en un murmullo mirando mi cuerpo con la boca abierta—. Soy Carmen, la amiga de Lola.
—Ah sí, Lola me hablo de vos. ¿Querés pasar?
Carmen baja la mirada. En ese momento recuerdo que no traigo nada puesto salvo el bóxer.
—Perdoname. No me di cuenta. —le digo apenado. Miro a mi alrededor a ver si hay algo con que cubrirme, pero no tengo nada. No le estoy dando la mejor de las impresiones.
—Para mí es un placer... —dice ronroneando.
Ok, ¿me está tirando onda?
—Carmen, ¿Qué haces acá? —escucho a Lola. Al darme vuelta, la veo bajando la escalera llevando solo mi remera. Me gusta esa imagen.
—Parece que tenemos un buen día... —le dice Carmen con una sonrisa pícara.
Me parece que acá sobro. Así que emprendo la retirada.
—Las dejo. Fue un gusto conocerte Carmen. Y perdón nuevamente. —le digo despidiéndome con un beso.
—El gusto fue mío... —me dice guiñándome un ojo. Ok... me voy. Antes le doy un beso a Lola en los labios.
Cuando me estoy yendo escucho que Carmen le murmura algo, no logro entender que es lo que dice, pero calculo que debe ser alguna guarrada, ya que Lola la reta diciéndole que la voy a escuchar. Hay cosas que es mejor no saber.
Me quedo en la cocina esperando que Lola venga. Ya no le veo el sentido a improvisar un desayuno, que no se si le va a gustar. Lo mejor va a ser que lo preparemos juntos. Inclusive puede ser hasta sexy.
Cinco minutos después, entra Lola en la cocina. Trae una sonrisa deslumbrante.
—Buen día... —le digo abrazándola por la cintura y pegándola a mi cuerpo para besarla.
—Buen día... —me contesta susurrando.
—¿Estás bien?
—Sí, perfecta.
La siento con vergüenza y no sé qué hacer para remediar eso.
—¿Desayunamos? —me dice— ¿Qué tomás?
—Lo que tomes vos. Para mí es lo mismo.
—Yo tomo café o mate en general, pero si queres otra cosa te preparo.
—Lo que tomes vos, enserio.
—Ok, salen unos ricos mates. ¿Tostadas, galletitas?
—Tostadas.
ESTÁS LEYENDO
El blog de Lola
RomanceLola se gana la vida escribiendo posteos sumamente divertidos y muchos de ellos, atrevidos en el blog de una editorial. Su vida es tranquila, a pesar de los dos demonios que tiene por hijos. Hasta que tiene que escribir una historia un tanto particu...