Capítulo 38 (Lola)

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Como era de esperarse, Roberto no se tomó muy bien que digamos lo de mi embarazo. Obviamente que no me importa ni un poquito, lo último que buscaría en este mundo, es la aprobación de él; pero lo siento más que nada por los chicos, ellos están muy contentos, sobre todo Kiara.

Esa nena me va a hacer tener el embarazo más largo de la historia. Lleva la cuenta en un almanaque, desde que le dije la fecha probable de parto. Es como estar viviendo con un preso, que espera a ser liberado.

A Roberto se lo dijo, obviamente Kiara, le había pedido que no diga nada por un tiempo, pero estaba tan contenta que no se aguantó y apenas lo vio a su padre, se lo dijo

. Cuando el cara dura, vino a traer a los chicos el domingo, no más abrir la puerta me dijo:

—No perdiste tiempo. —No lo podía creer. Él, justamente él que, prácticamente me hizo convertir en un ciervo, viene y me dice que no perdí tiempo.

Pero ustedes saben que no me caracterizo por callarme mucho la boca y sobre todo, cuando se trata de él. Así que cerré la puerta de la casa, quedando del lado de afuera, para que los chicos no escuchen y le dije:

—Es que lo hacemos como animales en celo; y ni nos damos cuenta si nos estamos cuidando o no. Sé que no lo vas a entender, porque no tenés ni el tamaño ni la fogosidad que tiene ese hombre; pero creeme, es algo... —no me dejó terminar de contarle, se dio media vuelta, se subió al auto y se fue. Pobre infeliz. Estoy segura que Carmen estaría orgullosa de mí...

A Bruno le está yendo bien con la editorial. Hace tres semanas que abrió y está trabajando bastante bien y estoy segura que en poco tiempo va a estar trabajando muchísimo mejor. Tanto él como Barbi, no paran de moverse buscando nuevos clientes y posibles proyectos.

Por otro lado, Bruno, me tiene loca con eso que quiere que me vaya a trabajar con él. La excusa es que, aparte de trabajar, vamos a estar más tiempo juntos, por ende, él va vivir mejor el embarazo. Pero no sé si es tan buena idea; las parejas que pasan tanto tiempo juntas, tienden a discutir más. No sé. Por lo pronto, estoy dilatando mi respuesta lo más que puedo.

Con respecto al embarazo, me tiene hecha una mierda.

Como era de esperarse, me la paso vomitando. Soy la versión latina de "El exorcista". Los primeros meses son un espanto para mí, envidio a esas mujeres que te dicen "yo no sentí ni una sola vez ganas de vomitar". Las odio. Pero gracias a Dios, cada vez falta menos... Son los tres o cuatro primeros meses. En el peor de los casos, estoy a la mitad.

Alberto se puso muy contento con la noticia, aunque más de una vez lo dejo hablando solo y salgo corriendo rumbo al baño, en medio de una reunión.

Suena mi teléfono y cuando voy a atender, veo que dice "Walter". Es mi amigo, el policía.

—Hola. —atiendo mientras que mastico una barrita de cereal. Como dije, no quiero engordar como una vaca.

—Hola, ¿Lola?

—Sí. Disculpá, estaba comiendo una barra de cereal. ¿Cómo estás? —le digo tragando lo que tengo en la boca.

—Bien, acá, trabajando un poco para variar. ¿Vos que contás?

—Yo ando bien, un poquito embarazada, nada más... —le contesto.

—¡Qué sorpresa! ¡Te felicito! —lo puedo ver sonreír.

—Sí que fue una sorpresa, creeme.

—Debe ser lindo tener otro hijo después de tantos años.

—Por ahora estoy en la etapa de los vómitos descontrolados. Esa etapa no es la más linda... Después te cuento con el resto. —le contesto haciéndolo reír a Walter.

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