Los Tres Guerreros

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De repente un viento frio sopla sobre tu rostro, lentamente caía la noche, otro día que parecía no haber existido, se iba, se marchaba a la misma negrura, apenas rota por las linternas y farolas de la ciudad que desde la distancia casi podría resplandecer en dorado, desde la cual había nacido una pocas horas atrás. No era exactamente nostalgia lo que evocaba aquel arrebolado ocaso silencioso, en aquel soplo de aire primaveral corría una advertencia aun distante. Tiemblas ante ella, escuchándola resoplar en los mas suaves susurros, le temes, sin duda. Aquel horizonte que se teñía de rojos y purpuras no solo era peligrosamente grande, también llamativo, sin desearlo, se te hacía antojable la aventura. Tantos años dentro del mar interminable de la incertidumbre se convertía en un vicio, en un placer culposo. Pronto tu reflejo en los cristales de las puertecillas del balcón que te espera pocos metros, era el de alguien más, el de una chiquilla alocada y apresurada capaz de saltar al abismo con un grito en voz, sintiendo deseos maternales de retenerla y obligarla a permanecer a salvo, apartas la vista de sus fugaces ojos que brillan como si pudrieran echar chispas. La barandilla que aguarda a que apoyes tu peso sobre ella promete estabilidad, promete un reposo inacabable para pensar y encontrarte en aquel reflejo y en la imagen que tenias en tu cabeza. Apartar la promesa de regresar a casa con mamá y tener la vida terrestre que alguna vez considerarte y tanto después no has soltado. Quisieras pararte de desear algo distinto. Coordinando tus pulmones que dejan escapar el aire retenido y tus parpados que se cerraban forzando un momento pacifico, bajas la guardia.
Así es como un par de pasos que no pretendían ser discretos se acercan y su dueño posa la mano con suavidad poco familiar en tu hombro. A tu lado, una figura femenina grácil y llena de seguridad copia tu pose sobre el barandal. Te sobresalta un par de segundos, aunque no podría decirse que tu corazón baja la velocidad de su palpitar en cuanto estas segura que no hay nada que temer. En su paciencia sabes que debes ser tu quien rompa el silencio.
-Su majestad, no la esperaba- ella sabe que te pone nerviosa, a pesar que cuando la conociste en realidad te reconfortaba, una risa ligera intenta disipar ese temor. Posiblemente viéndote como un conejo asustado frente a un felino que no era más que curioso.
-Te estaba buscando para hablar contigo, estoy muy agradecida, desde que nos ayudaste con ese armamento especial mi Rey esta muy tranquilo- no puedes mantener el contacto visual por mucho que lo intentes, así que en todo momento ves y hablas hacia el panorama.
-Era lo menos que podía hacer por quienes me acogieron y cuidaron de mi ya tantos meses… y todos los otros detalles que han tenido conmigo.
-También estoy agradecida por otra cosa maravillosa que hiciste por mi familia- tus mejillas se encienden en rojo, sientes tus labios sellarse.
-No… veo como, su majestad- ya no hay siquiera un disimulado gesto apacible que te proteja de demostrar abiertamente tu pena de hablar de un tema así con una mujer que sin duda, pensaría lo peor de ti más pronto que tarde.
-Mi hijo, Loki, batalló muchos años para encontrar su lugar aquí y una forma de destacar…
-Me ha comentado un poco al respecto, sí. Tenemos eso en común- si no tuvieras las manos con los dedos entrelazados, sería visible que te temblaban.
-Es fascinante saberlo. Supongo que tienen mucho en común, dado todo el tiempo que pasan juntos… y lo que me ha comentado al respecto estas semanas- al fin la vez a los ojos, sientes como intenta derribar esa muralla a tu alrededor, pero no debes dejar que la piedad en aquellos ojos te permita dar el ultimo paso. El descaro del desengaño sería peor.
-Ha sido un golpe de suerte que nos hayamos conocido… si le complace, es una bendición aun más grande… Lo último que deseo es… - su mano derecha para en tu antebrazo cuando la curvatura de tu espalda se marcaba y tu mirada descendía al suelo.
-Para nada, tu presencia nos a devuelto una luz que no veía desde hace muchos años- la vez como un cachorro regañado, sonriendo tímidamente. Y la chica en el reflejo de la ventana detrás de la reina ya no es aquella aventurera, es esa asustada e inexperta criatura que solo deseaba seguir a alguien más. Primero a tu madre a la tierra ( o a donde ella deseara) luego a Loki, aun cuando él no deseaba que lo hicieras y finalmente un recuerdo vago de la infancia. Sin un camino propio. Pero más que cualquiera de esas cosas, eras alguien que deseaba decirle a aquella amable mujer, a esa madre, que no tendría nada que temer cuando su hijo te escogiera, aun si  después todo parecía lo opuesto.
-Desearía tener más que ofrecerles… sin embargo, todo lo que tengo, es suyo- sí, te defendías detrás de la escusa de la familia, cuando en realidad era solo a él, Frigga lo sabía y en tus ojos que peleaban por no ponerse vidriosos, veía la verdad.
-No tienes que desear nada, estoy segura que es más de lo que merecemos- sonríes agradeciendo su complicidad y comprensión.
Ella te dedica una cálida mirada y con un apretón delicado de su mano sobre tu antebrazo, se retira con calma. Solo prestas atención a su andar hasta que la distancia es segura para soltar el pesado suspiro. Tu cabeza pesa de repente y apoyas la frente en la palma de tu mano derecha, la cual recorre tu rostro con frustración hasta cubrirte la boca. Te muerdes un poco los dedos. Volviendo de las atrocidades de New York ¿con que cara afrontarías las palabras que acababas de decirle? El viento que hace nada era tibio y liberador, ahora, helado, te lastima al más leve rose, quemándote la piel. Abrazas tu cuerpo en busca de proteger tu calor corporal y procedes a ir a tu habitación. La cama esta hecha, con sabanas limpias y el baño, impecable, como si ni un alma hubiera pasado por ahí, con excepción de los abrigos de Loki, sobre el sillón central, mejor acomodados para evitar arrugarse. Tu ropa sucia a sido recogida y la limpia se guardó en el baúl con la demás. Cierras la puerta con el segurillo y te metes en cama tras quitarte el calzado. La cobija es pesada, suave y esponjosa, te derrites ante la protección que las mantas te hacen sentir y te duermes temprano ese día, lista para salir a seguir con la pesada rutina de entrenamiento que aguardaba ni bien saliera el sol. Escuchas a alguien mover la manija de la puerta, sin lograr abrirla, si era quien imaginabas, podría abrirla de todas formas si quisiera. Sólo lo escuchas tocar tres veces.
-¿Sigyn?- posiblemente alguien podría oírlo si te llamaba por tu verdadero nombre, únicamente te encoges entre las sabanas -Duerme bien- se escucha resignado, tal vez decepcionado, sim embargo en ese momento necesitabas estar sola. Apenas oyes sus pasos alejarse.
Las horas que dormiste fueron cortas, tu mente parecía un remolino de imágenes, fragmentos de sueños y pesadillas que no terminaban de coserse ni de unirse unos con otros para formar alguna especie de situación al menos comprensible. Aun dentro de la incoherencia atribuida al onírico mundo imaginario que visitamos al dormir, todo lo que veías era un caos que ni siquiera el cerebro más despistado podría confundir con la realidad, aun en los mínimos detalles. Por otro lado, te despertabas agitada o incomoda muy seguido, a veces por calor, a veces por el frio, y la cabeza te daba vueltas entrada la madrugada, sin energía para ponerte de pie, ni suficiente paz como para dormir apropiadamente. Al llegar la mañana sentías que había corrido un maratón. Sin embargo, ignoras todo eso, esperas olvidar cada pedazo de los falsos sueños de anoche y te preparas. Una ajustada camiseta negra de un grueso material algo difícil de identificar. Posiblemente alguna fibra natural, como fuera, los mismos pantalones de cuero, un fajín azul del cual dejabas colgando uno solo de sus extremos. Las botas largas eran perfectas al igual que un par de guantes. Amarras tu cabello en una cola alta justo cuando cierras la puerta detrás de ti una vez fuera de tu habitación. Loki estaba apoyado en la pared junto a la puerta, así que debes detenerte al momento que pasas frente a él por el pasillo con el destino claro.
-¿Te saltas el desayuno?- escuchas tu estomago rugir ante el recuerdo del hambre que también ignorabas y que, pasada la pesadez causada por la terrible noche, sentías demandante. Lo observas un par de segundos, y luego niegas levemente con la cabeza.
-No, tienes razón… vamos a desayudar ¿Thor estará ahí? No quiero que se moleste si llego tarde- comienzan a caminar con dirección al comedor.
-mmh sí esta ahí, no sé que vaya a pasar con su cita de entrenamiento, los Tres Guerreros de Asgard están presentes, por estas fechas se planeaba celebrar su coronación, pero ya vez que la han pospuesto por nuestra culpa- sonaba demasiado feliz diciendo eso, lo cual te ponía de buen humor, relativamente.
-No lo necesito estrictamente siempre que vaya a practicar, de todas formas- bostezas repentinamente a poco de llegar y sentarte un una silla, tapando tu boca.
-¿No dormiste bien?- Pregunta el príncipe sentándose a tu lado, con la mirada fija en tus recién descubiertas ojeras.
-Para nada… la próxima vez que se me ocurra querer dormir sola, no me dejes hacerlo, es asqueroso- se ríe a buena voz, más que por la genuina gracia, por la especie de alago a su ego que representaba esa clase de confesión. le das un golpecito en el hombro para que se calle y es entontes que la voz de Thor interrumpe sus juegos.
-¡Sigyn! No pienses que te salvaras del entrenamiento hoy- asientes al confirmar que todos los planes de aquel día seguían intactos.
-Buenos días a ti también- Loki sonríe, disfrutaba no ser el único sarcástico entre los tres, pero esa expresión cambia radicalmente cuando alguien se aproxima a ustedes dos y extiende su mano en tu dirección, presentándose en un animo gracioso y forzadamente elegante.
Giras y al verte en desventaja, estando aun en la silla, te pones de pie, intentas tomar la mano de quien ya conocías bien como Fandral, presentándote a él por segunda vez en la vida, aunque la primera haya sido muy corta y completamente irrelevante. En lugar de que apretase tu mano y le diera una sutil sacudida como pensabas que haría, en realidad la levanta y le da un beso. Incomoda te culpas por ello, en Asgard no se daba la mano y que alguien tuviera ese gesto, solo significaba una cortesía de aquella obvia naturaleza ligeramente coqueta. Casi puedes escuchar como Loki levanta una ceja y aprieta la mandíbula observando como aun después de su despliegue seguía sujetando tu mano. Fandral era muy bien parecido, debías de concederle eso, aunque era molesto como el actuar de esa manera era su primer instinto cada vez que una mujer nueva le daba la oportunidad de presentarse.
-Es un placer soy Fandral, uno de los Tres Guerreros, un gusto conocerte- reclamas tu mano tomándote la situación con humor.
-El placer es mío, mi nombre es Sigyn, soy… invitada de Loki- lo señalas, costumbre muy terrestre de tu parte, pero a este último no parece molestarle, solo se para a tu lado y rodea tu cintura con el brazo, eso era nuevo, el contacto físico frente a personas que lo conocían.
-Bienvenido de nuevo, Fandral, espero que te quedes hasta que se retomen los planes para la coronación de mi hermano, pero te garantizo que la fiesta de mañana no se quedará corta- el guerrero se cruza de brazos examinándola situación algo incrédulo.
-ustedes dos…- desvías la mirada hacia el suelo instintivamente, dejando que sea el dios quien responda en esa ocasión.
-Sí… podría decirse…- en realidad es claro que él estaba más preocupado por no decir algo que te molestara. Lo ves a los ojos un segundo nada más, transmitiéndole que todo estaba bien. Fandral abre los ojos de par en par y doblando un poco las rodillas para estar a la altura de tus ojos, haciéndote sentir muy pequeña por alguna evidente razón, enfatiza con sus dedos índices levantados uno al lado del otro.
-¿Qué hiciste? ¿Cómo? ¿Lo embrujaste? ¿O él te embrujo a ti? ¿Necesitas ayuda?- en esta ocasión si que ríes a carcajadas, la ironía era grande, tanta que incluso el mismo Loki se ríe ante ello.
-Acertaste, pero ya estoy bien- le dices intentado normalizar tu respiración de tanto reír, levantando las palmas de las manos a la vista.
-A todo esto… ¿No deberías comer algo?- interrumpe el príncipe a tu lado.
-cierto, gracias. Un gusto Fandral- te vuelves a sentar en la silla y procedes a tomar un pco de las bandejas repletas de alimentos frente a ti. Teniendo cuidado de no llenarte demasiado antes de tener actividad física.
Fandral regresa con su grupo de amigos que se ríen de y le preguntan a Thor activamente si era cierto lo que habia dicho Loki. Este último por seguro no escucha detalle alguno de lo que dicen y era posible que le diese completamente igual. Por tu parte, podías resaltar algunas partes de la versión de Thor de tu llegada. Cosas como “en cuanto la vio por primera vez, lo perdimos", “ella iba tras suyo como un cachorro", “esto es serio, para ambos, lo juro, nunca imagine que vería algo así, ni en todo un siclo vital entero”. Era algo vergonzoso sin duda, deseabas no poder escucharlos. El desayuno se termino con las voces de todos los demás presentes, muy ruidosas, llenando el salón una vez acabada la conversación que los incluía, mientras que las pocas palabras que intercambiarte con el dios de las mentiras fueron simples susurros y risas muy sutiles. En menos de 25 minutos ya estabas de pie frente a Thor que plateaba un nuevo desafío y se paraba a analizar tu postura y otros aspectos que en batalla, afectarían tu desempeño. Se hacia cansado y monótono cuando los otros dos guerreros amigos de su futura alteza se aproximan y se presentan de forma mucho más tranquila que su compañero, quien ya se abría perdido por ahí con las chicas del coro o quien sabe donde. Hogun y Volstagg sólo estaban de paso y aburridos, dado que ya los inmensos platones del salón de banquete estaban vacíos para esa media mañana. Entre su conversación con Thor, quien también se da la libertad de contar muy por encima lo que estaban haciendo ustedes dos desde hace varios días y la mención a tu nueva y mágica arma, Volstagg tiene una sugerencia.
-¿y ya has probado defenderte de una lluvia de flechas?- era un escenario muy poco probable dadas las circunstancias, pero era mejor si ellos no sabían eso, ni mucho menos el por qué.
-no realmente… ¿Cómo lo hago?- la actitud del gigantesco sujeto cambia a una seria, pero bastante interesada. Camina a la estantería de armas y toma un arco estándar, junto a unas dos decenas de flechas.
-Esencialmente es prever donde van a impactar, fíjate en los ojos de tu enemigo, en los sonidos… tu eres de Alfheim ¿cierto? Debería ser fácil para ti.
-Puedo… intentarlo- dudas obviamente. Aunque cuando te encuentras en el fondo del campo y te apuntan directamente entre los ojos, ya no hay vuelta atrás. Te concentras en el sonido.
-Recuerda tener lista la defensa en cuanto escuches el látigo que harán mis dedos al soltar la cuerda- repite tu, nuevo y temporal, entrenador. Asientes, respiras profundamente, levantas la mano en la posición correcta para llamar el hacha y que la hoja te cubra el rostro. Escuchas el látigo y en menos de un segundo, el metal de tu arma contra la punta de la flecha, desviándola hacia el suelo.
-perfecto, veamos ahora que no sabes a donde voy a apuntar- no habia tiempo para mover la mano, de ser así, solo tendrías que llamar el arma y desaparecerla al instante.
Solo te da tiempo de quitar dos fechas de su recorrido a distintas partes de tu cuerpo, aunque la ultima fue demasiado rapido y solo pudiste hacerte a un lado tú.
-eso igual sirve- dice Volstagg. Thor se ríe, y llama a su martillo desde el otro lado del campo.
-Basta de juegos, veamos si puedes ganarme en un combate real- tragas saliva asustada, pero no te haces atrás.
El primer golpe es directo y de frente, así que lo esquivas agachándote, eso te pone directo en la posición correcta para un golpe de su rodilla justo en tu labio y un empujón que resistes sin problemas, la ofensiva era brutal y veloz, no era algo que pudieras parar con fuerza. Estas por pedir un tiempo fuera cuando tienes la oportunidad de dar un golpe con el mango del hacha y retroceder un par de pasos. Ves un agujero perfecto en su defensa, pero esta muy lejos ya, si tan solo pudieras lanzar el hacha hasta allá, sin embargo era muy pesada. Es cuando se te ocurre la idea que te salvaría la vida desde ese día en adelante. Podrías lanzarla sin tocarla, llamándola de forma que la energía la arrastrara al igual que si la hubieses arrojado. Al inicio debes usar tu mano para guiarte, logrando apuntar correctamente al hueco en su postura y en el momento en que Thor se cubre del ataque de mala manera, te da el espacio para correr, saltas en su dirección, estiras las piernas estando prácticamente horizontal en el aire para darle una patada que de seguro lo echaría al suelo, cuando se te queda corto el impulso y tu mano izquierda necesita un apoyo o de lo contrario caerías al suelo tú y se habría acabado el encuentro. De repente el hacha esta ahí, a varios centímetros del suelo dejando que te apoyes en ella y consigas llegar a tirar a tu contrincante, te incorporas de un salto que no podrías decir como hiciste y ya tienes el arma en la mano, apuntándole de frente. Parecía que habías ganado cuando el martillo aparece detrás de ti, te hace caer, finalmente, pierdes.
-Los dos podemos jugar el juego del arma mágica- y es que habías olvidado cuando se defendió de tu arma arrojadiza y se deshizo de la suya en el proceso.
-como sea, si fueras alguien normal habría ganado- reclamas
-puede que sí, puede que no, aun tienes que practicar eso.
Te encojes de hombros. Estando frente a un día en el cual te ganarían de forma similar una y otra y otra vez.

Nota
Este me salió más largo, supongo que le esta pidiendo prestado contenido al siguiente por que ya tengo pensado al detalle todo hasta dentro de dos caps más jajaja
Ya estamos practicamente en la mitad del fic, que me pise un tren por haber planeado algo tan largo XD maldición

El Bucle -Loki y Tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora