Cena

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Quinceaba Parte

Ni bien pusiste un sólo pie en el salón de ensayos, todos los que esperaban dentro, nada más hablando, se mueven rápidamente en tu dirección. Las que monopolizan tu espacio personal y atención son Lurán y Kimi, por supuesto, pero todos los demás están esperando respuestas y se notan muy preocupados.

-¡Sigyn! ¿Estas bien? ¿Qué pasó? Fue horrible- la alta y rubia cantante te abraza maternalmente, kimi no se queda atrás, parece analizarte de pies a cabeza, cerciorándose de que estas entera.

-Sí, no tienen que preocuparse… fue una… recaída… es algo muy complicado. La Chispa… no es algo que venga sin un precio- les dices esa media mentira que sonaba con sentido, se ven satisfechos con ella. Lurán respira aliviada.

-Por supuesto que nos preocupas querida y también nos alegra que estés bien ¿Verdad, muchachos?- la voz de kimi resuena por todo el salón para estar bien segura de que hasta el último de los presentes la a escuchado.

Toda la banda, el coro y apartado de danza dio su sí afirmativo al unísono. Intentas tragarte la pena que te da saber lo que “les vas a hacer" luego. Si Loki, quien nunca había siquiera cruzado palabras con nadie, los ofendió con su “traición" entonces, lo que sentirían por una amiga…

Antes de seguir esa corriente de ideas piensas en que ya existían muchas cosas que te oscurecían la vida en ese momento y no ibas a ser tu misma una de ellas. Ese era el último ensayo, tenía que ser de lo mejor. Quemaste las cuerdas vocales con una sonrisa y todos se felicitaron expectantes por el Show a la vuelta de la esquina. Terminaste entrada la noche, justo a la hora de la cena. Sin embargo, no tenías apetito. Le pides lo más amablemente que puedes a una de las chicas de la servidumbre que le de la noticia a Odín, Thor y Frigga de que esa noche no te presentarías.

No pasa mucho tiempo hasta que te encuentras en tu habitación, esperas que la oscuridad te ayude a lavar tu cabeza de toda la basura deprimente que a aprendido a quedarse ahí rodando. Piensas en tu casa, la que dejaste atrás, en Alfheim, la que habías rehabilitado a tu gusto y que brillaba en púrpura cuando llegaba la noche, llena de grullas y libélulas de papel, peces y demás criaturas flotando en los espacios del tu dormitorio. Piensas en las cartas guardadas en cajones, de Loki, desde la primera hasta la última, en la computadora que esperabas que te contactara con John en algún punto y en tus cosas de Midgard perdidas para siempre en una línea de tiempo que ya no entendías más. Poco antes de que decidieras que una media hora de lágrimas antes de dormir no había matado a nadie, alguien toca a la puerta. Sin molestarte en encender las luces, caminas por el cuarto impersonal. Es el mismo ojos azules del que no puedes parar de pensar, trae una bandeja, adivinas que contiene la cena que no comiste.

-Entiendo que no tengas apetito, pero tienes que comer algo, perdiste mucha sangre -Lo dejas pasar, y a demás que el cuarto se ilumine, con magia, obviamente.

- No tenías que molestarte en traerla en persona- ambos se sientan en la mini salita del cuarto y sacas el plato y los cubiertos de la bandeja para comer lo que te permitiese el estómago.

-Fui a la cena familiar sólo para verte y tú simplemente mandas a alguien diciendo que no estarás, no es muy amable- te encanta la entonación jocosa con la que hace reclamos sobre temas vanos.

- Lo siento- ríes de su broma, él sólo observa, tiene esa manera de observar como si lo que viese le hiciera feliz, mientras te guardas en secreto que te ha salvado de una noche patética de llorar hasta dormirse.

Terminas de comer entre charlas sobre temas, más que todo, académicos. Y las horas se extienden, parece que esa charla va a durar para siempre, toda la noche, como mínimo. Los temas salen unos tras otros, incluso practican uno que otro hechizo tonto y luego pasan a las banalidades, las anécdotas, cosas que ya sabías y creíste que no tendrías la oportunidad de escuchar otra vez, también cosas nuevas que seguramente el Loki del futuro ya había dado por irrelevantes y olvidado con el tiempo, aunque había la posibilidad de que ese Loki simplemente no estuviera ¿listo? Más bien, dispuesto, a compartir recuerdos que podrían estar teñidos de una incomoda nostalgia que no se dejaría, a si mismi, sentir nuevamente. Y finalmente, casi a las seis de la mañana, al ver los rayos del sol entrar por las ventanas que no fueron cubiertas por sus cortinas esa noche, te invitó a salir por el desayuno, tras un bostezo. La mañana también voló, más bien, parecía haber danzado a tu alrededor y dejarte despidiéndote del príncipe frente a la puerta de la coral, que si bien no había ensayo, tenían un par de cosas que arreglar, probar el vestuario y las últimas palabras de aliento, esa noche era la fiesta. Terminan justo poco antes de la hora de la comida, como ya se había hecho rutina. Sales del salón con un “nos vemos al rato” entre los dientes y antes de marchar al comedor, consideras que tal vez lo mejor sería ir a tu recámara a cambiarte la ropa que llevas desde ayer, pero no te arriesgas a llegar tarde, así que caminas directamente. En la puerta de aquel salón enorme que usaban para comer, está Loki.

El Bucle -Loki y Tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora