Diario De Loki

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Decimoséptima entrada

¿Eso era todo? ¿Iba a irse? Intentaba lograr que lo olvidara, que fuera un simple broma que salió mal... si se va, si se va con mi hermano ¿Qué caso tiene detener su ascenso al trono? ¿Qué caso tiene hacer nada? Por momentos me sentía iluminado... creo, ahora imagino que ¿tengo que seguir con el plan mayor? Ser ese villano que necesitan para crear a los héroes que gente muy lejos de mi y que nunca conoceré siquiera se los agradezca... cada día el mundo parece ser un poco más injusto y yo tenía en frente, hasta hace nada, a una persona que estaba dispuesta a decirle que no. Con letras mayúsculas.

Maravilloso.

Todo este tiempo fue una tontería, un juego de niños, como si estuviera en medio de una partida de "ve a pescar" y ella en otra de póker. Baja las cartas, es una flor imperial. Obviamente sólo tengo pares y no va a sumar ni la mitad.

Otra terrible idea que sale absolutamente mal.

Salgo del café, no podía arriesgarme a que se diera cuenta de mi propia epifanía. Camino con la imagen mental de las cartas en la cabeza, guiándome directo al casino del penúltimo piso antes de la cubierta del barco. Me siento en la primera mesa de Black Jack que veo. Reparten las cartas, pago un par de fichas, juego apostando todo en pequeños porcentajes. Supongo que mantenía mi mente en blanco. Las personas a mi alrededor. El ruido, perder o ganar. Asuntos que entendía. Porquerías de "auto entendimiento" eran todo aquello que quemaba, aislada al mundo de deseos efímeros y alucinaciones. Mentiras que partirán de mi y terminaban en mi también. Pasan horas, no lo sé con seguridad. Salgo de la caverna oscura del casino para llegar a la cubierta. Como siempre, hasta el medio, se escucha música, hay gente bailando y divirtiéndose. Paso por el borde, intentando evitar entrar en su círculo, sin humor para ello. Normalmente no reuía las reuniones sociales, pero nadie que me conociera previamente se divertía al verme tan fácilmente envuelto con desconocidos. En casa habían otros estándares para mi. Aquí era Aleth la que volteaba la mirada y su idea de vacaciones acompaño la mía de dormir todo lo posible, comer hasta reventar y gastar dinero que no era nuestro con una sonrisa. Así que me sorprendí al verla ahí, en medio de la fiesta, oídos sordos a la música de mal gusto, sosteniendo la mano del mismo extraño que cruzaba miradas hace una semana. No puedo negar que eso me molestó.

De hecho, yo podrido en introspección y mi dulce prometida bailando con otra persona. Sonrio al verla estirar los brazos hacia el cielo completamente envuelta en el espíritu fiestero. Y considero mis opciones mientras cortos y despreocupados pasos lentos me llevan inevitablemente en su dirección. Podría aproximarme a alguna otra persona, alguna solitaria bailarina en los extremos del montón de personas. Guiarla para llegar al lado de Aleth y ver su reacción. O simplemente irrumpir, tomarla del brazo y sacarla de ahí. Llegar y saludar sin decir mucho más. Hacerme amigo del tipo con el que baila. O meramente esperar a que se diera cuenta de que la estaba viendo desde lejos y hacerle señas para que se acerque. Era difícil decidir, todo antes de que los viera cerca uno del otro, demasiado cerca. Un beso, dos, él se apoya en su hombro mientras ella estira el cuello dándole permiso ¿estará ebria? Si pienso en eso es mejor. No me apresuro y siento mis puños hacer presión, no estoy consiente de cuanto retengo ni cuanto dejaré salir una vez estemos frente a frente. Le tocó el hombro al sujeto primero, no voy a golpearlo ni decirle nada malo, confió en que mi instinto primordial de diálogo para resolver el problema.

Lo golpeare después, vaya que lo haré, va a necesitar una nueva nariz y otro pómulo cuando termine mi hora feliz.

El Bucle -Loki y Tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora