Dile que no

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Las vacaciones deberían ser así, siempre. Ese cuento estúpido de ir a pasear es un invento para turistas o gente que se cree muy hambrienta de experiencias intrascendentes. Habían pasado días y días sin siquiera darte cuenta y lo mejor que habías hecho era pudrirte bajo el sol hermoso en medio del Pacífico, dormir muchas, muchas horas, comer tres veces al día en bufets deliciosos hasta reventar, relajarte en una piscina enorme y por supuesto, el rato en un camarote gigante. Loki por su parte no estaba dispuesto a reconocer que lo pasaba bien, no al inicio. Sin embargo, en alguna hora desconocida entre el medio día y el ocaso, cuando se relajaban en la cubierta, y lo veías recostado junto a la piscina y el barco metiéndose con el oleaje casi imperceptible, usando lentes de sol, una camisa floreada de color cian, pantalones cortos y sosteniendo un coco completo con una pajita saliendo desde un agujero en la parte superior de la fruta desde la cual sobria de vez en vez te dejaba con una sonrisa en el rostro.
En el momento en que te ve aparecer desde el elevador y salir a cubierta sosteniendo un par de bolsas se pone de pie con la misma positiva expresión en el rostro. Casi desde que llegaste eres consiente de las miradas pendientes de Loki. Distintas personas se tomaban su tiempo para observarlo bien, de pies a cabeza, estabas rodeada de bellezas por todas partes y aún así, parece que la atención sólo estaba en él. Una que otra vez puedes ver un par de ojos sobre ti, pero en realidad es incómodo, no como con Loki que se desenvuelve perfectamente, casi alagado por la atención. Sabe que luce fantástico, ni se detiene a pensar o dudar de ello, a diferencia tuya, que evitabas el reflejo de los escaparates y te dabas varios vistazos al espejo antes de salir. Esos vestidos cortos y atuendos veraniegos sacaban lo más oscuro y oculto en tu personalidad para dejar que cada inseguridad posible brillar por primera vez en un buen tiempo. Típico, pasabas de ser la que sacaría el trasero de un Dios de los problemas a una simple niñata, sólo para quejarte por como te lucían las caderas en las entubadas prendas nocturnas. Al parecer el Dios de la mentira no estaba, en lo más mínimo, consiente de ello. Estando parado junto a ti podías compartir de cierta forma el reflector que lo alumbra constantemente y la atención de los espectadores, atención envidiosa y que curiosamente pensaban en porqué o cómo te las arreglabas para estar ahí y no ellos, si ellos eran mejor, si él era demasiado bueno. Tratas de ignorarlo mientras Loki toma la mitad de las bolsas y regresa, a la par tuya, a las sillas de bronceado junto a la piscina. Revisa la primera que le llama la atención, era algo para el, sólo una camiseta de cuello en V, blanca, costuras azules, sin nada de especial.
-¿Para mi?- Intentas prestar atención, pero en realidad sólo te esforzabas por evitar el contacto visual que amenazaba de casi todas las direcciones.
-Ah sí… mmm- no es común la ocasión en la que debes quedarte pensando que decir -¿te gusta?-por supuesto que Laufeyson se da cuenta que en realidad sólo soltaste la pregunta para sacarte de encima la presión de seguir hablando.
-No, la odio, tienes un gusto horrible- dice sin que le escuches realmente.
- Me alegro… - en ese momento tus ojos se encontraban con los de alguien más, un chico joven que iba de la mano con una persona que no sabías identificar bien como hombre o mujer, era realmente curioso, tenía un aire místico, te atrevías a decir que era aún más atractivo que su acompañante a quien encontraste viendo en tu dirección. Viéndote a ti o a Loki, sin estar segura de a quién realmente.
Por unos segundos tu compañía en la silla reclinable hace el esfuerzo de adivinar con quien cruzabas miradas, para luego caminar y pararse en frente tuyo, cortando el extraño contacto con el desconocido. Caes al mundo real otra vez y lo miras directamente ahora, algo avergonzada, pesando en lo que había dicho, que no había sido en serio, querías creer y que ahora tocaba responderle de forma seria.
-Digo… ¿de verdad… no… - por supuesto que no podías terminar de hablar, menos cuando él voltea hacia atrás, viendo por sobre sus lentes oscuros al sujeto que estaba “asechándolos”, prácticamente, hace nada. El desconocido lo saluda con un gesto de su mano, sientes como te sonrojas, como mínimo, tus tripas se revuelven a consecuencia a ese nuevo nivel de vergüenza.
-No luce más interesante que nuestra charla ¿Es ese encanto que está a su lado lo que ves?
-¿Encanto? ¿en serio? Lo veía porque te estaba viendo a ti- le reclamas en el mismo tono burlesco. Siguiendo el juego de los celos más raro del que habías participado nunca.
-¿A mi? Lo note hace dos días, no deja de seguirte cada que apareces – se cruza de abrazos y te habla desde un posición de tres cuartos.
-Podría decir lo mismo del resto del mundo, es como si orbitaran a tu alrededor- lo copias casi por inercia, por poco estas segura de poder escuchar reír al chico que había causado todo el embrollo, muy feliz por hacerlos pelear y posiblemente pensando en que haría si los viese partir hacia lados opuestos, visiblemente molestos.
-¿y eso es mi culpa?- lo ves sonreír cuando voltea a verte, sin estar seguro de si te ha ganado realmente, aunque tras la “confesión”, es casi victorioso.
-Entonces lo sabías- se enoje de hombros, expectante de lo que vayas a decir -Supongo que yo tengo el derecho de ver a mi acosador en ese caso, puedes quedarte por allá- apuntas a la piscina- quitarte la camisa y disfrutar de la atención mientras finges nadar un rato- le sonriese de oreja a oreja, creyéndote con la ultima palabra.
-Tal vez lo haga, si es que así ese sujeto te deja en paz. No está nada mal, podría fingir también tener una charla superflua con él ¿no?
-Sí, por supuesto que sí. No es como si “estuvieras conmigo” de todas formas- haces las comillas con los dedos y lo empujas con el hombro levemente. No podías exteriorizar lo que esperabas escuchar después de ello.
-Con que así es… - vuelve a su lugar en la silla, recostado apaciblemente, te hace señas para que traigas otra silla y la pongas cerca. Le haces caso. Sujeta la camiseta que desencadenó toda la charla, estas consiente de que el desconocido sigue observando, aunque ahora sólo le prestas atención a Loki – No… esperaba que explicaremos esto en voz alta, pero… -tarda en decir lo que tiene en mente, tarda en abrir la boca para hablar y su mirada perdida que apenas ves a través del cristal oscuro -Sabes que sí venimos juntos de “esa forma" ¿No? Ahora, siendo honesto, creo que… me da algo  de miedo pensar que de repente… No estás- Volteas a verle. Decía la verdad, pero también estaba mintiendo.
-Lo sé… y aunque no fuera así, no me iría a ningún lado. Estas atrapado conmigo, siento que te enteres de esta manera- sopla una risa y continúa  revisando las bolsas. Había 5 en total, en la primera sólo aquella camiseta, un par de calcetines negros y un cinturón, con excepción de la primera, todas eran cosas que él mismo había dicho necesitar, que podía cambiarse con magia, pero inventarse las cosas sin más era otro cantar. En la segunda habían un montón de suvenires, cosas curiosas, libretas lindas y libros con nombre llamativo. En la tercera y cuarta habían cosas tuyas, un vestido, unos pantalones y un par de zapatos, además de un par de tonterías que estarías avergonzada si Loki entendiera de que se tratase. Y en la última habían solamente joyas, todas la escogió Loki anoche y por cuestiones de la tienda las recogiste empaquetadas y grabadas hoy, sólo un par y no es que supieras que decían. Anillos, collares y demás cosas que no solías usar, pero que compraron por simple placer de gastar. El método de pago era un más simple que control mental. Antes de que llegara el bote a puerto, cuando nadie observaba, desapareciste sola para llegar a la torre Stark que aún seguía luciendo su letrero original y le sacaste un par de tarjetas del bolsillo a Tony, quien no se daría cuenta hasta fin de mes, si es que el veía sus propias cuentas siquiera. Por ende, era imposible que cancelará dichas antes de que se fueran sin dejar más rastro que un recibo prácticamente anónimo.
-Sabes- saca uno de los collares de su caja y se sienta al borde de la silla mientras te incita a hacer lo mismo, pero esta vez, sentada a su lado -aun no conozco a ese tal Stark, pero creo que ya me agrada- te pone el collar en el cuello. Aprovechas para ver al desconocido otra vez, se lo ve irritado, te burlas de ello internamente.
-No creo que él pueda decir lo mismo, mucho menos cuando lo conozcas- sólo sabías un par de anécdotas al respecto.
-¿Qué le hice?- se ve más bien divertido ante la situación, era su estilo, después de todo.
- Lo arrojaste por una ventana, para empezar.
Una ligera carcajada y otro sorbo a la fruta que había dejado a un lado, después un silencio cómodo. Dejas caer tu mano a un lado, el frío del suelo te refresca un poco del potente sol y de repente un toque aún más helado te acompaña, la mano de Loki. Sólo se rozan los nudillos. No pasan más de quince minutos ahí, el sol cerca del medio día era demasiado fuerte y deciden entrar al café más cercano ¿había algo que ese barco no tuviera? Habían partido desde algún lugar del sur de África y pasarían 16 noches ahí hasta Italia. Sentías cierto terror al volver hasta ese lado del mundo, cierto miedo a Florencia y a esos lugares que parecían ser suyos, calles que te enseñó y paredes que contaban sus secretos sólo a él, quien sabía escuchar. Si le repetías sus propias palabras ¿Qué destino estabas cambiando? En realidad, ese barco, el mar casi infinito, el sol y su presencia, querían pedirte que te olvidaras de eso, que dejaras atrás las tonterías del destino, si alguien iba a cazarte por cambiarlo todo, no había arma que tuvieras miedo a sostener. Y si pretendías que era algo estúpido y muy arriesgado por nada, bastaba pensar en que no tenías nada más que hacer, atrapada en el pasado, atrapada al lado de un Dios, atrapada en una maldición. Estabas de humor para iniciar una guerra. De repente sentías la necesidad de regresar, de entrenar, de elegir un arsenal. Te sentías en peligro por ninguna razón. Supones que Loki se da cuenta cuando tus orejas se mueven siguiendo cada sonido nuevo de forma ansiosa y tus ojos clavados en la taza de café casi vacía, pero alerta a tu visión periférica por si alguien se acercaba demasiado, te advertía, reaccionando al tensarte como un gato encorvado.
-¿Aleth?- pregunta algo preocupado. No respondes y opta por intentar tocar tu mano, la que retiras bruscamente al darte cuenta.
-Perdón- aclaras la voz y te disculpas prácticamente en un susurro. Sales de esa especie de trance extraño.
-¿En qué pensabas?- Su cuestionamiento era normal. Lo ves a los ojos y está vez eres tú quien busca su mano sobre la mesa. Te preguntas constantemente si el contacto siempre fue así de lejano, de frío. Carecía de intimidad, habían un par de barreras entre ambos que se habían alzado desde el momento en que se vieron por primera vez y seguirían allí por un largo tiempo más.
-Nada… creo que eso del stress post traumático nunca se supera del todo- Intentas reír, fingiendo que no lo creías del todo. Y por ello es verdad. No lo creías.
-¿Estas bien?- no va preguntar, no en una ínfima conversación de sobremesa. Terminan y pasan el resto del día en paz, tú, insistiendo para dejar la mente en blanco. Al final, para eso estabas allí, olvidar todo por un par de días.
Los destinos turísticos eran hermosos, las playas y mercados eran de otro mundo y los paisajes se superaban cada vez. El clima parecia perfecto, y entre días de quedarse solos en el camarote las 24 horas pidiendo servicio al cuarto, o salir y disfrutar del ambiente, lejos de las fiestas nocturnas que daban algo de vergüenza en realidad. Al ver de lejos de los shows, que no eran tan memorables como para renunciar a la comodidad de una pijama con tal de ver a un grupo de bailarines, aún menos si eso requería ponerte tacones. Y lentamente, tras la primera semana, cuando despertar sujetando su mano o sintiendo el agarre de su brazo sobre tu cintura era tan natural como respirar, podías verte mandando tanto caos lejos… podías verte inspirada, luchando por una vida así, que aunque en su egoísta punto de vista, se alejaba de las gemas, de los Vengadores, de los problemas. El universo debía de salvarse sólo o simplemente no debía salvarse. Y mientras estuvieras junto con quien más querías, del lado ganador ¿realmente era tu deber ser otro héroe? ¿desde cuándo y porque? Era ilógico. La vida en la tierra era apacible, querías tenerla, querías a Loki también ahí.
Aún en esos planes, la verdad era que el destino demandaba algo más. Tendrías lo que querías, después de salvarle la vida, de superar el fatídico momento de escuchar sus huesos quebrarse bajo un monumental agarre el día en que te arrebataron lo único que estabas segura que no podías perder. Así que cumplirlas los caprichos del tiempo.
O al menos eso creías que harías, pero Loki siempre tiene la capacidad de sorprender. Tiene sus propios planes. Recordaba aquella vez que se fue, que te dejo sola en casa de tus padres en la tierra, sin saber si volvería. Que desaparecio meses dejandote a tu suerte en un planeta extraño. Que te dejo sola en una nave salvavidas mientras moría por su hermano. Seguramente no estaba furioso y esas nunca fueron sus intenciones. Ello no obstante, para él momento de volver a casa, estabas segura de que no volvería hacerlo a menos que fuese estrictamente necesario. Habían cosas con las que era mejor no jugar trucos. Habían cosas que podías permitir en un determinado contexto, pero sin ese contexto eran simplemente mentiras. Eran simplemente palabras crueles.
-¿Después de todo lo que hice por ti? Ni siquiera espere un gracias, ni si quiera espere que te importará ni tenerte acá. Sólo… que al menos no te rieras en mi cara de algo DE LO QUE TÚ TUVISTE LA MALDITA CULPA- le gritas. Caminas lentamente de ahí, quieres creer que sabe muy bien que no debería seguirte de vuelta. No planear encerrarse sola en el camarote, pero tampoco planeabas dormir en la misma cama esa noche. Por primera vez en 13 días deseas que ese viaje acabe de una vez. No sabes si la gente te está viendo, no vas a llorar.  Respiras. Lo dejas ir. Nunca debiste haber confiado en él.

El Bucle -Loki y Tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora