La Bestia

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Sigues el ir y venir en el lomo de Sleipnir, cuyo paso calmado apenas se escuchaba sobre el empedrado de las calles. El constante parloteo de todos a tu alrededor hace que te sea indistinguible una palabra de otra, sin embargo las voces no pasan indiferentes, si te pidieran reconocer un grupo de presentes podrías fácilmente discernir quienes te rodeaban de quienes no. Rápidamente llegas al sector comercial y bajas de la montura, notando que a los lados tiene disponibles un par de alforjas vacías.
Vas completando tu lista mental de compras, guardas la mayoría en las bolsas de Sleipnir, y en los últimos segundos antes de pagarle a un comerciante con un par de monedas, gritos bastante distantes secuestran tu atención. Un susurro aterrado que lentamente se aproximaba, aumentando su velocidad de forma exponencial con cada metro. Y antes de que pudieras anticiparlo del todo, algo irreconocible golpea el puesto que tienes delante con una brutal fuerza destructora. Tus sentidos sólo te permiten reaccionar lo suficientemente rápido para salir de la trayectoria de los escombros y, por suerte, de aquella misma cosa que seguía aún su recorrido. Sleipnir se asusta, e intenta escapar, intentas detenerlo en vano, tiras de las correas tan fuerte que te derriba, lo último que ves es su cola negra desaparecer entre la gente que corría en la misma dirección. Todo ocurrió tan rápido que sin saberlo, cubría tu cara de una nueva oleada de astillas, la cosa que había arremetido primeramente con una pata, en ese momento impulsaba su enorme cuerpo por el insuficiente espacio que abrió, destruyendo todo lo necesario en su camino.
Enorme, al menos tres pisos de altura, o ser unos seis o siente metros. Cabeza aplanada, ojos saltones de color negro y escleróticas amarillas, de un tono desagradable, llenas de venocidades. Definitivamente asemejaba a la cabeza de una rama, dicha de color marrón y llena de pliegos de piel colgando debajo de sus ojos y cuello largo, uniéndola a un monumental cuerpo cuadrúpedo de canina naturaleza y porte. Poderosos músculos se veían estirar y contraerse debajo de una piel holgada y colgante, prácticamente calva y con tantos pliegos que parecía más una manta cubriéndolo. No tenía cola, ni orejas y su boca se veía unida a si misma a través de tajos de piel, cubiertos de baba, que guardaba dentro de la misma y revelaban su incapacidad para abrir del todo sus mandíbulas cuando lo intentaba. El único sonido que producía era el de sus estrepitoso paso, con sus pesadas patas que llevaban garras no retractiles, desgastadas y llenas de marcas. Su respiración y su piel colgando y golpeando con el suelo y su propio ser.
A pesar de que en un inicio el monstruo haya querido arremeter contra todo lo existente a su alrededor, de repente se a calmado, y busca con su vista, aparentemente precaria, por algo en particular. Analiza las estructuras, se gira sobre su eje y finalmente encuentra lo que estaba buscando. Sus ojos paran ti y se ve furia reflejada en ellos, apenas notas sus intenciones es que te preparas a moverte. Hace poco que te ponías de pie y ahora estabas esquivando lo mejor posible a una bestia que con seguridad pesaba al menos una o dos toneladas. Su zarpa enorme se levanta en los aires y acelera con todo su peso y fuerza en tu dirección, no tienes más opción que, prácticamente, arrojarte hacia atrás, intentando que tus manos encontrarán el suelo de la forma correcta para darte un nuevo empujón y ponerte de pie lo más rápido posible. El siguiente ataque de su otra pata no tarda, parece decidido a llevarte a su boca, lugar que no lucía inofencivo, la saliva verdosa y espesa que empezaba a caer desde las comisuras y pliegues grotescos, se veía corrosiva y olía, incluso a esa distancia, como tal. Cuando sus fauces se acercan vertiginosamente rapido con la pura intención de atraparte, corres, no gastas demasiada energía, así que tienes que mantenerte cerca, prestar atención a los escombros para no caer. Aún hay gente alrededor y esperas que se vayan de una vez, puesto que mientras el monstruo seguiese ahí, estaban en peligro. No sabes que demonios lo hace ir solamente a por ti, pero sabes que está muy concentrado en su misión. Debes buscar la forma de noquearlo o matarlo rápido, no puedes ir saltando como conejo por siempre. Intentas encontrar algo a tu alrededor, lo que fuese, causando que te tropieces con los pocos ladrillos que han quedado de la base de una construcción casi complemente destruida, pones tus manos en el suelo e intentas no doblar tus rodillas, terminas dando una extraña vuelta de carro. No había tiempo para sentirse tonta, torpe o confundida, si ahora resultaba que tenías la flexibilidad y habilidad como para hacer esa clase de cosas, bienvenido sea. Las patas del adefesio se aproximan, corres a hacia el, esquivas sus garras arqueando la espalda levemente y acabas debajo de él. Sigues la carrera manteniéndose cerca de sus patas traseras. Sin embargo, mientras el animal se gira, un grupo de personas queda relegada a la parte de atrás del espacio “abierto", en disposición perfecta para que el monstruo te vea corriendo a sus pies y ellos se pongan en medio del arañazo fallido que no iba a alcanzarte. No podías permitirlo, no más inocentes, nunca más. Saltas sobre su garra, aferrándote con las uñas de ser necesario a sus pliegues de piel aterciopelada y pegajosa. Te tira al suelo, después de no haber dañado a los civiles, y pone la pata sobre ti. Se acerca, su hocico apesta, la baba cae, ves en sus ojos, la furia se ha ido, queda algo conocido… demasiado familiar. Babea sobre ti, quema al instante tu piel, gritas de dolor inevitablemente, dejas todo el aire de tus pulmones salir mientras apenas puedes mantener los ojos abiertos para ver tu hombro ponerse rojo, sin siquiera sangrar, la piel burbuja y un horrible agujero se haber. Te retuerses sin escape. El monstruo hace ruidos, parece que se esfuerza, sigue intentando mover con una lengua muy pequeña los asquerosos pliegues que mantienen sus fauces juntas, sacude su cabeza para sacar su baba volando lejos, como si no quisiera seguir lastimándote. Tus ojos llorosos se abren de par en par cuando a duras penas consigue gesticular algo en separadas y alargadas vocales.

El Bucle -Loki y Tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora