Los días pasaron y la investigación no daba grandes pasos, había intentado seguir a Romano, empero, siempre se encontraba con mi amiga y dudaba que ella estuviera, en todo caso, encubriéndolo. La distancia que había entre Hunt y yo hacía parecer que nada de lo que habíamos vivido haya realmente ocurrido y en parte, era mejor, necesitaba olvidarlo. Me había enterado que estaba saliendo con una agente al mando, la misma que había salido de su oficina. No me había atrevido a preguntar sobre ella, no obstante, escuché su nombre por pura casualidad en los casilleros femeninos, Allison Pearson.
Scott parecía un zombi, hacía poco se había enterado que Heather vivía con Romano, y yo había intentado acompañarlo en su separación sentimental. Solíamos volver a casa juntos para compartir un tiempo y a veces comíamos algo, el trabajo no nos dejaba mucho margen de tiempo. Heather era un caso aparte, con ella no hablábamos para nada y la poca distancia que había entre nosotras no ayudaba. Sin embargo, me dolía su traición y por ello no podía entenderla. Mi amigo la amaba con locura ¿Qué le hizo hacer eso? Por otro lado, Romano solía acercarse a su cubículo disimuladamente para el resto, más no para Scott y para mí.
Mike trabajaba en una investigación sobre pequeñas entregas de droga en el mismísimo centro de Washington. La energía y la motivación que cargaba era algo lindo de ver. Compartíamos el desayuno y eventualmente habíamos practicado disparos juntos, sin embargo y a pesar de todo, no podía sacarme de la cabeza al agente al mando.
Era martes y Scott, en su intento de levantar el ánimo, me invitó a un bar que transmitiría la pelea de Oleksandr Usyk, un ucraniano de peso pesado contra Deontay Leshun Wilder, nuestro boxeador norteamericano.
Estaba terminando de arreglarme, hoy me había puesto una falda negra con un pequeño tajo en la pierna derecha y un bodi rojo, me puse unas perlas como aros y dejé mi cabello suelto. Mis ojos verdes resaltaban con un delineado y mis labios brillaban con un gloss dorado. Mi teléfono sonó y bajé a encontrarme con mi amigo.
- No traje el arma –avisó, lo miré confundida.
- ¿Qué? –él cerró mi puerta.
- Que si tengo que alejar a los buitres voy a tener que hacerlo con mis propias manos –reí. El llevaba una playera de un equipo de soccer y un jean. Se veía bien, más no, en su mejor versión.
- ¿Son buenos los peleadores? –interrogué. No sabía mucho del boxeo, mi papá no solía verlo y yo me acoplaba a las carreras, más no, a otros deportes.
- Mia, un poco de cultura, por favor –pidió en broma, yo reí- Si, los dos tienen una buena trayectoria.
En el camino Scott intentó explicarme las debilidades y fortalezas de ambos peleadores, empero, mi mente se negaba a entenderlo hasta que lo viera con mis propios ojos.
El bar estaba inundado por cuadros con imágenes de boxeadores en el ring, algunos peleando, otros posando con los cinturones gigantes. Scott me guio entre las mesas llenas de hombres y por un momento, me arrepentí de haber aceptado la invitación, a duras penas éramos un par de mujeres.
- ¿Qué queres para tomar? –preguntó mi amigo.
- Una cerveza –él asintió y se acercó a la barra. Nuestra mesa estaba cerca de la gran pantalla. Miré mi alrededor, algunos de los presentes me observaban esperando no sé qué. Tomé mi celular e hice algo de tiempo en las redes sociales que poco solía utilizar. Heather había subido una historia con Romano, estaban haciendo compras en el Mall tomados de la mano, saqué la imagen cuando Scott se sentó a mi lado y tomé el vaso que había traído para mí.
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INFILTRADA: en el infierno. (En edición)
RomanceMia Davis es una agente especial del FBI que no se ha destacado en su corta instancia en la agencia de Washington DC., sin embargo, un allanamiento nocturno logra cambiar el rumbo de su carrera al hacerla protagonista de una investigación de gran ca...