Capítulo 36.

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Llegamos al bar de nuestros comienzos, el Citron. Era viernes y por ello todo parecía estar lleno, no obstante, mi amigo había hecho una reserva y mientras la corroborábamos saludé al colombiano de la barra. Nos acercamos a la mesa del segundo piso que se encontraba pegada a la escalera. Las luces de colores alegraban el ambiente, amaba este lugar. Una chica de pelo negro y ojos asombrosamente celestes se acercó a nosotros, Scott se puso de pie.

- Camille, Mia. Mia, Camille –presentó. Le sonreí a la chica que había logrado que mi amigo volviera a ser el mismo.

- Un gusto, Camille –extendí mi mano.

- El gusto es mío, agente –correspondió mi mano.

- Mia, por favor –pedí, ella sonrió y se sentó en la silla que mi amigo se preocupaba por mover para ella. Observé la escena, parecía que realmente le gustaba, desvíe mi vista a la entrada cuando Scott se acercó a besarla. Visualicé a Mike y extendí mi mano para que me viera, él no parecía encontrarnos y aproveché a observarlo. Traía una remera blanca con un jean negro, una chica lo chocó con aparente disimulo y ésta le sonrió, él pidió disculpas sin prestarle mucha atención, sonreí, era tan caballero. Subió las escaleras y nos vio. Se acercó sonriente.

- Disculpen la demora –habló y extendió una mano para saludar a Scott- Hola, soy Mike –saludó a Camille, ella estrechó su mano.

- Camille, un gusto –Levine se sentó a mi lado y besó mi mejilla.

- Estas hermosa –aseguró. Sonreí.

- Y usted está muy lindo, agente –él extendió un brazo hacia mi silla y miramos a la pareja de enfrente, ellos estaban en su mundo.

- ¿Pedimos algo? –le pregunté a mi cita.

- Es la primera vez que vengo así que confió en tu opinión –asentí y miré la carta. La conocía de memoria, sin embargo, eso me daba tiempo de seguir procesando mi vida. Bajé las escaleras para hacer el pedido y tuve que hacer fila entre tanta gente. Llegó mi turno y pedí unas pizzas, no sabía el gusto de Mike y menos el de Camille, por ende, fui por algo básico y que no fallaba nunca, además pedí cuatro cervezas.

Volví a mi lugar y noté que todo seguía igual, Scott inmerso en Camille y ella en él, Mike miraba su celular y la escena me pareció de lo más aburrida.

- Esta es la peor cita doble que he tenido –largué al sentarme. Mike río.

- También la mía –la pareja sonrió algo avergonzada.

- Disculpen –habló Scott, yo oculté mi sonrisa- ¿Ya pidieron algo? –asentí.

- ¿Cómo te está yendo en las prácticas? –le pregunté a Camille para sacar un tema. Ella se acercó a la mesa para que la podamos escuchar bien, la cantidad de personas y la música hacían imposible la tarea de escucharnos.

- Creo que bien, tampoco es que sobresalga mucho –hizo una mueca- Pero intento concentrarme en mis avances y no en los ajenos.

- Esa es la clave –agregó Mike. Él no sabía que ella era una agente a prueba pero ahora lo habría entendido como así también que Scott mantenía una relación no aprobada por el FBI- Yo solía compararme todo el tiempo –lo observé- No lograba acertar un disparo al ver que mis colegas lo hacían sin titubear, siempre hay alguien peor que uno, dicen –sonrió- Pero eso no suele importar en ese momento, sino que prestamos atención a los que son mejores. Empecé a ver que hacían ellos, no para compararme, sino para ayudarme, así noté como era la posición, como se balanceaban, como lograban apuntar y acertar. Después mejoré la técnica y la hice propia, ahora puedo decir que soy un buen tirador.

INFILTRADA: en el infierno. (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora