Capítulo 29.

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Me acomodé en el lugar y fijé mi vista en el flacucho.

- Tenemos poco tiempo por eso me tomaré la molestia de comentarle mis métodos más efectivos.

- ¿Por qué piensa que quiero aprender a estafar? –interrogué- Sólo dígame que solía hacer, con su historia podré adaptarla a la mía y fin –estaba cansada y la idea de que pronto entraría a la cárcel no me entusiasmaba para nada.

- No es lo que me pidieron –González miró la pantalla- Pero sus deseos son órdenes Blair Crawford –dijo falsamente, luego de unos segundos en los que no sé si tardaron sus neuronas en conectarse o qué, comenzó a hablar- Estafar es uno de los delitos más inteligentes ¿No lo cree? Requiere astucia y...

- Malicia –lo interrumpí. No pareció agradarle mi comentario, pero para su desgracia yo no simpatizaba con criminales.

- Es una especie de arte, lo suelo llamar "el arte del engaño" –fruncí mi ceño- Las personas confían ya sea en una persona física o ficticia y arriesgan sus propiedades, dinero o patrimonio cuando creen saber con quién tratan –chasqueó la lengua- La gente suele ser tan estúpida.

- Entonces no se requiere tanta inteligencia como dijo -acoté, él cerró la computadora.

- La inteligencia se utiliza siempre, no se equivoque, a menor o mayor escala dependiendo de qué es lo que pretenda obtener con el engaño –miró una lapicera de la mesa- Si yo quisiera robarle esta lapicera... ¡¿Qué haces hijo de puta?! –gritó hacia mi derecha haciendo que tomara mi arma y girara en esa dirección, apunté. No había nadie. Volví mi vista a él ¿Tiene alucinaciones? Miré la mesa, la lapicera no estaba. Que estúpida- Como decía, si yo quisiera robarle esta lapicera, haría que mirara a otro lado, utilicé un mínimo de inteligencia porque sólo quería obtener este pequeño objeto –la dejó en la mesa- Usted pensara ¿Cómo robar una lapicera me va a enseñar "el arte del engaño"? –rodé los ojos ante su tono de pensador- Es simple agente, para estafar debe hacer que sus víctimas vean hacia otro lado, un lado de usted que no existe, por ejemplo, algo bondadoso, caritativo, algo real o bien crear una imagen, como una empresa, algo que no permita que ellos realmente vean quien es y qué es lo que hace debajo de la mesa.

Asentí.

- La confianza es fundamental en el fraude, si no hay confianza déjeme decirle que hay muy pocas posibilidades de concretar la estafa. Sobre esto debo decir que la confianza está sobrevalorada, las personas piensan que sólo confían en sus amigos y familia y que se guardan el derecho de elegir en quien confían –sonrió- Esa es la mentira más grande. Como verá, en un sistema aparentemente globalizado, el capitalismo y sus grandes estrategias de mercado impiden que alguien pueda vivir fuera esta red de aparente confianza. Piense en los asalariados, la mayoría adquiere sus salarios a través de un banco que sirve de intermediario entre el patrón y el empleado, banco que en primer lugar no eligen pero deben aceptar y confiar que en cada mes les va a dar lo que les pertenece.

Tenía mi atención, joder, su apariencia no decía nada de lo que ocultaba en su mente.

- Con esto quiero decir que la confianza se gana fácil porque no siempre requiere de tiempo, como las relaciones sentimentales, a veces sólo se fuerza, se obliga. Otro ejemplo son los secuestros extorsivos, usted me paga confiando que liberaré a su tía –puso un dedo en su fosa nasal para luego retirarlo, parecía ser un reflejo- Usted no confía en mí pero si tengo algo suyo hará lo posible por lograr la confianza. Por querer evitar que lastime a su tía me prometerá una suma de dinero y con ello querrá ganarse mi confianza ¿Me entiende? –asentí- La confianza es importante pero no es difícil de obtener. Si usted conoce a su víctima, aunque sea un detalle, una característica, una cualidad o debilidad podrá jugar con la confianza porque de alguna manera usted tiene algo de esa persona, ya sea información o algo material, por ende, vuelve a la persona susceptible de caer en estafas.

INFILTRADA: en el infierno. (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora