-¿Me acompaña a pedir un trago? –pregunté sin apartar mi mirada. Parecía hipnotizada por su figura de dios griego- Necesito algo fuerte antes del juego.
Él asintió y yo busqué la salida de la sala, necesitaba alcohol y del bueno. ¿Cómo era posible qué él esté en esta fiesta? ¿Desde cuándo le interesa el póker? ¿Por qué estamos en la casa de Lea?
Dupont pidió un whisky a las rocas para él y yo pedí uno igual.
-¿Cómo la están pasando? –preguntó una voz femenina a mi lado. Giré a ver a Lea, era una mujer hermosa y de cerca aún más, contaba con unos encantadores ojos marrones que iban a juego con su pelo castaño claro. Su maquillaje rasgaba sus ojos con delineador negro y un labial rosa palo. Su cuerpo estaba entallado con un vestido azul marino.
Ella me detalló y sonrió amablemente.
-Bien, es una hermosa casa –aseguré.
Dupont acercó mi trago y le di el primer sorbo. Mi garganta quemó por unos segundos e hice una pequeña mueca. Lo necesitaba.
-Me alegro que les guste –su mano tocó la mía y me cedió disimuladamente un pequeño papel- Son más que bienvenidos –miró al director- ¿Usted es? –se puso en medio de ambos y dándoles la espalda leí la nota.
Jardín.
Miré a las dos personas que conversaban, ella reía y él parecía embelesado con su belleza natural. Corroboré una vez más que él no me estuviera viendo y me dirigí a la entrada de la casa, de allí caminé por un pasillo hasta dar con las puertas que se encontraban abiertas de par en par. No había tantas personas afuera.
La fría brisa erizó mi piel y aunque no tenía calor mi cuerpo comenzó a sudar.
Bajé las escaleras y comencé a buscarlo con mi vista, no estaba por ningún lado. Visualicé la gran pileta y allí me encaminé, seguramente estaba allí. El camino apedreado hacia que mis tacos me traicionaran casi todo el tiempo empero me detuve a observar el cielo estrellado, estaba despejado y era un escenario digno de admirar.
-Por una extraña razón intuí que no acatarías mi orden –hablaron haciendo que bajara mi vista del cielo. Su barba estaba algo crecida pero le quedaba tan bien que mi subconsciente imaginó mil formas de vencer la distancia entre nosotros.
Él medio sonrió haciendo que todo el aire que me quedaba se esfumara.
-Los no, son sí para los Davis –le recordé. Él se acercó y yo observé sus labios por un momento.
Basta, Mia.
Subí mi mirada a sus ojos.
-¿Por qué está acá, señor? –pregunté- ¿Qué es todo esto?
-Él que debería hacer las preguntas, soy yo.
-Sin embargo, pregunté primera –largué con cierta picardía.
-Estamos investigando a Dupont –respondió.
¿Estamos? Yo no había visto a nadie de la agencia a excepción de él.
-¿En la casa de Lea? –interrogué sin creerle.
-No habían muchas opciones para atraer a un adicto al azar –su tono de voz era más serio que de costumbre y eso logró inquietarme.
-¿Por qué motivo se lo investiga? –Hunt recorrió con su vista mi vestido.
-Por enriquecimiento ilícito y posibles coimas para acceder al puesto de alcaide –largué una carcajada falsa. No me creía esta historia ni de casualidad, él no estaba acá por eso y ambos lo sabíamos.
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INFILTRADA: en el infierno. (En edición)
RomanceMia Davis es una agente especial del FBI que no se ha destacado en su corta instancia en la agencia de Washington DC., sin embargo, un allanamiento nocturno logra cambiar el rumbo de su carrera al hacerla protagonista de una investigación de gran ca...