Capítulo 47.

76 3 1
                                    

Mis manos rozaban las decoraciones millonarias sin poder creerlo. La ornamentación no era mi fuerte, sin embargo, era imposible pasar por alto el esmero que tenía la propiedad.

Si pudiera definir la mansión en una palabra sería: extravagante.

- ¿Suele jugar siempre en el mismo lugar? –le pregunté a Dupont mientras esquivábamos personas con aspecto refinado. La música estaba alta y apenas escuchaba las conversaciones de los presentes. Podía observarse una gran variedad de mujeres jóvenes y hermosas acompañando a hombres mayores, no quería juzgarlas pero en su mayoría parecían ser prostitutas de la alta alcurnia.

- Por el momento sí, debido a que hace unos meses juego con los mismos rivales –él caminaba a mi lado pero sin mirarme. Algunas personas pararon a detallarnos, no obstante, el director no pareció darle importancia y yo seguí entre los salones llenos de cuadros artísticos. Quería frenar mi paso y tomarme el debido tiempo de observarlos y detallarlos, sin embargo, el paso de Dupont era rápido y se lo notaba ansioso, por no decir, preocupado.

Mi corazón comenzó a latir con intensidad cuando dos grandes puertas blancas yacían con dos hombres de seguridad que no dudaron en recorrerme con la mirada.

- Cédric Dupont, MacCaa me espera.

- ¿Quién es la señorita? –preguntó uno de ellos.

El director giró a verme y tomó mi mano.

- Mi amuleto de la suerte –largó. Apenas sonreí y observé la reacción de los hombres corpulentos. Ellos se miraron y yo dudé en que realmente pudiera acceder a lo que parecía ser un salón vip.

La puerta cedió cuando uno de ellos la abrió y mis ojos se maravillaron con la mesa de póker iluminada por una araña de cristal distinguida, parecían gotas de agua. La sala no estaba del todo clara, sin embargo, podía notar que las paredes seguían siendo de tonos claros y bordes dorados. Había cuatro sillas en la mesa, sólo dos de ellas estaban ocupadas.

Una chica se acercó con una bandeja llena de copas de champagne, cosa que no dudé en aceptar, tomé una y observé el resto del salón. Una barra residía con un barman bien vestido, había mujeres elegantes y sonrientes, y algunos hombres de traje empero mi vista se desvió a los jugadores, uno era joven y vestía como un civil cualquiera, de remera con un estampado y un jean gastado, supuse que era el hijo del senador. El otro era un hombre que llevaba una camisa blanca y lentes negros, una mujer de cabello extremadamente lacio hablaba en su oído y él parecía divertido.

- MacCaa aún no llega –habló alguien. Giré a ver a un hombre de ojos marrones y facciones sofisticadas, su traje negro lo hacía ver simple pero elegante. Dupont le dio un sorbo a su champagne.

- Se le ha vuelto una costumbre –respondió el director. El sujeto pasó su vista a mí.

- ¿Ella es...? –preguntó con una sonrisa coqueta.

- Blair Crawford, Joshep MacCaa –hizo las respectivas presentaciones y Joshep extendió su mano, correspondí y la estreché. ¿MacCaa? ¿No es el dueño y la persona que falta para comenzar el juego?

- ¿Es tu pareja? –preguntó haciendo que mirara al director.

- Es una amiga –respondió Dupont, Joshep me detalló por un momento y mis mejillas se encendieron, a pesar de ser un cincuentón no era para nada desagradable a la vista.

- ¿Entonces no te ofende si la invito a tomar un trago? –interrogó el hombre.

- No me ofendo, pero preferiría que esta noche esté a mi lado –comentó el director. Lo entendía, él creía que yo era una criminal y si bien no lo era, corría el riesgo de que yo escapase y con eso lo destituyeran de su puesto.

INFILTRADA: en el infierno. (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora