Observé la escena que brindaban los sujetos.
– Voy a ser el último en salir -habló Tobías. Los supuestos rehenes comenzaron a salir lentamente, fingían bien, sus rostros reflejaban temor y angustia. Tobías me tomó forzadamente del brazo haciéndome presión- Si realmente nos ayudas, serán dos millones, agente -asentí con una sonrisa de compromiso. Los falsos asaltantes se quedaron a la espera.
– Debemos fingir un poco -comenté. Un rayo de esperanza surgió cuando mi mente se iluminó- Si caminas como si te hubieran golpeado va a dar más credibilidad -él asintió sin protestar y tomé su brazo para que rodeara mi cuello. Comenzamos a salir, él fingía ser cojo y yo ayudarlo. Mi mano se deslizó lenta y sigilosamente a su bolsillo derecho tocando el dispositivo, no podía tomarlo como si fuera cualquier elemento, el botón podía ser sensible. Con mi mirada volví a buscar a Hunt, tal vez podría decirle lo que pasaba con una simple seña.
– Huele bien, agente -habló en mi oído.
– Tal vez podríamos encontrarnos en otra ocasión -susurré y aproveché la distracción para tomar el dispositivo lentamente, era cuadrado y delgado. Levanté mi vista, él no lo había notado y decidí actuar ya. Los colegas recibían a los asaltantes y le ofrecían atención médica. Mis manos sudaban por la tensión, debía actuar ya.
Ahora no me importaba ser discreta, tomé el arma rápidamente y lo encañoné en silencio.
- Decís algo y te juro que la que te llena de plomo, soy yo.
– Maldita –susurró con ira. Continué el camino que se volvió largo e incierto. Visualicé a Hunt, él me observaba con atención, tenía que aprovechar este momento. Los asaltantes ya se encontraban repartidos en las ambulancias y si actuaba debía hacerlo estratégicamente. Le hice una seña con la cabeza para que se acercara a nosotros y él comprendió.
Tomé aire, durante todo el trayecto apenas había respirado. Acerqué al supuesto rehén a una ambulancia y Hunt llegó al lugar con seriedad, coloqué la pistola 9 milímetros en mi cadera.
– Señor, estamos en problemas -afirmé. Senté bruscamente al asaltante- Los liberados son los criminales –largué. Hunt miró al sujeto que mantenía la cabeza algo agachada- Ahora le toca improvisar a usted.
Connor me analizó por un momento y luego se fue de allí dejándome a solas con la mente maestra. Tobías me miraba con odio mientras un paramédico lo revisaba. Pedí a un especialista en materiales explosivos y le entregué el control de los explosivos C-4. Volví a mirar al detenido.
– Me gusta el dinero -hablé- No te mentí en eso -sonreí- Pero el FBI no paga tan mal y en eso si te mentí –lo esposé y lo até a la ambulancia, quería largarme de su entorno. Asco era lo que había sentido por él todo el maldito tiempo.
– ¡Puta! ¡Me las vas a pagar! -gritó el ex líder. Giré sobre mis talones y noté que mis colegas me observaban, se suponía que Tobías era una víctima y no un asaltante.
– No te equivoques, él que las va a pagar sos vos y precisamente en la cárcel, idiota –cerré la puerta de la ambulancia y continúe mis pasos hacia Violet. Estaba hablando por la radio, parecía dar indicaciones para sacar a los rehenes, al llegar me recibió con una especie de sonrisa.
– Excelente estrategia, agente –miré detrás de ella, Hunt, Pearson y otros agentes tenían esposados a cinco de los asaltantes y más allá habían dos aprisionados contra el suelo de la calle, imagino que queriendo escapar los taclearon. Faltaba uno, comencé a observar a mí alrededor ¿Dónde está?
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INFILTRADA: en el infierno. (En edición)
عاطفيةMia Davis es una agente especial del FBI que no se ha destacado en su corta instancia en la agencia de Washington DC., sin embargo, un allanamiento nocturno logra cambiar el rumbo de su carrera al hacerla protagonista de una investigación de gran ca...