Capítulo 22.

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– Necesitamos tiempo -respondió nuestro negociador- No es una suma sencilla de obtener y usted lo sabe.

– Lo sé -se puso de pie- Lo que usted no sabe es cuánto me gusta el dinero y cuánto más matar personas -levantó su arma y la apuntó a uno de los civiles del piso, los rehenes comenzaron a moverse en el piso, estaban aterrados.

– Estamos trabajando para conseguir la suma lo más pronto, pero si usted no respeta el trato no va a servir de nada -tomó aire- 25 millones y ninguna víctima.

– Le quedan pocos minutos, yo que usted comienzo a apurarme -cortó. Miré a mi superior quien se encontraba inmerso en el plano del banco, Violet esperaba que se le ocurriera algo, Lion intentaba planear algo con Pearson y el negociador miraba para todos lados en busca de no sé qué. El señor que no conocía se acercó a la mesa.

– Alguien tiene que entrar –largó el desconocido. Rodríguez giró a verlo.

– ¿Cómo dice, señor? –oculté la sorpresa. ¿Señor? ¿El hombre de traje era superior a la directora adjunta? Lo observé por unos segundos ¿Quién era?

– Alguien tiene que entrar e intentar convencer a los asaltantes de liberar a los rehenes o tan sólo para ganar algo de tiempo.

Coincidía con él, 30 minutos eran la nada misma en estas situaciones.

– Señor, tal vez podríamos ingresar por el lado oeste, si enviáramos a cinco agentes... –Allison fue interrumpida por el superior.

– La decisión está tomada, un agente debe ingresar –Rodríguez hablaba con un agente especial, imaginé que estaría intentando reunir a los agentes para tomar la decisión.

– Me ofrezco para entrar -solté. La mirada de todos se posó en mí.

– De ninguna manera -respondió Violet.

– Alguien tiene que hacerlo y con todo respeto, no tenemos mucho tiempo para hacer la elección del agente correcto –miré al hombre de traje, él parecía evaluarme. Pasé mi vista a mi superior, Hunt me observaba con seriedad.

Intenté mantener la compostura erguida y segura. Ahora mi vista estaba fija en los dos superiores de la mesa, Rodríguez y el desconocido, quienes no parecían del todo convencidos.

– Aguarden, no es una mala idea -Lion se puso de mi lado.

– No han soltado rehenes y ¿Creen que van a dejar entrar a alguien? -Hunt refutó.

– Coincido con Hunt –alegó Pearson. La observé por un momento, estaba concentrada en el mapa.

– Agente ¿Esta segura? -interrogó Violet. Asentí sin saber si realmente estaba segura. Rodríguez miró a su superior y él le hizo una seña para que se encargara, ella asintió y él se retiró.

– Si ella entra, yo también -Hunt comenzó a sacarse el chaleco antibalas, el corazón se me aceleró al ver la remera pegada a su torso, rápidamente miré a Lion.

– No –se opuso Pearson- No es necesario que dos agentes se expongan innecesariamente.

– Hay que ser estrategas –interrumpió Lion- Ella es mujer y sin ofender -se dirigió a mí- Una muy linda –miré de reojo a Hunt quien parecía querer matar a alguien, Allison se cruzó de brazos con cara de disgusto- Como sabemos son diez sujetos que en su mayoría podrían verse tentados y debilitados, creo que podríamos intentarlo -miró a Violet en busca de una aprobación.

INFILTRADA: en el infierno. (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora