Joe se adentró al ascensor y lo seguí en silencio. Ni siquiera sabía que pensar o que decir al respecto, lo único que anhelaba era que él no malinterpretara las cosas.
- ¿Qué fue todo eso? –preguntó. Mi vista estaba fija en los números que descendían con cada piso.
- ¿Qué cosa? –fingí no entender.
- No me mientas, Mia –giré a verlo, estaba apoyado en la pared de la caja metálica.
Con sus ojos parecía intentar descifrarme.
- No sé en qué crees que te estoy mintiendo –las puertas se abrieron y aproveché a salir cuanto antes.
El recepcionista nos observó y extendí mi mano en señal de despedida. Empujé la gran puerta de vidrio y salí del edificio. Podía sentir los pasos de Joe pegados a los míos.
- Mia –tomó mi mano e hizo que retrocediera, miré hacia la calle- Mírame –pidió, lo miré de mala gana- ¿Qué pasó con Connor? –preguntó preocupado- ¿Por qué quisiste irte de repente?
- Quiero ir a casa, Joe –pedí. Me solté de su agarre y comencé a caminar hacia el auto. Mi garganta era un nudo que apenas me permitía pasar saliva.
¿Qué iba a decirme? No podía parar de preguntarme lo mismo y para peor, ¿Qué hubiera hecho yo?
- Cuando te pregunté si pasaba algo entre ustedes me lo negaste –dijo detrás de mí. Volteé, esta vez mis ojos intentaban contener la impotencia que sentía por no poder subir y decirle a Hunt todo lo que me provocaba de sólo verlo.
- Y no te mentí –afirmé- No pasa nada y tampoco va a pasar –seguí caminando.
- Y ¿Entonces por qué estas así? –detuve mis pasos. Miré el cielo intentando encontrar algo de razón, algo que me impidiera decir lo que tenía atascado pero ¿A quién quiero engañar?
- Porque estoy cansada de fingir –logré decir- Fingir que podemos volver a estar juntos cuando en realidad ambos sabemos que eso no va a pasar, fingir que es fácil perdonar a mi amiga por lo que le hizo a Scott, fingir que puedo... -las lágrimas amenazaban con salir, mi garganta me dolía de sólo pensar en las palabras que diría- Que puedo dejar de sentir esto y... No poder decirle lo que... -sabía que Joe escuchaba y me dolía ser tan cruda con él empero este era el tipo de momento en el que tantas emociones y situaciones nublan tu razonamiento y no te permiten distinguir lo que uno debería decir, de lo que no. Giré a verlo- Me gusta –confesé- Pero yo no sería capaz de romper las reglas ni por él, ni por nadie.
Intenté regularizar los latidos insanos de mi corazón para encontrar algo de calma, sin embargo, Joe me observaba sin decir nada y eso sólo acrecentaba el pesar que producía ser una cobarde.
- ¿No vas a decir nada? –pregunté. Él tomó aire.
- ¿Qué queres que te diga? –puso sus manos en los bolsillos de su pantalón- Él no te merece, Mia –rodé los ojos. No hablo de una cuestión de merecimiento, hablo de querer a alguien que no puedo ni debo querer.
- No importa Joe –acomodé mi pelo algo exasperada- Por favor, llévame a casa –pedí. Volteé y caminé hasta la camioneta, me adentré y en todo el camino de regreso no dijimos más nada.
Acababa de decirle a mi ex, quien últimamente se veía más cercano y cariñoso conmigo, que él no era quien me quitaba el sueño sino su colega, mi superior, con quien según el reglamento de conductas del FBI no podíamos ser más que agentes. Mi cabeza comenzó a doler y para cuando llegué a mi edificio, debía hacer frente a Miller, quien seguía callado.
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INFILTRADA: en el infierno. (En edición)
RomanceMia Davis es una agente especial del FBI que no se ha destacado en su corta instancia en la agencia de Washington DC., sin embargo, un allanamiento nocturno logra cambiar el rumbo de su carrera al hacerla protagonista de una investigación de gran ca...