Capitulo 6.

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Lo recorrí brevemente con mi vista. 

- No esperes que te llame "señor" porque no estamos en el ámbito laboral y acá no sos más que un manco –advertí. Hunt medio sonrió ¿En serio sonrió? Tenía una linda sonrisa, volví mi vista al colombiano. Llevársela

- Un black russian –pidió al otro barman. Apenas lo relojé, la camisa negra le quedaba muy bien.

- Menos mal que viniste por un trago, si pedías dos no te hubieran dado las manos –bromeé. El poco alcohol que había tomado me estaba volviendo más caradura de lo normal, esta vez hice reír a mi superior, mostrándome una dentadura blanca y perfecta.

- ¿Este es tu otro lado, Davis? –preguntó aun con una sonrisa. Cuanta perfección. Achiqué los hombros en señal de respuesta. Le sirvieron el trago que pidió y se quedó a tomarlo allí, por un momento pensé en la medicación que debía estar tomando, no era prudente mezclarlo con alcohol, sin embargo, él no quería que preguntara sobre su salud y yo prometí no volverlo a hacer.

Mis tragos ya estaban listos y pedí una bandeja para poder llevar los tres a destino. No me despedí, simplemente tomé las copas y subí lentamente por la escalera.

- ¿Qué pasó por ahí? –Heather se puso modo curiosa.

- Nada, chusma –le sonreí. Serví los tragos y entre comida y risas, se hicieron las 10 pm., Hunt había vuelto a su mesa y ni siquiera lo había notado- ¡Vamos! –arrastré a mi amiga a la pista de baile. La gente comenzaba a sumarse y bailábamos al ritmo de Maluma. Scott se sumó con otro trago en mano y los tres bailamos como en los viejos tiempos, Miller se acercó y no pudimos rechazarlo, sabía acoplarse al ritmo.

Decidí ir en busca de una botella de agua, ya comenzaba a sentirme mareada y no me gustaba emborracharme, una de mis reglas al salir era permanecer consciente, eso me permitía siempre tener el control de mis actos.

Me hice lugar entre la gente y vi la siguiente mesa a la nuestra. Hunt y Romano charlaban con unas chicas, pasé de largo hasta mi mesa y tomé mi bolso para luego bajar las escaleras.

- Un agua, por favor –pedí en la barra. Me la alcanzaron en seguida y la vacié en un dos por tres, miré mi celular, tenía una llamada de la central. Decidí salir del lugar y devolver la llamada.

- Agente Davis, buenas noches, soy la secretaría de la directora adjunta Rodríguez.

- Buenas noches ¿En qué la puedo ayudar?

- Nos acaban de informar que el señor Schmidt murió, la directora quiso que usted y el agente al mando Hunt lo supieran debido a la investigación que llevan a cabo. Pidió discreción –no lograba salir del impacto, Schmidt lo había dicho pero de ahí a que sucediera era distinto. Tomé aire e inconscientemente miré mí alrededor.

- ¿El agente Hunt sabe de esto?

- No, intenté llamarlo pero no atendió ninguno de los llamados –rodé los ojos.

- Dígale a la directora Rodríguez que yo misma le informaré al agente Hunt, gracias –colgué.

Entré al lugar y esquivé el tumulto de gente, subí las escaleras como pude y llegué a la mesa de Hunt, las mujeres seguían coqueteando y levanté la voz para que me escuchara.

- ¡Necesito hablar! –sus ojos se clavaron en mi vestido, me recorrió por completo logrando que mis mejillas se encendieran. Se puso de pie con su brazo vendado que había comenzado a sangrar. Bajé las escaleras y salí nuevamente afuera, adentro no se podía dialogar y el pedido de la directora adjunta había sido, discreción. Sentí sus pasos pegados a los míos, la brisa fresca de la noche volvió a envolverme- Asesinaron a Schmidt –comenté cruzándome de brazos.

INFILTRADA: en el infierno. (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora