Capítulo 15.

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El agente nuevo sonrió y me adentré a su auto, era un automotor corriente pero sin duda, era privilegiado de tenerlo, yo aún ahorraba para comprarme el mío. Mi padre no hubiera permitido que anduviera todos los días de mi vida en taxi, con su taller de autos hubiera conseguido alguno, aunque sea, medio decente

- ¿Qué le pareció la agencia? –pregunté cuando nos adentramos en la calle. El auto de Hunt nos dejaba atrás y sentí un pequeño alivio.

- ¿Puedo tutearla? -asentí- Gracias, no hay nada más incómodo que estar hablando de "usted" a alguien que tiene la misma edad -reí, era cierto- Volviendo a tu pregunta, es mejor de lo que esperaba –sonrió. Frenó en el semáforo y me miró- ¿Hace cuánto sos agente?

- Hace un año y medio –él continuó manejando.

- Y ¿Cómo supiste que era lo tuyo? –tomé aire, amaba hablar de mi trabajo, era para mí un orgullo.

– Fueron varias cosas, mi pasión por la justicia y el orden social y mi hiperactividad que no me permite estar quieta, digamos que este es el trabajo soñado -dije eufórica.

– Sorprendentemente revelador, agente -río. Qué vergüenza, ya estaba quedando como una sacada con el nuevo.

– Disculpa, me emociono un poco con este tema -miré la calle.

– No te disculpes, creo que todos deberían estar motivados de la misma forma -llevaba un sonrisa ¿Es que nunca deja de sonreír? Me cae bien.

– ¿Vos?

– Mi papá fue agente –comentó.

– Así que seguiste sus pasos...

– Exacto –miré por la ventanilla y me localicé.

– Vivo a unas cuadras -indiqué mi domicilio. Luego de algunos minutos llegamos- Muchas gracias... -no sabía si debía llamarlo por el nombre.

– Mike -sonrió.

– Muchas gracias, Mike.

– De nada, Mia -bajé del auto.

– Hasta mañana, agente -cerré la puerta y entré a mi edificio, Jake me sonrió.

– Buenas noches señorita, le dejaron esto -extendió una bolsa de madera, la tomé y observé que se trataba de mi vestido y mis zapatos, mi bolso no estaba.

– Gracias Jake ¿Quién la trajo? -interrogué.

– El mismo hombre de siempre -¿De siempre? Joder. Hunt se tomó la molestia de venir a dejarme mis cosas, las palabras de Scott comenzaban a tomar fuerza.

– Gracias, que tenga buena noche -asintió y subí a mi piso.

El sistema de seguridad comenzó su cuenta regresiva, corrí al tablero y coloqué el código de desactivación. Dejé la bolsa arriba de la mesa y me metí a bañar, cambié mi ropa por algo cómodo, un top blanco y un pantalón gris. El teléfono volvió a sonar, Heather, luego de nuestra conversación había llamado toda la tarde, empero, yo no estaba de ánimos para hablar de más traiciones.

Preparé una ensalada para comer frente a la televisión que, hoy no tenía nada en particular. No podía dejar de pensar en Hunt, de alguna u otra manera siempre se las apañaba para estar en mis pensamientos. Cené, lave mis dientes y dormí.

Lunes, la semana no se diferencia en el FBI, todos los días se trabaja, todos los días hay personas investigando, haciendo redadas, trabajando hasta darlo todo y por ello, entrar a la agencia era una experiencia única, un mundo que nunca paraba en pos de la seguridad. Subí en el ascensor y en segundos me encontré en el piso 1, oficinas. Tomé mi taza de café y le di un sorbo de camino. ¡Bendito sea el café!

INFILTRADA: en el infierno. (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora