Capítulo 62.

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NOTA DE LA AUTORA

Luego de 61 capítulos estamos aquí

El momento de saber quién se escondía detrás del nombre de "el Diablo" es ahora.

Espero que disfruten este capítulo. 

Es hora de saber la verdad.

-

Arrastré su cuerpo hasta el comedor. Como supuse las cámaras estaban apagadas y no había ningún guardia por la zona. Con admirable fuerza la tiré al piso haciendo que con odio me determinara.

-¿Qué clase de trato hiciste con el FBI? –comencé. Mi voz se entrecortó por la excesiva adrenalina.

-Un trato que no te incumbe –hasta su tono de voz había cambiado, parecía ser más grave que de costumbre.

-Me incumbe más de lo que crees –me puse en cuclillas frente a ella- Así que hablá si no queres que te mate ahora mismo –sus ojos mostraban cierto brillo y su boca dibujaba una especie de sonrisa- ¡Habla, Regina! –la tomé de los hombros y la puse en pie a la fuerza, estaba pudiendo con toda mi paciencia- ¡Hablá si no queres morir ahora mismo! –mi pecho subía y bajaba con intensidad.

Ella observó tranquilamente mi conducta.

-¿Por qué te preocupa mi relación con el FBI? Nunca dije nada acerca tuyo –comentó cautelosamente.

-La que hace las preguntas soy yo –la senté bruscamente en las bancas del comedor. Ella rio.

-Hasta hablás como uno de ellos –largó despreocupadamente. Mi boca se selló y ella dejó de reír- No me digas que... -no terminó la frase y largó una carcajada- No puede ser posible.

-No juegues conmigo, Price, ¿qué trato tenes con el FBI?

Ella pareció dudar, intentaba procesar mi identidad y podía notarlo ya que me observaba una y otra vez.

-Mi trato no es con el FBI –respondió- Es con Violet Rodríguez.

-¿Con Rodríguez? –pregunté confundida- Explícate –ordené.

Regina medio sonrió y acomodó su uniforme negro desalineado por el empujón.

-Un nombre a cambio de mi libertad, ese era el trato.

Analicé sus palabras y observé el lugar.

¿Cómo es posible que Rodríguez haya hecho un trato con ella? ¿Por qué?

-¿Le diste el nombre? –interrogué con desesperación.

-No estaría acá de ser así, ¿verdad? O ¿los federales no cumplen su palabra? –su tono era provocador y exasperante por lo que tomé su cuello con mis manos.

-Quiero el nombre –amenacé. Había algo en su mirada que me preocupaba, ella estaba demasiado tranquila y yo demasiado, alterada- ¡Quiero el maldito nombre, Regina! –apreté mi agarré y observé su sonrisa desaparecer. Sus manos tomaron las mías pero la furia había colmado mi razonamiento.

-No lo sé –largó entrecortada, apreté mi agarre. Sentía su piel arrugarse bajo mis manos, sus huesos comenzaban a asomarse y la ira recorría mi cuerpo de una forma aterradora. Jamás había sentido lo que en este momento sentía. Pura desesperación.

-No me mientas.

-No-No lo sé... -enfaticé mi fuerza en su cuello y aunque sus brazos golpeaban los míos, nada detenía la oscuridad que ahora me invadía.

INFILTRADA: en el infierno. (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora