La sala de juntas era distinta a la de esta mañana, ahora estaba colmada de varios artefactos y productos que jamás había visto.
- Sos hermosa o ¿No, mis niñas?
- Bellísima –una de las chicas tocó mi pelo.
- Gracias –mis mejillas se encendieron.
- ¡Que ojos, Blair! –alagó el chico- ¿En serio quieren ponerte lentes de contacto? –miré al chico que acababa de decir que taparían mis ojos con plásticos de otro color.
- No, mis ojos no los toquen –pedí. Una de las cosas que heredé de mi papá eran sus ojos, verdes y profundos, verlos me hacía recordar los suyos y no dejaría que taparan el único recuerdo vivo de él.
- Nena, esa no es mi decisión –achicó sus hombros. Intenté no rodar los ojos, no me importaba, tiraría las lentillas al carajo ni bien pudiera. El estilista tocó mi pelo y lo observó con detenimiento. Me gustaba mi pelo castaño oscuro, era largo y algo ondulado, sin embargo, era pelo y sabía que volvería a ser algún día lo es hoy o al menos esperaba tener esa oportunidad- Pone algo de música Siri, nos vas a matar del aburrimiento –pidió a su Iphone. Siri comenzó a reproducir música pop y observé mi reflejo en el espejo- Hoy, es tu día de suerte, Blair –afirmó, yo sonreí nerviosa.
Tijeras, peines, decolorante en mi pelo y cejas, tintura, tijeras nuevamente, secador. Las ayudantes se movían sin parar a la orden del estilista, yo no podía ver los avances ya que su regla era: aguarda, respira y sorpréndete.
Dudaba que estas personas realmente entendieran que yo no saldría de fiesta, sino que sería una infiltrada en la cárcel empero no era algo que les incumbiera así que hice oídos sordos a los halagos por el nuevo tono de pelo. Sólo quería que esto terminara de una vez y por todas.
Pasaron horas mientras yo pensaba en todo lo que dejaba atrás, amaba la vida que tenía, me gustaba la complejidad y a la vez su sencillez, gran parte de mis días eran rutina y sin duda la extrañaría. Extrañaría a mis amigos y lamentaba no poder si quiera decirle la verdad de mi ida a Heather.
Ella me necesita. Joder.
Mis ojos se empañaron, tenía tantas cosas acumuladas que sentía que en cualquier momento estallaría.
- No llores linda, ya casi terminamos –dijo el estilista. Tomé una bocanada de aire- Sé que los cambios a veces son difíciles de aceptar –siguió- Pero no siempre los cambios son malos, es más, he comprobado que hace bien salir de la comodidad –lo observé con atención, el peinaba mi cabello, las chicas cortaban mis uñas a un tamaño más pequeño del que suelo usar y mi piel recibía un tratamiento de hidratación que realmente agradecía- Hay que salir del castaño oscuro, los colores claros están en tendencia –largó. Rodé los ojos, pensé que diría algo más serio- ¿Estas preparada para ver el resultado? –preguntó. Subí mi vista a él y a las dos chicas que esperaban mi respuesta. No, no estoy lista. Asentí- Respira –ordenó, tomé aire y giraron mi silla para que viera a la persona que de ahora en más sería. Me levanté de la silla y observé la imagen que reflejaba el espejo. El color de mi cabello era castaño claro, su largo había cambiado, ahora era de media melena y tenía un flequillo largo, no tapaba mis ojos, al contrario, podía acomodarlo detrás de mis orejas. Mis cejas también tenían otro color, algo más a juego con mi nuevo color. Mis ojos, mis ojos eran color marrón. Ardían por los plásticos. Mi piel suavemente bronceada combinaba a la perfección.
- ¿Te gusta lo que ves? –preguntó una de las chicas. Sonreí.
- Sí –respondí. No era yo, pero podía reconocerme y eso era suficiente para mí. El estilista chilló de la emoción y yo reí. Largué el aire que estaba reteniendo, había estado tan nerviosa y ahora, aunque no podía creer el cambio descansaba en saber que seguía siendo yo, aunque sin duda no usaría esas lentillas. El estilista me dio el contenedor de las lentillas y las guardé en mi bolsillo. Me despedí de los tres, debía irme inmediatamente a casa, entre menos gente me viera, mejor. Sin embargo, decidí pasar por la oficina de Preacher, le informaría sobre la charla con Rodríguez, esto debía ser objeto de investigación. Debíamos llegar a la verdad y la directora adjunta parecía tener más información para brindar.
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INFILTRADA: en el infierno. (En edición)
Roman d'amourMia Davis es una agente especial del FBI que no se ha destacado en su corta instancia en la agencia de Washington DC., sin embargo, un allanamiento nocturno logra cambiar el rumbo de su carrera al hacerla protagonista de una investigación de gran ca...