Capítulo 59.

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Luego de llegar al Rock Creek Park, ambos comenzamos a caminar en completo silencio. No sabía si la falta de comunicación se debía a mi sobredosis consciente o al hecho de que anoche no había sucedido nada.

-¿En qué pensas? –interrogó.

Mis pies caminaban con total libertad en el puente de piedras del gran parque arbolado. Había extrañado este magnífico lugar. Las hojas naranjas, rojas y verdes demostraban la invasión del otoño.

-En nosotros –confesé. Él giró a verme y yo oculté parte de mi rostro con los bordes de su chaqueta, la cual me había cedido.

-¿Puede ser más precisa, agente?

Sonreí.

-No, señor –respondí- No puedo ser precisa con algo incierto.

-¿Incierto? –interrogó divertido.

-Ninguno de los dos sabe cómo va a terminar todo, ¿quién sabe? Tal vez lo que le pasó a Lion...

-No vas a terminar como él –frenó su paso y lo imité.

-¿Cómo estás tan seguro?

-Te veo Mia –observé sus ojos azules con detenimiento- Siempre te observé y estoy convencido que nadie hubiera hecho mejor el papel, como así también sé que vas a ser quién descubra al traidor –hice una mueca.

-Ojalá tengas razón –él tomó mi rostro entre sus manos y aunque mi cuerpo parecía querer temblar ante el simple tacto, contuve el aire mientras la distancia desaparecía. Detallé sus labios y con ello, mi corazón comenzó a latir con intensidad. Lo deseaba, lo extrañaba y lo necesitaba, empero algo dentro de mí lo impedía.

Su teléfono volvió a sonar rompiendo el momento a lo que me alejé sin dudar.

-Agente Hunt –habló- Romano puede ocuparse –seguí con mi vista el recorrido del agua- Estoy ocupado, Allison –tomé aire al escuchar su nombre. Recordarla en la visita a la Penitenciaria era suficiente para tirar abajo toda mi energía. Hunt le había contado sobre mi abuela y era algo que realmente me enfurecía, y también el hecho de que la agente al mando aseguraba que últimamente "salían más".

Maldita perra.

Él dio una serie de instrucciones a seguir durante su ausencia sin mostrar ningún tipo de emoción hacia Allison. Seguido a esto, terminó su llamada. Mis brazos estaban apoyados en las paredes del puente y aunque deseaba estar acá, ya me encontraba pensando en mi abuela. Era inevitable.

-¿En qué estábamos? –preguntó poniéndose a mi lado.

A penas lo observé.

-En que muero por unas donas del Café du Parc –comencé a caminar, dejándolo detrás. Terminé de transitar por el puente para luego llegar a los caminos asfaltados- ¿No sería mejor que evites la ira de Preacher? –interrogué cuando se puso a mi lado. Faltar a nuestro trabajo era un lujo que no podíamos darnos salvo contadas excepciones como, enfermedad o duelo. Sin embargo, yo no había podido tomarme mis respectivos días. No en plena misión.

-¿Lo dice quien salió de su celda para defender al alcaide? –frené mi paso.

-¿Qué...?

-¿Mia? –Hunt desvío su mirada detrás de mí y tardé en procesar que alguien decía mi nombre.

Soy Mia ahora.

Volteé a ver a Lily Smith, estaba agitada y parecía venir de correr una maratón. La agente llevaba un conjunto deportivo, no pude evitar notar que su cuerpo se veía atlético como siempre.

INFILTRADA: en el infierno. (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora