La bomba que guardaba uno de los secretos más oscuros de Celeste, al fin estalló, formando caos y salpicando a todo inocente o culpable. El tiempo se acabó, al igual que las reservas y la compasión.
Caín lucha por olvidar a la mujer que lo desestabi...
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Perra de Nacimiento
—¿Alguna noticia de Shelly? —pregunto, apenas entro a la sala.
—No, aún no se sabe absolutamente nada de ella —me dice Drake, sin mirarme directamente— los Españoles llamaron, quieren saber si siempre viajaras para cerrar el trato.
—Claro que lo haré —respondo, sentándome en una de las sillas del comedor.
—Necesito viajar, Rusia me espera, y debes irte conmigo —me avisa Giacomo, y yo asiento— tendremos que partir el viernes.
—¿El viernes? ¿Tan pronto? —pregunto.
—No puedo seguir aquí, mi gente y mis negocios me esperan —me responde.
—-Bien, entonces tendré que arreglar todo desde ya —contesto.
Saco mi teléfono de mi bolsillo, y presiono el número de Nicholas para llamarlo.
Luego de llegar al apartamento, me cambié de ropa, me sequé y salí directo a la mansión. Donde llegué, y me encontré a Drake, Albert y Giacomo discutiendo. Según el primero, yo me estoy volviendo loca, y el ruso alegó, que cualquier decisión que yo tome, estará bien.
«Cabrón»
—Diga —contesta Nicholas el teléfono.
—Te necesito aquí ya mismo —digo sin rodeos.
—Lo siento Celeste, pero estoy en un caso y...
—¿Acaso te pregunté? —lo interrumpo.
—No siempre se debe hacer lo que tú...
—Nicholas, no lo voy a repetir, quiero que estés aquí ya mismo, no te lo estoy preguntando, no te lo estoy pidiendo ¡Te lo estoy exigiendo! —grito— ¡Y si no vienes aquí ahora mismo, te juro que me voy a esa maldita estación de policía y le digo a todo el mundo que estás "comprometido" con una narcotraficante y proxeneta!
Cuelgo, y marco el siguiente número. Respiro hondo, trago saliva, hasta que finalmente, contestan.
—¿Quién habla? —es lo primero que pregunta una voz gruesa y rasposa, como si tuviera mucho tiempo sin hablar.
—Te necesito aquí ya mismo, es hora de poner las cartas sobre la mesa —respondo.
—Estaré ahí en diez minutos —me responde, y cuelga.
—Sólo estaré máximo 15 días en Rusia, te lo advierto Giacomo, ni un día más —advierto— tengo más cosas que hacer, y no me gusta dejar mis cosas en manos de alguien más, quiero regresar lo más pronto posible.
—Está bien, solo te advierto, que Rusia no es lo mismo que Estados Unidos —me dice Giacimo.
—Si no le temí a Robert cuando me amenazó con matar a mi hermana, menos le temere a ésto —digo, levantando el mentón.