CAPÍTULO 37

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Mini coma y caballos

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Mini coma y caballos

Madrid-España

Abro mis ojos abruptamente, sintiendo el sudor que baña mi frente, y otras partes de mi cuerpo más... Íntimas. Me siento de golpe sobre la cama, y una punzada de dolor ataca mis costillas de inmediato, haciendo que me vuelva a acostar.

Miro todo a mi al rededor, y otra vez me convenzo de que mori, y reencarne en la edad media. Las paredes de ladrillos, las velas y la ventana tan anticuada, me hace creer que estoy viviendo en la época de los esclavos y los españoles.

«Gracias a Dios ni soy española, ni soy negra, así no soy ni mala ni buena»

Reacciono, recordando todo lo que ha pasado estos últimos días. Recapitulando cada cosa con lujo de detalles, mientras mi pecho sube y baja rápidamente, debido a que la cobija que tengo encima me está ahogando, gracias al calor que está haciendo.

He estado todo éste tiempo dormida, no sé cuántas horas o días han pasado, sólo sé que me dejan despertar de vez en cuando, me dan comida y luego vuelven a sedarme. No me gusta que lo hagan, ya que no sé qué pasa a mi al rededor, ni que hacen conmigo mientras estoy en ese mini-coma.

Apoyo mis codos en el colchón, y con cuidado y lentitud me levanto hasta estar completamente sentada en la cama, siento un poco de dolor en mis costillas, pero es sólo una molestia, nada grave que me haga retorcer o algo así.

Aparto la cobija que está sobre mi cuerpo, y me muevo hasta que mis pies cuelgan del lado derecho de la cama. Veo la cicatriz de mi pierna, la cuál ya comienza a borrarse, lo que me hace asustarme un poco, ya que esas heridas no curan en dos días.

Apoyo los pies descalzos en el suelo, y para hacer tanto calor, el piso está helado. Al principio siento que tengo las piernas dormidas, pero luego tomo más movilidad, y camino con cuidado hasta la mesa que está en la sala, viendo lo que está allí.

Inyectadoras, tijeras, ramas extrañas, vendas, etc. Escucho un ruido fuera de la habitación, y de inmediato tomo la tijera, poniéndola en alto justo cuando la puerta se abre. Una mujer diferente a Vivián entra, ella parece mucho más joven, y trae consigo una bandeja con comida.

—¿Quién eres? —pregunto en un tono amenazante.

—Tranquila, no quiero hacerte daño, yo soy Esmeralda, te he estado cuidando desde que llegaste —me explica.

—¿Por qué me tienen sedada?

—¡Porque tía, que la última vez que te dejamos despierta, te levantaste y casi pierdes la reconstrucción de tus costillas! —exclama, y el recuerdo aparece en mi cabeza.

Bajo la tijera, volviendo a ponerla en la mesa. Ella se tranquiliza un poco más, y me extiende la bandeja para que la tome. Lo hago, y cogeo hasta la cama, sentándome en la orilla, y poniendo la misma sobre mis piernas.

ATRAPADA~TMD: 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora