CAPÍTULO 31

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Despedidas

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Despedidas

Camino, avanzando por el gran terreno lleno de tierra, con los 5 hombres caminando detrás de mi. Apenas llego al frente de la gran multitud de personas, que están presentes, levanto el mentón con orgullo, y veo como todos se quedan quietos, sin siquiera mover un músculo.

—Buenas tardes —saludo a todos— voy a hablar sin rodeos. Estaré de viaje durante un mes, y quiero que todos conozcan a mi sucesor, el cuál tendrá el control de todo, mientras yo y mi mano derecha no estamos.

Caín da un paso al frente, y los trescientos hombres frente a nosotros, permanecen quieto, parece que ni siquiera respiran.

—El mismo poder, el mismo respeto, y las mismas reglas, así que espero que sepan, que él —señalo a Caín— no va a  tener compasión con nadie. Shelly está libre, y no tardará en tomar fuerza, así que mejor no se descuiden, porque si no los mata ella, los mato yo ¡Largo todos!

Comienzan a irse, y yo me volteo, mirando a los ojos a Caín, el cuál está observando al ruso con cierto resentimiento.

—Vamos, tenemos que ir al club para que veas como funciona —le digo al castaño, el cuál asiente, sin decir nada.

—Me voy a la finca, sale un nuevo cargamento de LSD —dice Drake.

—Yo tengo algo que hacer en la estación —menciona Nicholas.

—Yo iré a echar un vistazo en el muelle, hoy abrán peleas clandestinas —dice Albert.

—Voy a arreglar las cosas del viaje, y otros asuntos pendientes —avisa Giacomo— nos vemos luego preciosa.

Me besa la frente, mirando fijamente al castaño que está detrás de mi. Comienza a caminar alejándose de nosotros, al igual que los demás toman su camino, dividiéndose los unos de los otros. Cuando ya no hay nadie más que uno que otro de mis hombres al rededor, miro el reloj en mi muñeca, y fijo mis ojos en el Caín.

—Entonces... Nos vemos a las ocho en el club —digo— son las cinco, entonces dentro de tres horas nos encontramos.

—¿Por qué no ir ya? —pregunta con seriedad.

—Porque tengo otras cosas que hacer —respondo.

Me doy la vuelta, pero justo en ese momento me toma del brazo, halandome hacia él, y pegándome a su cuerpo. Choco contra su pecho, cosa que me toma por sorpresa, y mi mirada desconcertada, recae en sus ojos azules intensos.

—Tu mirada no dice lo mismo que tu boca —me dice en voz baja.

—Dime algo que no sepa.

—Cuando me miras, tus ojos brillan, aunque no sé si por amor o rabia —menciona con cierta picardía en su voz.

—Probablemente sea por la segunda razón —intento soltarme, pero sus brazos me rodean con fuerza— no quiero volver a ésta situación.

—¿Cuál situación? —pregunta.

ATRAPADA~TMD: 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora