La bomba que guardaba uno de los secretos más oscuros de Celeste, al fin estalló, formando caos y salpicando a todo inocente o culpable. El tiempo se acabó, al igual que las reservas y la compasión.
Caín lucha por olvidar a la mujer que lo desestabi...
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5 años atrás Así llegué hasta aquí
Termino de subir el cierre de mi pantalón, y sonrío ante el espejo viéndome fijamente. Mi cuerpo está un poco más formado, el abdomen vuelve a ser plano, mis senos se ven un poco más grandes, y la cintura comienza a verse.
Escucho un toque en la puerta, y retrocedo fingiendo tristeza, al tiempo que me meto debajo de las cobijas de la cama. Doy la autorización de que entren, y dejo de fingir, cuando veo al pelinegro que entra a la habitación.
—¿Cómo te sientes niña indefensa? —me pregunta con sarcasmo.
—Bien, ¿Y tú escolta perfecto? —le pregunto, con el mismo sarcasmo, y el niega con su cabeza, como si yo no tuviera remedio. Y es que no lo tengo.
Camina adentrándose más a la habitación, y se sienta en la orilla de mi cama, mirándome fijamente.
—El violado parece Robert y no tú —me dice con cierto tinte de sorna en su voz— ya han pasado dos semanas, y sigue cómo loco, de mal humor, con rabia y matando a todo el que cometa el más mínimo error.
Sonrío con suficiencia, y me acomodo más en la cama, cerrando los ojos.
—Era lo que quería, espera a que empiece la segunda fase de mi plan —le respondo.
—¿Y cuántas fases son? —me pregunta levantando una ceja.
—Enamorarlos no fue una fase, el plan se me ocurrió después, así que esa no cuenta —explico, volviendo a sentarme sobre el colchón— y son 5 fases en total, faltan cuatro.
Sonrío con malicia, y él me mira con terror, con esa expresión que te dice "¿Qué va a hacer ésta maldita loca ahora?" O algo parecido a eso. No le respondo a su interrogante, y me levanto de la cama, quitándome el buzo que me queda enorme, y me quedo en brasier, frente a él.
—¿Qué tal? —le pregunto— tengo dos semanas volviendo a hacer mi rutina intensiva de ejercicio, la que hacía cuando practicaba boxeo, que forma abdomen, piernas y brazos.
Él me mira de arriba a abajo, y luego de abajo hacia arriba, traga saliva, y se enfoca en mirar sólo mis ojos.
—Se nota demasiado la diferencia —me responde.
—Claro, ya hacia ésta rutina antes, y mi cuerpo ha perdido un poco de físico, pero tampoco es que mucho —le digo— además, tengo que estar cada día mejor, si quiero lograr mi cometido.
—Bueno, te aviso que Robert está buscando por todos lados a Giacomo para matarlo, está furioso y como te dije antes, parece que lo hubiera violado a él y no a ti —me repite, y suelto una carcajada.
