La bomba que guardaba uno de los secretos más oscuros de Celeste, al fin estalló, formando caos y salpicando a todo inocente o culpable. El tiempo se acabó, al igual que las reservas y la compasión.
Caín lucha por olvidar a la mujer que lo desestabi...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Gula
Me bajo de la camioneta, con la ayuda de Drake, el cual me toma de la cintura para ayudarme a caminar, en el momento que nos lanzamos de la camioneta, golpeé mi tobillo y ahora me duele demasiado.
No sé si se me disloco, o sólo es el dolor del golpe. Por lo que no estoy muy preocupada por eso, ahora lo que me interesa más que nada, es saber si el niño llegó a la mansión, aunque creo que sí, porque no recibí ninguna información negativa.
Entro a la mansión, y de inmediato Drake me guía al comedor, para sentarme en la silla principal, y subir mi pierna sobre una superficie más alta. El también está adolorido y lastimado, tiene cortadas a lo largo de su rostro, y su ropa está rasgada.
Veo cómo un rubio y un pelinegro atraviesan la puerta del comedor, cargando con ellos a un pequeño niño, que está dormido, o mejor dicho, drogado.
—¿Qué fue lo que ocurrió? —pregunta Nicholas, viéndome de pies a cabeza.
—El conductor perdió el control de la camioneta, por poco y nos matan, por suerte nos lanzamos del auto antes de que chocara y explotara —explica Drake.
—A nosotros nos emboscaron calles más adelante, pero logramos escapar, no se de donde carajos salió tanta gente —dice Nicholas— afortunadamente, tú no saliste mal herida de la explosión —dice dirigiéndose a mi.
—Casi no la cuento, creo que tengo una herida abierta en mi cabeza, me duele demasiado, estoy muy mareada, y cuando nos aventamos de la camioneta, también me lastimé la rodilla.
Siento un dolor en mis brazos, y me quito la chaqueta con cuidado, para ver qué tengo trozos de vidrios incrustados en la piel de ambos brazos. Levanto mi camisa, y veo lo mismo en mi torso, y quizás también en mi espalda.
—¿Vez a lo que me refiero? —me pregunta Drake, y lo miro sin entender— de los cuatro, tú siempre te llevas la peor parte, es como si la mala suerte te persiguiera.
—Será porque ustedes no estuvieron en la explosión, cuando todas las piedras y escombros me cayeron encima —reprocho, y veo como Albert acuesta al niño en un sillón.
—Llama a un médico para que la revise —dice Albert a uno de los escoltas, y éste asiente.
—¿Qué vamos a hacer con el niño? —pregunta Nicholas.
—Ya te lo dije, torturarlo y si no tenemos respuesta de Shelly, lo matamos y se lo enviamos por partes —respondo.
—¿En serio eres capaz de matar a un niño inocente? —me pregunta el rubio.
—Soy capaz de matar a 100 niños, si eso me beneficia —le digo— ¿Qué? ¿Pensaste que era alguien bueno que buscaba justicia? Soy una narco, Nicholas, y he echo cosas peores que ésto.