La bomba que guardaba uno de los secretos más oscuros de Celeste, al fin estalló, formando caos y salpicando a todo inocente o culpable. El tiempo se acabó, al igual que las reservas y la compasión.
Caín lucha por olvidar a la mujer que lo desestabi...
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Vacaciones terminadas
—¡Ven Sasha! —le grito a la perra, que no deja de correr de un lado a otro— ¡Ven princesa!
Sasha no deja de correr detrás de los niños del parque, he incluso le quita el balón de fútbol, a los chicos que están jugando, haciendo que ellos corran detrás del canino.
Me harto de esperarla, y comienzo a correr en su dirección. Ella ladra, y aumenta la velocidad, para que yo haga lo mismo, piensa que todo es un juego, y cree que estoy jugando con ella. La sigo a medida que se adentra al bosque de central park, ignorando los llamados de mi hermana menor, que está de visita.
—¡Adrién! —me grita.
—¡Lili, espérame en el parque, necesito agarrar a Sasha! —le respondo.
La pierdo de vista, y me detengo, mirando a mi al rededor. Sólo hay árboles, y quién sabe dónde diablos se metió Sasha. Comienzo a caminar, agudizando el oído, a ver si ella hace algún ruido, que me permita saber dónde está.
De pronto escucho un chillido de parte de Sasha, como si estuviera llorando. Corro siguiendo el sonido. Algo no está bien, siento que hay una cosa que me da mala espina, y sigo corriendo, hasta que la perra se encuentra de frente conmigo.
Me salta encima, lanzándome al suelo, y lamiendo mi rostro. Me toma de la camisa, y comienza a halarme, para regresarme por el camino por donde venía.
—¡Espera Sasha! ¿Qué pasa? —pregunto, levantandome, pero sin embargo, me toma de la tela del pantalón, halando con fuerza.
La acaricio, pero ella llora, y sigue halandome, queriendo que nos vayamos de ese lugar. Se nota desesperada y asustada.
—Tranquila Sasha —le digo en voz baja.
—Debiste hacerle caso a tu perro —me dicen a mi espalda, y de inmediato me quedo petrificado en mi lugar— al parecer es más inteligente que tú.
Me volteo lentamente, Sasha comienzo a ladrar y gruñir, y yo quedo frente a frente, con los hombres con pasamontañas que están aquí.
—¿Quienes son? —pregunto, en un tono calmado.
—¿Quiénes somos? —repite mi pregunta— sólo pasábamos por aquí de casualidad, y pensamos, ¿Por qué no pedirles a los enamorados, que regresen de su luna de miel pronto?
Frunzo el ceño, ya que no entiendo a qué se refiere, y él lo aclara.
—Le vamos a pedir a Celeste y a Caín, que regresen —explica— ¿Qué mejor que un velorio para hacerlo?
Ahora sí entiendo lo que están diciendo, y doy un paso atrás, pensando rápido cómo escapar de ésto.
—Ni lo intentes —dice el hombre frente a mi, negando con su dedo— Central Park está rodeado, si intentas escapar, tú hermana no sobrevivirá.
