La bomba que guardaba uno de los secretos más oscuros de Celeste, al fin estalló, formando caos y salpicando a todo inocente o culpable. El tiempo se acabó, al igual que las reservas y la compasión.
Caín lucha por olvidar a la mujer que lo desestabi...
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Ajuste de cuentas
—Y así cerramos el trato —anuncia uno de los hombres trajeados, al rededor de la mesa.
—Me alegra mucho saber, que pudimos llegar a un acuerdo —digo con sarcasmo, levantándome de la silla— ahora la Aerolínea es propiedad de los Pattersón.
—Apenas crucen esa puerta, el dinero estará en sus cuentas bancarias, he insisto cenador, me interesa mucho el negocio de la cadena de hoteles —menciona Abel, levantándose también— al menos tres hoteles no están de más ¿no lo cree?
—Ya hablaremos de eso después, por ahora quedamos así, con lo de la aerolínea —interviene un segundo hombre, socio del cenador Prescott— las cosas apuradas, no son buenas.
—Quién más que yo, para saber eso —sonrío— ya lo sabe, usted tiene un avión a su entera disposición para cuando lo desee.
—Que considerado —masculla con sarcasmo.
—Fue un placer, hacer negocios con usted —extiendo mi mano, y el la estrecha por encima de la mesa.
—Lo mismo digo, joven Pattersón —responde.
Todos los presentes se levantan, sonríen y me felicitan a mi y a Abel por haber cerrado el trato, por haber ganado billones de dólares en menos de nada, sólo hizo falta un empujoncito, y con eso me refiero, a buscar y retener información, que digamos, no debería saber nadie.
Se retiran, y noto como el cenador se queda en el fondo, esperando que la sala se vacíe, y así poder quedarnos a solas los tres. Abel sonríe con disimulo, sabiendo que nos salimos con la nuestra, mientras yo miro los papeles firmados sobre la mesa, que dejan la aerolínea a nuestro nombre.
—Caín Pattersón, yo sólo espero que éste secreto no salga de aquí —me dice el hombre, cuando al fin estamos solos.
—Tranquilo, cenador Prescott, mientras usted me venda su cadena de hoteles, todo quedará entre nosotros —le digo con tranquilidad.
—La familia Patterson tiene restaurantes, gimnasios, clínicas, acciones en universidades, clubes y discotecas he incluso playas privadas y casas por todos lados, y ahora una aerolínea —nombra— ¿Por qué también quieren una cadena de hoteles?
—Ese no es su problema, simplemente lo queremos y ya —responde Abel por mi— tarde o temprano, nuestra familia va a crecer, y no nos va a bastar con esas simples cosas.
El hombre se afloja la corbata, y nos mira a ambos con seriedad, casi con odio.
—Tenemos un trato, y espero que ustedes lo cumplan —suspira— que tengan un buen día.
Pasa por nuestro lado, caminando con rapidez a la puerta, casi queriendo esfumarse por completo del lugar.
—Lo mismo digo —dice mi gemelo, antes de que pueda salir por completo de la sala— ¿Cuanto tiempo crees que tarde en caer?