CAPÍTULO 13

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Lujuria

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Lujuria

«Adjunto vídeo del baile que está haciendo Celeste con las otras chicas»

4 horas antes

Arrastro la maleta por el suelo de la pista de aterrizaje, Abel va detrás de mí junto con varios escoltas más. Tengo sueño, estoy muy cansado, lo único que quiero es caer en un mini coma y que nadie me joda por lo menos dentro de una semana.

Estoy irritado, obstinado, y también tengo ganas de estrangular a Arthur, por hacerme soportar a esas gemelas molestas. Son las seis de la tarde, y ya el sol se está comenzando a ocultar. Llego a las camionetas, y me subo sin esperar alguna invitación, dejando que los demás hombres suban las maletas por mi.

Suspiro cuando la camioneta arranca, Abel está a punto de dormirse, se nota el cansancio en el también. Yo intento no dormirme, y procuro pensar en otra cosa, que no sea en mis inmesas ganas de asesinar al que dice ser mi padre.

—Menos mal y no se vinieron detrás de nosotros —dice Abel, molesto.

—Porque las engañamos, yo no hubiera soportado 4 horas con ellas en el mismo lugar —respondo— a los 15 minutos las hubiera lanzado por la cabina de escape, y sin paracaídas.

—Huebieramos, yo tampoco las soporto.

Continuamos nuestro camino hasta la mansión, nos bajamos y la primera en recibirnos es Martha, diciendo que la comida ya está lista. Al menos yo no tengo ganas de comer nada, comí demasiado durante el vuelo.

Suben las maletas a nuestras habitaciones, y yo me siento en el sillón, recostando mi cabeza y cerrando los ojos, me arde la vista y es porque no he podido dormir bien, me la he pasado arreglando negocios y conferencias. Enciendo mi teléfono, y veo que comienzan a llegar mil llamadas y mensajes.

—¡Malditos imbéciles nos vieron la cara de estúpidas! —escucho la voz chillona, y tanto Abel como yo, nos miramos sin poder creerlo.

—¡Pero ya verán, les voy a cortar las bolas! —grita una segunda voz, parecida a la primera.

—Señoritas, no pueden entrar sin la autorización previa del señor Ca...

—¡Me importa una mierda si ese desgraciado me da la autorización o no! —grita otra vez la voz del principio, interrumpiendo a la chica que sólo hacía su trabajo— ¡De que pasamos, pasamos!

—Pero es que...

La puerta de la entrada se abre, y veo a las dos rubias que entran echas unas fieras, se acercan a donde estamos, y mientras una de ellas le propina una bofetada a Abel, yo retengo la mano de la segunda, impidiendo que haga los mismo conmigo.

ATRAPADA~TMD: 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora