- Katania - es Damien quien rompe el muy incómodo silencio que se había extendido en la escalera, estoy dos escalones más abajo así que la diferencia de altura intimida - ¿Quién demonios te golpeó?
¿Y el hombre sereno que se mantiene bajo control donde anda?
Por inercia llevo la mano a mi mejilla como si cubrirla ahora hiciera que por obra y arte de magia olvidaran que está como si un estúpido universitario sin neuronas me hubiera dado un puño, apenada porque la situación es bochornosa consigo sonrojarme pero ambos hombres están esperando que abra la boca en completa seriedad, ¿Qué digo? ¿Fueron los duendes?.
- ¿Me caí? - intento pero me dan ganas de golpearme la otra mejilla porque hasta yo supe que eso sonó a una fatal y completa mentira, hasta salió en tono de pregunta - bueno no, no me caí, un chico de la universidad
- ¿Tu novio? - me pregunta el otro chico y yo pienso que si hubiese sido mi novio el que me pone una mano encima yo no hubiese redactado un correo electrónico sino una denuncia penal porque tonta jamás
- no tengo novio - niego con la cabeza bajando la mano de nuevo y suspirando, no pierdo nada con decirles la verdad, puede que hasta se comparezcan de mi alma y me dejen terminar de subir las escaleras en paz - le caigo mal a una chica así que su novio y amigos arremetieron en mi contra, pero estoy bien
- bien - dice Damien en tono irónico mirando fijamente mis ojos, me intimida así que arrugo la nariz pero enseguida le arrepiento porque hacer eso duele ahora mismo - ven, te ayudaré
No respondo nada pero subo las escaleras detrás de él, su acompañante camina en el mismo escalón que yo con las manos dentro de los bolsillos, pienso que es apuesto pero no causa en mi estómago los elefantes saltando cuerda que causa el rubio de ojos lindos.
- nos disculparás pero nos tomamos personal cuando alguien golpea a una chica - me explica el hombre de ojos azules - soy Sergio, Damien es mi mejor amigo
- Katania - me presento algo cohibida porque la situación es un tanto inusual e incomoda - ¿Alguna vez viste Barbie y la princesa de las hadas? Bueno, pues mamá se inspiró en una de las protagonistas para escoger mi nombre, por eso es tan extraño, cielo santo, ya estoy divagando, pasa cuando estoy nerviosa
Sergio libera una risa divertida que me contagia, me burlo de mi misma al notar que revelé el infantil origen de mi nombre ante dos extraños, pero ellos no parecen irritados por mi parloteo más bien Damien está ignorandolo y Sergio se divierte al ver que hago un tremendo desbarajuste verbal al simplemente tener que mencionar algo tan común como cual es mi nombre.
Damien abre la puerta de su apartamento y me invita a pasar, el edificio tiene un mismo prototipo de apartamentos así que es igual al de nosotras pero su decoración es mucho más seria y predominan los colores neutros mientras que Monett y yo decoramos todo como si un unicornio hubiese vomitado arcoiris ahí dentro. La sala tiene un lindo juego de sofás negros donde mi vecino me pide que me siente, por inercia paso la mirada por todo el lugar grabando los detalles. No puedo evitarlo, no tengo memoria fotográfica, de hecho tengo mala memoria para retener datos, nombres o cifras pero si algo es cambiado en algún lugar voy a tener la sensación de que no está bien hasta que recuerde la posición original del objeto.
- esto te va a doler un poco - avisa Damien apareciendo con una botella de alcohol y una bolsa de algodón aún sin destapar
- estoy acostumbrada - suspiro pesadamente dejando mi bolso en el sillón junto a mis piernas, los dos hombres me observan con una expresión que pide explicaciones, son como niños queriendo saber el porqué de algo - soy propensa a los accidentes, mi tía suele desinfectar mis heridas nada delicadamente
Sergio se ríe a carcajadas, está divertido por mi manera de hablar al parecer y no quiere disimularlo, Damien se limita a destapar el alcohol y enseguida llega a mí el aroma, eso me recuerda a cuando me fracturé una muñeca y estuve un par de días en el hospital, horrible experiencia, odio las agujas tanto como el brócoli. El rubio moja un trozo del algodón con el líquido transparente y se sienta a mi lado, con una mano toma mi barbilla para evitar que vaya a moverme y con una delicadeza casi imposible en un ser tan grande presiona el algodón en mi labio lastimado.
- Auch - lloriqueo ante el ardor, siento como el alcohol moja la herida y causa una sensación dolorosa que humedece mis ojos sin remedio - duele
- solo un poco, aguanta niña grande - molesta Damien manteniendo la atención en sus movimientos, da toquecitos con el algodón sobre la herida un par de veces y luego lo pone sobre la mesa de cristal, veo que el blanco ha quedado manchado de rojo por mi sangre, ya ni siquiera estoy avergonzada, estoy adolorida y ya
- ponte esto en la mejilla - Sergio aparece de la cocina con una bolsa de hielo especial para golpes o dolores, eso es mejor que la vez que Monett me obligó a usar un trozo de carne cruda en el ojo
- te lo agradezco - sonrío hacia él recibiendo el objeto, con todo el cuidado que no sabía podía usar pongo el hielo sobre mi piel, jadeo por la sensación de dolor que se desprende desde el punto por todo mi rostro y tengo que cerrar los ojos un momento para centrar mis pensamientos en algo lindo - esto se siente horrible
- ¿Dices que fue un chico quien te golpeó? - curiosea Sergio sentándose en el sillón individual, observo como cruza la pierna en un gesto casi elegante dejando la mirada azulada sobre mi
- ajá - respondo más centrada en no mover la bolsa de hielo porque duele que en lo que mi cerebro fórmula y mi boca revela - ni siquiera lo vi venir
Damien no dice nada, se queda sentado a mi lado a una distancia prudente fingiendo que está ocupado con la botella del alcohol y no mirándome. Cuando Monett se de cuenta del hematoma va a poner el grito hasta el inframundo y eso me da más miedo que enfrentarme otra vez a los matones de la universidad.
Vaya vida enredada la que me cargo.
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Dulce Caos
RomanceDamien Montenegro es un chef reconocido, dueño de un restaurante importante de la ciudad, cuando se muda a un pequeño edificio de apartamentos lo último que espera es cruzarse con un huracán como Katania Faradhay, una universitaria siete años menor...