Damien me explicó que, básicamente necesita crear un postre lo suficientemente bueno para ganar un concurso, que es certero en su carrera así que tiene un prototipo ya hecho y por alguna razón que no entendí pensó en mi para que lo pruebe y le diga sinceramente lo que opino de el.
—Esto huele delicioso, pero no tiene canela ¿Cierto? —le pregunto subiendo la mirada del plato hacia él, yo estoy acomodada en la barra de desayuno y Damien permanece de pie, recostado en el mesón de la cocina con una camisa libre de chocolate ya puesta.
—No, estaba entre los ingredientes, pero recordé que eres alérgica, así que la quité y me parece que fue una buena decisión, queda mucho más suave sin canela —me explica mientras se limpia las manos con un trapo limpio, está claramente ansioso de que lo pruebe, pero yo aún tengo curiosidad, así que alargo un poco más la conversación antes de comerlo.
—¿Recordaste que soy alérgica? ¿Por qué pensaste en eso cuando estabas preparándolo? —cuestiono confundida tomando la cuchara en mi mano derecha lista para el primer bocado después de la respuesta.
—He estado intentando hacer este postre durante meses pero nunca me convenció, luego de conocerte simplemente pareció que tú personalidad me inspiraba, así que pensé que siendo tan sincera y habladora tu me dirías la verdad sobre el sabor y no un cumplido por simple cortesía —su explicación fluye con simpleza, mientras se encoge de hombros, restándole importancia a la información, sonrío levemente sin saber que responder ante sus ideas y pruebo al fin el postre libre de canela.
Apenas es un bocado pequeño, pero la explosión de sabores y texturas dentro de mi boca se siente maravilloso, tiene chocolate en gran medida pero no llega a ser intenso, es la cantidad justa de dulce, el límite ideal, además la crema batida es insípida por lo que armoniza bien la potencia del cacao, tiene trocitos de almendras que entretienen al comensal y algunos sabores que no logro identificar, es prácticamente perfecto pero creo que le falta algo, un toque final que termine de equilibrar el postre.
Damien observa detenidamente mis expresiones faciales mientras mastico y paso el bocado de su creación, esto debe ser muy importante porque parece a punto de empezar a bombardearme con preguntas sobre cada detalle, sin embargo, se mantiene sereno y paciente.
—Esto es delicioso —digo cortando otro trocito con la cuchara porque siempre tragona nunca intragona —es casi perfecto, el balance de texturas es divino y el sabor esta en el punto ideal pero le falta algo, un detalle, no se.
—Sabía que serías sincera —sonríe, acercándose a mi, peligrosamente mucho, aunque no me molesta en lo absoluto, disfruto de su compañía —ahora, debo descubrir que es eso que le falta.
—Sea lo que sea solo no le pongas canela, odiaría no poder comerlo —pido como niña pequeña antes de meterme otra cucharada a la boca, Damien parece divertirse con mi manera de ser lo que me hace apreciarlo.
Si soy sincera conmigo misma podría decir que el vecino me está gustando, el problema es ¿Él se fijaría en una chica tan... Caótica?
—Necesitaré ayuda para buscar el ingrediente final —dice sentándose en la silla a mi izquierda, mi mirada viaja hacia él y no puedo evitar notar que tiene escasas pecas regadas por el rostro.
—Soy buena comiendo, si te sirve de algo —digo con diversión, porque a decir verdad no soy experta en culinaria, apenas si hago lo básico sin incendiar la cocina de mi tía, pero es divertido dar opiniones así, sobre que tan bueno está algo.
—Me servirá de mucho, Katania —dice suspirando, adivino que al ser un chef tan importante como para trabajar en el restaurante Ilusión todo el mundo le responde que su comida es perfecta así pusiera un kilo de sal en ella —por cierto, te debo una cena.
—No es necesario —niego con la cabeza, bajando la mirada a lo que queda del postre, me encantaría, pero después de Nicoletta no tengo la autoestima suficiente para enfrentarme a una cita.
—Si todavía no tenemos esa confianza entonces te invito a almorzar mañana aquí, después de que llegues de la universidad —ofrece, haciendo que lo mire de nuevo con sopresa.
—¿No debes trabajar? —pregunto tomando en la cuchara más postre más por desviar su atención de mi rostro por comerlo.
—Puedo tomar un día libre —explica y veo su sonrisa, no la leve que ofrece cada vez que hago algo tonto que le causa diversión, es una risa suave que denota más.
—Siendo así, no puedo negarme —accedo sonrojándome por centésima vez desde que entré a su departamento, el rubio asiente con la cabeza satisfecho por haberme convencido —¿Damien por qué te acercas a mi?
—¿A qué te refieres? —cuestiona frunciendo el ceño un tanto confundido por mi pregunta llegada de la nada al tema.
—Es que... Eres apuesto y tienes una vida estable, no estoy diciendo que tengas intenciones románticas conmigo, pero podrías fácilmente tener a una chica... Mejor —ni siquiera puedo explicarme bien, mi mirada se queda clavada en el plato casi vacío del postre, pero aún así puedo sentir la mirada del rubio clavada directamente en mi perfil, entonces las palabras de mi ex mejor amiga llegan a mi memoria —mírame, no soy bonita, mi cabello es un desastre, estoy gorda y cada tres minutos tengo algún accidente tonto, me refiero a que...
—Detente —me corta con rudeza, su mano toma mi mejilla para hacer que tenga que girar para verlo a la cara, mis ojos están húmedos y él me observa en completa seriedad —¿Quién fue tan imbécil para hacerte creer que no eres bonita? Katania, mírate tu, no necesitas que nadie más te lo diga, eres preciosa, tanto como por dentro como por fuera, no necesitas quitar ni poner nada a tu cuerpo o tu caótica manera de ser, porque así eres perfecta.
Me quedo en silencio, estoy tan cerca a Damien que puedo sentir su aliento chocar contra mi piel, sigue sujetando mi mejilla con suavidad y en menos de un segundo es él quien termina con la distancia entre ambos y sus labios chocan con los míos.
Paren el mundo.
Damien me está besando.
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Dulce Caos
Любовные романыDamien Montenegro es un chef reconocido, dueño de un restaurante importante de la ciudad, cuando se muda a un pequeño edificio de apartamentos lo último que espera es cruzarse con un huracán como Katania Faradhay, una universitaria siete años menor...