—Te extrañaré, cada día de mi vida, hasta que volvamos a encontrarnos, amigo —Katania sonrió, entre lágrimas, mientras pasaba los dedos de su mano derecha, con mucho cuidado, entre las orejas de Tomy.
El perro, que lleva junto a Katania los años suficientes para que ella no recuerde como era la vida sin él, ha completado su ciclo de vida y el tiempo cruel le cobra la última de las cuentas. Parece injusto, pero esas criaturas tienen vidas más cortas que la humana porque nacen sabiendo ya su propósito de existencia: Dar amor. Tomy hizo un excelente trabajo en ello, mostrándole a su humana que si alguien no la ama como él entonces no vale la pena intentarlo.
—¿Volveremos a encontrarlo, mami? —Elizabeta, de cinco años, miro con curiosidad a su madre. El concepto de la muerte no era para nada claro en la joven mente de la pequeña, pero entendía lo suficiente para saber que Tomy se marcharía a un lugar donde ya no podía jugar con ella ni acompañarla en las tardes para jugar el té con Amadeus, el gato de la vecina.
—Claro que si, cariño —Katania habló con la convicción necesaria para que la niña no pudiera negar la veracidad de ese hecho —un día, tu verás de nuevo estos hermosos ojos y tu corazón sabrá que Tomy regresó a buscarte.
—¡Miraré los ojos de cada perrito que encuentre! —declaró Elizabeta, con resolución absoluta en su rostro de muñeca, las coletas que sujetan su cabello le restan algo de seriedad a la imagen general.
La puerta de la sala de la veterinaria se abrió, mostrando a Damien, que había conducido como demente desde la tercera sucursal de su restaurante hasta allí, dejando el mando de la cocina a otro chef sin detenerse a dudarlo porque su esposa le había llamado para avisarle que Tomy debía irse. La vejez en un perro no es dulce, la pérdida de energía había deprimido a Tomy y tras algunos meses luchando con la paulatina pérdida de la funcionabilidad del hígado, Tomy finalmente pareció decidir que había cumplido con su misión de vida y desea partir, sabiendo que su mejor amiga ya no está sola.
—Oh no, viejo amigo —Damien se acercó a la camilla, rodeando con un brazo a Katania y acariciando la cabeza de Elizabeta con la otra, la niña recostó su cuerpo en el costado de su padre, sintiéndose invadida por la tristeza del momento.
—Gracias —Katania susurro, dejando un beso en la cabeza de Tomy, que suspiró ante el contacto. La palabra no explicó nada, pero entre ella y Tomy nunca se necesitaron palabras para comprenderse, así que era seguro que el perro había entendido perfectamente que su amiga le estaba dando las gracias por haberla amado durante tantos años, desde el momento en el que ella era poco más de una adolescente y lo había rescatado de la basura cuando era un cachorro, en esa realidad que ya no existía, donde el mundo consistía en un apartamento de paredes azules y toda la familia era simplemente Monett, Katania y él —te amaré por siempre, lo prometo.
Katania lloró todo el camino de regreso a casa y el resto de la tarde, al otro día enterraron a Tomy en el jardín de la casa de los padres de Damien, donde él adoraba correr con los pastores alemanes que se habían convertido en buenos amigos, sembraron allí un rosal blanco, que incluso durante los inviernos que vinieron en los años posteriores logró mantenerse florecido. El recuerdo de Tomy prevaleció en fotografías y conversaciones amenas, también en las memorias de Katania y Monett, quienes por un rato de la vida solo le tuvieron a él.
Cuando el otoño creó la ilusión de que la ciudad estaba hecha en colores oro y naranja, la celebración del cumpleaños de Sergio se dio con la sensación de que había invitado a la mitad de la ciudad, parecía que él se había convertido en una persona muy reconocida con el éxito de su bufete de abogados.
—¡Abejita! —Gritó, entusiasmado de ver llegar a sus mejores amigos.
Katania sabía de antemano que Sergio jamás perdería la costumbre de hacerla girar entre sus brazos cada vez que la saluda, pero no podía evitar ser tomada por sorpresa por la efusividad de su amigo y sobresaltarse, causando la risa de los demás.
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Dulce Caos
RomansaDamien Montenegro es un chef reconocido, dueño de un restaurante importante de la ciudad, cuando se muda a un pequeño edificio de apartamentos lo último que espera es cruzarse con un huracán como Katania Faradhay, una universitaria siete años menor...