Los concursantes tenían una mesa para ellos especialmente así que tomé a Sergio del brazo y dejé que me guiara hasta la mesa que estaba reservada para los acompañantes, eran en total cinco chefs queriendo la victoria pero todos sabíamos que la corona estaba entre dos de ellos, los hombres que no habían parado de verse amenazadoramente sentados frente al otro.
Yo no bebo mucho así que mientras los demás tomaban el vino blanco de sus copas yo estaba ocupada analizando a los invitados, reconocí a Marieta entre el público sonriendo con una chica morena, ambas sujetaban copas y bebían de manera lenta, la rubia estaba disfrazada de la cenicienta aunque su vestido era corto y su amiga supuse era una bruja sexi.
- esa morena es mi ex - me explicó Sergio, al parecer ya no le afectaba la traición de la muchacha - el disfraz le queda perfecto con su personalidad
- suerte que te líbraste, no me gusta como cuñada - opine burlesca mirando al ojiazul que sonrío acostumbrado ya a mi forma de ser
- los señores vestidos de Víctor y Victoria de el cadáver de la novia son tus suegros - me dijo antes de llevar su copa a los labios
Busqué con la mirada a quienes dijo, me sorprendí al encontrar a una pareja mucho más joven de lo que esperaba, efectivamente estaban disfrazados como los personajes de aquella película animada, la señora Nadia era una mujer alta, esbelta, su cabello castaño estaba perfecto en el recogido ideal de su personaje, desde aquí podía distinguir el café claro de sus ojos, a su lado el señor Thomas me mostraba una versión mayor de Damien, su parecido era sorprendente, incluso podía apostar a que su estatura era la misma. Según Sergio eran una pareja que se amaba desde la infancia, desde la primera vez que se vieron supieron que estaban destinados, almas gemelas que pasarían juntos el resto de sus vidas.
Adorables.
Los señores Montenegro giraron a vernos, seguramente buscando a la misteriosa chica que había robado el corazón de su único hijo, sabían que estaría con Sergio así que no fue difícil para ellos adivinar cual era, mi amigo de ojos azules y falso cabello rojo sonrió hacia ellos poniendo una mano sobre mi hombro, imite el gesto sonriendo con suavidad en dirección a mis suegros, quería esconderme bajo la mesa pero mejor me ahorraba la vergüenza.
Para mí suerte la señora Nadia sonrió animada, viéndose totalmente feliz a su lado su marido asintió con la cabeza en nuestra dirección, tan serio como su hijo. Al principio me era casi imposible sacarle una sonrisa visible a Damien.
El presentador del evento inicio la velada con un saludo cordial y un discurso al que no le presté atención, sentía la mirada sofocante de alguien puesta sobre mí así que busqué su origen encontrándome con la mirada verde de la persona menos favorita de mi novio, Danilo Medina estaba bebiendo su vino con los ojos puestos directamente en mi y aunque lo descubrí no disimuló nada, sonrió en mi dirección alzando la copa a manera de brindis.
¿Es que está loco? ¿Se le perdió una tuerca esta mañana o se golpeó la cabeza de chiquito?
Lo ignoro regresando mi atención al presentador que está leyendo las leves biografías de los participantes y del jurado, tomo la mano de Sergio bajo el mantel azul oscuro de la mesa sintiéndome nerviosa por lo que se viene, mi mirada viaja a través del público buscando distraerme con lo que sea y entonces es cuando lo veo.
Jamás olvidaría ese rostro aunque pasara toda una vida, el hombre que chocó el automóvil donde mi madre y yo regresábamos a casa después de la escuela, ha envejecido pero las arrugas y líneas de expresión en su rostro no van a borrar su escencia, ni tampoco el tatuaje en forma de dragón que se asoma por el cuello de su camisa de etiqueta.
- ¿Quién es él? - pregunto en un susurro señalando discretamente al hombre
- es Gideon, el padre de Danilo - dice Sergio sin prestarme mucha atención, su mirada está puesta en el presentador y su historia sobre Damien
Gideon Medina, el conductor ebrio que se dió a la fuga después de estrellar su auto con el nuestro, si tan solo hubiese llamado a la policía. Él está ahí, a solo metros de distancia de la niña que abandonó dentro de un auto incendiandose, el asesino de mi madre. Mis ojos se llenan de lagrimas, la impotencia dentro de mi pecho late más rápido que mi corazón, duele y mi mente se inunda con el amargo recuerdo del preciso instante en el que perdí a mi mamá.
- tengo que salir de aquí - susurro pero Sergio no está poniéndome atención porque el presentador narra algo sobre una chica chef llamada Hanna
No quiero arruinar esto para Damien pero estoy a tres minutos de decidir entre dos opciones: echarme a llorar o ir a golpear al hombre que está disfrazado de vampiro y luce intimidante, seguramente con un puñetazo me deje fuera de base. Pero el intento lo vale.
- oye, Sergio - mi mano agita la manga de su túnica ganando que gire a verme curioso - debo ir al baño
- no tardes - me pide totalmente ajeno al hecho de que estoy temblando
- no lo haré - menciono poniéndome de pie, me tiemblan las piernas pero me las arreglo para salir del salón
Mis pies me llevan por el pasillo sin tener idea de la dirección del baño, pongo una mano contra la pared al darme cuenta que no puedo caminar más, las lágrimas bajan por mis mejillas mientras mis rodillas se doblan dejándome caer bruscamente al suelo de baldosas blancas, recuesto mi cabeza en la pared con la imagen del choque dando vueltas en mi cabeza una y otra vez sin detenerse, al automóvil chocando con nosotras, la sangre, el aroma a humo, la gasolina regandose, mi cabello atrapado entre las latas retorcidas, el dolor punzante, mis gritos infantiles rasgando el aire mientras el otro auto aceleraba perdiéndose por la esquina.
La sensación de asfixia regresa a mi, la última vez que escuché la voz de mi madre.

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Dulce Caos
RomantikaDamien Montenegro es un chef reconocido, dueño de un restaurante importante de la ciudad, cuando se muda a un pequeño edificio de apartamentos lo último que espera es cruzarse con un huracán como Katania Faradhay, una universitaria siete años menor...