Estaba tan concentrada en mi lectura que cuando la puerta fue abierta con fuerza, haciendo que golpeara la pared, di un salto asustada y chille como niña pequeña, incluso mi preciado libro terminó cayendo de mis manos y aterrizando en el suelo junto a mis zapatos. Fue Monett quien apareció en el umbral con las manos ocupadas por un montón de carpetas repletas y una expresión de que si le preguntaba que tal el día iba a tirarme por la ventana solo para no tener que verme.
Me puse de pie para cerrar la puerta mientras mi tía dejaba su cargamento sobre el comedor, al estar junto al pasillo noté que la puerta del frente estaba abierta y un delicioso aroma dulzón sale de allí, huele como si hubiesen fundido chocolate con algo más y la boca se me hace agua al imaginarme al sabor de lo que sea que Damien debe estar cocinando.
—¡Katania! —grita Monett desde la cocina y miro una vez más hacia el frente antes de cerrar la puerta y regresar por el pasillo hasta la cocina.
Monett esta bebiendo agua como si hubiese atravesado el desierto del Sáhara para llegar a casa, me acomodo en una de las sillas de la barra, dispuesta a esperar que recupere el aliento, para que me explique qué rayos sucede, observo como bebe un vaso más del líquido vital antes de prestarme su atención.
—ViaJacobobesandoaotramujer —está chica ni siquiera toma aire o deja espacio entre palabra y palabra así que aunque intento descifrar su trabalenguas no logro entender absolutamente nada y ella lo nota por mi expresión de perdida —¡Vi a Jacobo besando a otra mujer!
Su revelación posiblemente resonó por todo el departamento, pero apenas puedo creer lo que está diciéndome, ellos han tenido una relación sólida por más de cinco años y jamás esperaría que ninguno de los dos engañara al otro, me bajo de la silla al ver que se va a echar a llorar y la abrazo aprovechando que somos de la misma estatura, ella se aferra a mi y solloza adolorida, soy consciente de que Monett ama demasiado a Jacobo así que esto debe sentirse como si él hubiese disparado directamente a su corazón.
—¿Hablaste con él? —pregunto cuando nos hemos separado, tras algunos segundos.
—Salí corriendo ¡No me siguió, Nia! —limpia sus mejillas con ambas manos, usando tanta fuerza que deja marcas rojizas en su pálida piel.
Es ley de la vida, si una mujer corre debes ir detrás de ella.
Amén.
—¿Qué harás? —pregunto aplanando los labios, la decisión es completamente suya así que no voy a entrometerme en lo que quiera hacer.
—Nada, ahora debo centrarme en rescatar la cafetería, que se pudra porque conmigo no vuelve jamás —y así Monett termina su crisis, endureciendose hasta ser la mujer invencible que conozco incluso antes de que se convirtiera en mi tutora legal, puede amar a Jacobo, pero jamás dejará que juegue con ella y eso me enorgullece.
—Entonces podemos empezar con innovación —insisto, sonriendo cual gato del país de las maravillas —pintemos, decoremos, cambiemos la ubicación de las mesas y hay que renovar los precios y el menú.
—Tienes toda la razón —concede suspirando, pronto se deja contagiar de mi ánimo.
Al regresar a la sala recojo el libro que había dejado caer cuando Monett me asustó, Romeo y Julieta de Shakespeare, a decir verdad yo leo absolutamente de todo, mi biblioteca física no es muy grande, pero mi teléfono me delata conteniendo desde clichés empalagosos y mal redactados hasta literatura clásica del siglo pasado. Tocan a la puerta así que dejo el libro sobre el sofá y me pongo los zapatos para ir a abrir.
—Charlotte —sonrío al ver a la pelinegra de pie junto a mi puerta con su habitual sonrisa que es más grande que la mía.
—Hola, vine a traerte esto —la adolescente me extiende un marco fotográfico y es cuando veo la fotografía que sonrío inevitablemente. Llenas de pintura, con la peluca roja, el suéter y las hojas en el cabello rizado de Alicia, Tomy está junto a mis piernas mirando a la cámara con la botella atrapada entre los dientes.
—Es hermoso —me sincero tomando el marco rosado decorado a mano torpemente, adivino por las hermanas Villarreal —muchísimas gracias, Lote.
—No es nada, debo irme porque mis papás me esperan —me avisa y besa mi mejilla antes de perderse escaleras abajo.
Estoy observando el pasillo por donde se fue Lote, embelesada por el aroma a dulce del apartamento del frente cuando la puerta de Damien es abierta y él aparece sin camisa, ¡Sin camisa! ¡Llamen a los bomberos! Este hombre me quiere matar de un paro cardíaco ante semejante vista, tiene un six pack por el que Monett estaría babeando mucho más descaradamente que yo. Nuestros ojos chocan y por inercia sonrío, mi mente está tan aborchornada que ni siquiera puedo pensar en un saludo decente para decirle.
—Creí escuchar tu voz en el pasillo, necesito tu ayuda —me dice sin apartarse de su entrada, lleva el cabello revuelto y eso sólo lo hace ver mejor.
¡Basta ya, estúpidas hormonas!
—¿Mi ayuda? —logro preguntar sin parecer idiota, gran logro de vida.
—No es nada complicado, lo prometo —dice en un tono rogativo nada usual en él, no puede ser tan malo.
—¡Tía Moni, estaré donde el vecino! —grito girándome hacia adentro del departamento y dejando el portarretratos en la mesita de la entrada, junto a las llaves de mi tía y un florero chino que contiene tulipanes.
—¡No hagan bebés! —grita ella de regreso, mis mejillas se calientan violentamente mientras abro los ojos con sopresa ante su descarada insinuación, Damien lejos de llegar a mis niveles de vergüenza sonríe con diversión.
Ignoro a Monett, cerrando la puerta de golpe, cruzo el estrecho pasillo y Damien me deja pasar sin decir nada, ahora mismo sigo tan sonrojada que adivino mis mejillas pueden ser comparadas a tomates maduros gracias al calor acumulado en ellas. Es la segunda vez que estoy dentro del apartamento de Damien y noto que este hombre es mucho más organizado que Monett y yo, además de que aquí dentro el olor a dulce es mucho más intenso.
—Mi camisa se manchó de chocolate, volveré en seguida —me informa perdiéndose rumbo a su habitación.
Si, por el bienestar de mi salud mental busca una camisa, hombre.
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Dulce Caos
RomanceDamien Montenegro es un chef reconocido, dueño de un restaurante importante de la ciudad, cuando se muda a un pequeño edificio de apartamentos lo último que espera es cruzarse con un huracán como Katania Faradhay, una universitaria siete años menor...